Ocio y cultura

De cabeza al París canalla y creativo con La Bohème

Puccini se inspiró en su propia juventud para contar la historia de un grupo de artistas que tratan de salir adelante en la capital francesa

París en invierno / Getty

Madrid

Con talento, pero sin dinero: un trance en el que se han visto muchos jóvenes a lo largo de la historia… pero en ningún lado como en el París de finales del siglo XIX y comienzos del XX cristalizó esa situación en una forma de ser que impregnó la ciudad y que le ha permitido construir uno de sus mitos más atrayentes: la de ser la capital cultural del mundo. En ese París vivieron (muchas veces malvivieron, como los protagonistas de la ópera que escuchamos hoy) los mejores escritores, pintores, pensadores y músicos del mundo, y por eso Puccini se decidió a “relocalizar” a París algunas de las sensaciones y situaciones que él mismo había vivido en su propia juventud bohemia en Milán para crear una de sus obras más célebres: La Bohème.

La magia de esa época, que desde la ópera de Puccini epitomizan los protagonistas, Rodolfo y Mimí, sigue inspirando y maravillando a los artistas. Para la violista Isabel Villanueva, con la que hablamos en el programa, la influencia es tal que su último disco, llamado “Bohèmes”, busca recapturar ese espíritu con piezas de Liszt, Granados o Debussy, entre otros. “En esa época todos los artistas tenían que pasar obligatoriamente un tiempo por la capital francesa… y era una locura. Así, la palabra “bohemia” pasó a simbolizar unos valores de libertad, de amor, de belleza, más despreocupados de lo que en aquella época era del gusto burgués, y rompió los esquemas de lo que entonces se consideraba como correcto; así que también tiene un punto oscuro. Me hubiera encantado vivir y conocer de primera mano aquella época”, nos dice.

Pero, además del ambiente parisino fascinante ¿qué es lo que convierte a La Bohème en una de las piezas más populares y magistrales de la música clásica? Las claves nos las da uno de los más consumados intérpretes de Puccini, el barítono Luca Salsi, que ha representado la ópera muchas veces y viene de hacer en Roma otro de los papeles emblemáticos del compositor: el malvadísimo Scarpia, de Tosca: “Para mí, es el compositor del alma; te pone la piel de gallina en tres o cuatro compases, porque usa la armonía como nadie. Es un compositor con muchísimos matices, hay que empezar a pensarlo –y cantarlo- elegante”, sentencia.

Una guía bohemia del París actual

La época de la bohemia en la capital francesa se quedó atrás hace ya más de un siglo, pero nos hemos preguntado qué queda de ella hoy en día en sus calles, en sus cafés y en sus galerías. Y para ello hemos recurrido a un buen conocedor de la vida y el arte de París: el fundador de la editorial Lengua de Trapo, Jorge Lago. Esto es lo que nos cuenta:

El cementerio del Père-Lachaise / Getty

"De los cafés, las buhardillas, los personajes y los modos de vida que representa La Bohème ya no queda, en Paris, más que el recuerdo. Y ni siquiera. Hace falta tener una buena herencia familiar para poder ocupar una buhardilla en el centro, pasar las horas bebiendo y debatiendo en algún café, o haciendo que se crea una obra genial. De aquel modo de vida y de aquellos personajes trágicos, aunque supuestamente libres, ya no queda en París más que su simulacro o representación, y miles de turistas que la contemplan.

No sé si es porque guardan la memoria de todos esos personajes que hicieron de París un mito, pero siempre me fascinaron sus cementerios, sobre todo los de Montmatre y Père Lachaise. Puedes caminar entre sus callejuelas, o sentarte a leer frente a las tumbas de Stendhal, Zola, Berlioz, Proust, Oscar Wilde, Edith Piaf…

La Sorbona y el Barrio Latino / Getty

Ir al cine por la mañana y ver una de las tantas películas de los años 40, 50 o 60 que día tras día aún proyectan en los muchos cines de autor que subsisten en el Barrio Latino… no sé si es vida bohemia, pero cuando estudias en París con 20 años se le parece mucho. A la salida siempre puedes comprar algún libro en Compagnie (Rue des Écoles) o Vrin (Place de la Sorbonne) y tomarte luego un par de vinos en Le Reflet (6 Rue Champollion), bar lleno de aspirantes a artistas y que igual a alguno le recuerda todavía al Momus de La Bohème.

Si hay alguna línea de continuidad entre lo bohemio y lo hipster, dense un paseo por el Canal Saint Martin, al noreste de Paris. Y contemplen desde una mesa en la terraza de Chez Prun la apertura y cierre de las esclusas del canal al paso de algún barco. En otoño la escena gana.

El canal Saint Martin nevado / Getty

Y si la vida bohemia tiene que ver con no llegar a fin de mes, querer vivir del arte o de algo que se le parece, compartir piso, miserias, discusiones y borracheras, entonces no busquen en el centro de París, porque no lo encontrarán. Lo más cercano, hoy, se encuentra en alguno de los antiguos barrios obreros de la periferia parisina, ahora en recomposición y gentrificación. Prueben en la Ville de Montreuil, en la comuna de Saint Denis, donde jóvenes con inquietudes y sin abultadas herencias se están yendo a probar suerte. Entre antiguas fábricas desiertas, viviendas sociales de los 60 y 70, y algún edificio señorial del XIX, se abren paso coworkings, galerías, cafés bobós (burgués-bohemio) y una clase media con aspiraciones creativas”.

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