Política

El tiempo se pone plazos

A la política, que tantas veces ha dejado que pasaran los días y los meses, se le presentan de pronto fechas límites que medirán su capacidad de llegar a acuerdos

Pleno del Parlament / EUROPA PRESS EUROPA PRESS

Madrid

No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que la estrategia -la estrategia en general- fue dejar que el tiempo pasara. Aplazar resultó el verbo imprescindible. Si para formar Gobierno hubo que repetir las elecciones, si Cataluña sigue sin President ni Govern, si la Moncloa acaba de presentar su proyecto para los presupuestos de un año que está a punto de llegar a su cuarto mes. La idea, en suma, era que la política pudiera hacer lo que no dejan que haga el contribuyente con su declaración de la renta: dejar que pasaran los plazos.

De pronto, han empezado a presentarse las fechas límite. Ha dicho el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que confía en que dentro de un mes se haya rebajado la tensión en Cataluña. Un mes. No tiene mucho más para que prospere la tramitación parlamentaria de las cuentas. Son importantes los plazos, porque si no cambia el escenario catalán, sabe Montoro que no tendrá el apoyo que necesita del PNV.

Es conocido que también en el Parlament han empezado a correr las fechas: menos de dos meses para que un acuerdo de investidura evite que, en julio, haya elecciones otra vez. Tiempos casi paralelos a los que tiene la justicia alemana, menos de dos meses también, para decidir sobre el futuro de Carles Puigdemont. Ahí están todos, mirando el mismo calendario del que hasta hace un momento prescindían.

Quizá resulta anecdótico pero, en la política catalana y en la española en general, ha cambiado la perspectiva y, en vez de dejar el tiempo pasar, ahora se corre contra el tiempo. Lo que, aunque no quieran, pone a prueba todos sus discursos.

 
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