A mi Maestro, José Antonio Abreu
El director de orquesta venezolano rinde homenaje a quien le formó desde niño y le convirtió en el músico aclamado en todo el mundo que es hoy
Madrid
Mi corazón está abrumado. Me viene a la cabeza un haiku de Jorge Luis Borges que corona la Academia de Santa Cecilia, en Roma: “Callan las cuerdas, la música sabía lo que yo siento”.
La música y el arte han perdido a una de sus más luminosas figuras. El Maestro José Antonio Abreu, como nadie en nuestros tiempos, nos enseñó que el arte es un derecho universal y que la inspiración y la belleza transforman irreversiblemente el alma de un niño, convirtiéndolo en un ser humano más pleno, más sano, más completo, mas feliz y, por ende, en un mejor ciudadano.
José Antonio Abreu fue para mi una inspiración, un artista, un amigo, un padre, un maestro. Me regaló los arcanos de la música con la misma vehemencia con que me enseñó que el derecho a la belleza es inalienable; me acercó a los clásicos universales con la misma pasión con que me acercó a mis raíces. Lo que soy se lo debo a su generosidad, a su humanidad y a su visión. Siento un inmenso privilegio que me haya tocado compartir la vida al lado de alguien de su dimensión.
Mi compromiso con su legado es eterno e inquebrantable. Este es un compromiso además con los millones de jóvenes y niños en Venezuela y en el mundo que, como yo- vieron como su vida cobraba sentido en el momento mismo en que sublimemente eran tocados por la música. Mi compromiso con el Maestro Abreu y con El Sistema es un compromiso con el futuro, con esos niños que aun no han descubierto a la música y al arte. A ellos, y a los millones marcados por el legado del Maestro Abreu, les digo ahora que el viaje apenas comienza.
Seguiremos tocando, cantando y luchando por el mundo que el Maestro Abreu soñó, y por el legado de futuro que nos ha dejado.
Honor y gloria eterna al Maestro José Antonio Abreu.