Son checos, hijos del cineasta Milos Forman, dirigen su propia compañía - desde hace 25 años y defienden una filosofía artesanal, nómada y de teatro ambulante. Los Hermanos Forman llegan hoy a Matadero con «Deadtown», una mezcla de cabaret y salvaje Oeste, ambientada en el año 1900, que combina la animación con ilusiones ópticas, efectos sonoros, marionetas, música en vivo, actores -no todos profesionales- y un homenaje en color sepia a «aquellos que estaban buscando nuevos caminos e inventaron las primeras grabaciones sonoras o cinematográficas». Explica Petr Forman que en «Deadtown» utilizan por primera vez «tecnología moderna», para crear «una pieza teatral de cine mudo en tres dimensiones». The Forman Brothers Theatre no tiene sede, local o edificio propio, ni un equipo permanente, sino que van incorporando nuevos integrantes según el espectáculo y montan su teatro donde van. “En nuestra vida nómada hemos surcado mares, deambulado por teatros de ópera, viajado con una troupe de bohemios y hemos perseguido gallinas y cerdos alrededor de una cabaña de madera. Nuestra nueva expedición se dirige al Salvaje Oeste. Como niños naifs de una pequeña ciudad checa, nuestra imagen del Salvaje Oeste se formó gracias a los westerns mudos. Creíamos que vivían en blanco y negro o con pequeñas sombras de color sepia. Y aunque con el tiempo hemos perdido esa inocencia, esa irrealidad sigue cercana a nuestra visión del teatro. Por eso esta nueva obra oscila entre el teatro y el cine mudo”, explican los Forman. «Deadtown» cuenta la historia de un prestidigitador, ilusionista y propietario de un cabaret barato en Praga, obsesionado con los milagros técnicos de su tiempo: el cine, la fotografía y el sonido del fonógrafo. Un tipo que fantasea y se imagina cabalgando por las praderas de Arizona, bebiendo con curtidos forajidos en un saloon del Oeste y abrazando a salvajes y bellas mujeres.