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Los rohingyas, "un genocidio sin repercusiones"

Entrevista a Azeem Ibrahim, miembro del Center for Global Policy de Washington y autor de "Los rohingyas: dentro del genoicidio oculto de Myanmar".

Desde el pasado agosto, más de 600.000 personas han salido de Myanmar huyendo de la violencia.

Rashida llora mientras sujeta a su hijo en el campo para viudas y huérfanos cerca de Cox's Bazar. / DAMIR SAGOLJ (Reuters)

Madrid

Más de 650.000 personas han llegado a Bangladesh desde Myanmar desde el pasado agosto. Huyen de los ataques del Ejército en el estado de Rakhine, allí, en solo un mes, han sido asesinadas más de 6.700 personas, entre los que hay alrededor de 800 niños de menos de cinco años. Son datos de Médicos Sin Fronteras que ha estado hablando con algunos supervivientes, como Rashida: "Mataron a mi hijo delante de mi, luego cerraron la puerta y me violaron. Mataron a todo el mundo, yo sobreviví porque me quedé tumbada en el suelo, totalmente quieta, rodeada de cádaveres".

Azeem Ibrahim es miembro del Center for Global Policy de Washington y autor de "Los rohingyas: dentro del genocidio oculto de Myanmar". Para él, lo que les está ocurriendo a los rohingyas es una muestra más de que se puede cometer un genocidio sin que haya ninguna repercusión por parte de la comunidad internacional. 

¿Cuándo empieza la discriminación a los rohingyas?

Empieza justo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses invadieron Myanmar, que era una colonia británica. Entonces los rohingyas se mantuvieron fieles a los británicos y en cambio la mayoría budista se posicionó del lado de los japoneses. Después de la independencia, en 1962, hay un golpe militar e implantan un programa económico que fue un desastre. Entonces buscan a alguien a quien culpar de los males de la sociedad y los rohingyas fueron los elegidos.

Pero, ¿por qué?

Es puro odio, un odio que se ha ido fomentando con el paso de los años. Es porque son diferentes, tienen rasgos diferentes, una religión diferente, hablan otro idioma... Además el budismo que se profesa en Myanmar es muy particular, no es el budismo del Dalai Lama, ellos creen que tienen que suprimir el resto de ideologías. De hecho, creen que los rohingyas se han reencarnado de insectos o serptientes, así que, para ellos, cuando matas a un rohingya no estás matando a un ser humano.

¿En qué se materializa esa discriminación?

Les han ido despojando de sus derechos. No tienen libertad de movimiento, ni siquiera les venden los billetes de autobús en las estaciones... No tienen acceso a la educación, a los servicios sanitarios. Tienen que pedir un permiso especial si quieren casarse o si quieren tener hijos... Es algo parecido a lo que ocurrió en Alemania con los nazis. En ocasiones han sacado a los rohingyas de sus pueblos y los han metido en campos de concentración. En 1982 se aprueba una ley con la que se les retira su nacionalidad, son apátridas. Desde entonces, la discriminación y la persecución va a más.

Quizás esta es la ola de violencia más alarmante... Ahora se empieza a hablar un poco más de los rohingyas, ¿por qué los hemos ignorado?

Han sido descritos como la minoría más perseguida en el mundo, como un pueblo olvidado y sin amigos, porque no tienen nadie que les apoye en el escenario internacional. Sufren esa violencia y nadie alza la voz. Hay muchas razones. La principal es que los líderes occidentales habían puesto tantas esperanzas en Aung San Suu Kyi... Esperaban que cuando llegara al poder iba a cambiar el país y a hacerlo más democrático. Habían puesto toda la confianza en ese proceso y desgraciadamente solo ha empeorado el problema. No es que haya habido mucha inacción desde Occidente, sino que al mismo tiempo hay maquinaciones geopolíticas mucho más amplias, por ejemplo que Estados Unidos no quiere que Myanmar caiga bajo la esfera de influencia de China, para que China no tenga acceso al golfo de Bengala y al océano Índico. Así que hay cálculos geopolíticas ante las que los rohingyas no son lo suficientemente importantes como para cambiar el juego.

¿Y qué es lo que permite que esto esté pasando ahora?

Esa es la pregunta clave, porque en 2016, el Ejército birmano ya puso a prueba la idea del genocidio. Y sacaron varias conclusiones.  Aprendieron que Aung San Suu Kyi los apoya. Saben que cuando la ONU dice que el 32% de las mujeres rohingyas han sido violadas, ella dice que eso es exagerado y cuando dicen que se está cometiendo una limpieza étnica, ella dice que ese es un término muy fuerte para describir lo que está pasando. Así que el Ejército sabe que puede cometer un genocidio, una limpieza étnica y que ella los va a seguir apoyando.

Ha sido muy criticada... ¿Qué podría hacer ella para frenarlo?

Ella no controla directamente al Ejército, pero Aung San Suu Kyi es una persona extremadamente popular, ganó con el 80% de los votos... Aunque no los controle, puede usar un arma muy poderosa: su voz. Pero no lo ha hecho. Se ha negado a usar su voz, ni siquiera para condenar lo que está pasando. Se ha negado, por ejemplo, a usar la palabra rohingya, nunca la ha usado, niega la existencia de su propio pueblo, ahí está el problema.

¿Y la comunidad internacional?, ¿ha hecho algo?

La comunidad internacional no ha hecho nada, sabían que esto iba a pasar y se han negado a hacer algo para impedirlo. Se han preocupado por la situación humanitaria, pero no en parar la violencia. No espero que hagan nada, así que, una vez más, es una muestra de que se puede cometer un genocidio, una limpieza étnica sin que haya ningún tipo de repercusión.

Últimamente se está hablando de repatriación... Myanmar y Bangladesh firmaron un acuerdo para repatriar a estas personas... 

Es solo una maniobra política, un mecanismo por el que las autoridades de Myanmar están intentando aguantar hasta que la atención internacional pase a otro asunto y hasta que los rohingyas pasen a estar de forma permanente en Bangladesh. Se firmó sin dar ningún detalle y después del acuerdo el Ejército ha seguido quemando pueblos, ha seguido matando. No es un acuerdo serio. Además, ¿a dónde volverían los rohingyas? Han quemado más de 300 pueblos, no tienen nada por lo que volver.

Entonces... ¿Qué opciones tienen?, ¿quedarse en Bangladesh?

Sí... es una crisis enquistada. No creo que Myanmar los quiera de vuelta y en Bangladesh... O los dejan en esos campos (mantener a casi un millón de personas costaría alrededor de un billón de dólares al año), o intentan que se integren entre la sociedad, pero Bangladesh es uno de los países más pobres del mundo y también de los más poblados. La solución está en que Myanmar reconozca a estas personas como ciudadanos. Cuando estuve en los campos de refugiados en Bangladesh les preguntaba a todos: "¿Queréis volver a Myanmar?" Y todos me decían: "Solo volveríamos si nos reconocieran nuestra ciudadanía". 

Sara Selva Ortiz

Sara Selva Ortiz

Redactora de la sección de Nacional. Antes trabajó en el equipo de Hoy por Hoy, en Economía, en Informativos...

 
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