Fortuny llega al Prado
El museo del Prado expone la primera antológica de Mariano Fortuny hasta el próximo mes de marzo
Madrid
Mariano Fortuny vivió por y para el arte. Artista poliédrico, virtuoso de la técnica, coleccionista de momentos como le define Andrés Úbeda, director adjunto de Conservación del museo del Prado. Cinco años de trabajo, encargo del anterior director de la pinacoteca, Miguel Zugaza, han culminado en esta muestra, la primera monográfica dedicada al artista español que tuvo mayor proyección internacional en el siglo XIX. Como explica el comisario de la exposición, Javier Barón, jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX "en torno a Fortuny siempre había una corte de amigos que intentaban pegarse a él para aprender sus procedimientos, estar junto a él y beneficiarse de su capacidad creativa, eso se traduce en el éxito que tuvo en vida. En 1870 él apenas tiene 34 años y ya triunfa internacionalmente".
La exposición "Fortuny (1838-1874)" reúne 169 obras, casi la mitad nunca antes habían sido expuestas fuera de sus museos de procedencia, doce son totalmente inéditas. Gran parte han sido prestadas por el Museo Fortuny de Venecia y el Museo Nacional d'art de Cataluña. También han colaborado algunos de los más importantes museos del mundo con el préstamo de, al menos, dos obras, como el British Museum de Londres, el Louvre de París, el Hermitage de San Petersburgo, el Metropolitam Museum of Art de Nueva York y la National Gallery de Washington.
Articulada en torno a las aportaciones de Fortuny al arte, la exposición muestra al Fortuny pintor, al acuarelista, al dibujante y al grabador, pero también al coleccionista con piezas de su atelier. "Hemos intentado que la exposición muestre todos los aspectos del Fortuny creador. Pintor al óleo, a la acuarela, donde revoluciona totalmente la técnica, renovador también al aguafuerte, como dibujante a la pluma y al lápiz y luego como coleccionista. Por primera vez en una exposición de Fortuny se muestra todo su esfuerzo en reunir antigüedades, que le sirven también como motivo de inspiración. No sólo porque introduce los objetos en sus cuadros sino porque sus calidades materiales también las utiliza como estímulos para pintar".
Además de su formación en Roma, es muy destacada su estancia en el norte de África. Punto álgido de su trayectoria entre 1860 y 1862 allí descubre, explica el comisario Javier Barón "el imaginario árabe con el que se sentó a gusto el resto de su vida. La autenticidad en su manera de vivir le fascina de tal manera que hace de su orientalismo una aproximación mucho más veraz que la del resto de artistas europeos. Destaca la desnudez de los espacios, la confrontación entre la luz brillante y la oscuridad, las calidades de los tonos, el movimiento".
Las aportaciones del pintor al arte no se limitan, sin embargo, a su uso magistral de la acuarela y el aguafuerte, donde el concepto de grabado alcanza su faceta más íntima y creativa, explica Barón, Fortuny es además el primero en tratar las sombras coloreadas "él se da cuenta que la sombra no es negra, sino que la sombra tiene un color". También es la primera vez que una exposición muestra su actividad como estudioso de la pintura antigua con la sala "Fortuny y El Prado". En ella, según el comisario "se ve la admiración que profesa a Velázquez, a Goya, El Greco cuando no era especialmente valorado y a Rivera. Pero no sólo se ve esa capacidad de captación de estos artistas sino su capacidad de interpretación, de conseguir obras paradójicamente originales a partir de su inspiración en esos modelos artísticos".