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Los estudiantes nicaragüenses resisten atrincherados en la universidad

Jóvenes encapuchados vigilan, día y noche, las entradas de la Universidad Politécnica de Managua (UPOLI), que se ha convertido en el bastión de los estudiantes que seguirán atrincherados e impulsando protestas en las calles hasta que acabe la represión del Estado y, dicen, hasta que caiga el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo

Centenares de personas protestaban el lunes 23 de abril de 2018, durante una manifestación en contra del gobierno de Daniel Ortega / Jorge Torres EFE

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La vida de Reyes (nombre con el que quiere que le presentemos) ha cambiado de arriba abajo en siete días. Estudia Económicas en otra universidad de Managua y el jueves pasado, después del primer día de represión contra los estudiantes, decidió ir al campus de la UPOLI a sumarse a las protestas. Ese mismo día tuvo que aprender, sobre la marcha, a hacer puntos de sutura. “Tuve que dar 16, me enseñó un estudiante de medicina”, dice con la cara cubierta. “El primer día nos dispararon con balas de goma. El segundo, con gases lacrimógenos. Y el tercero, con balas de plomo”.

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El presidente Daniel Ortega dio la orden a los hospitales de no atender a los estudiantes heridos en las protestas. La policía hace retenes y prohíbe el paso a los vehículos con heridos. Así que desde el primer momento levantaron un quirófano de emergencias en una universidad politécnica; es decir, sin medios sanitarios y de emergencias. Con médicos voluntarios que van a ayudar en lo que pueden. Tres pupitres juntos hacen de camilla improvisada en una de las aulas de la planta baja de la UPOLI. “Aun así, dos hospitales privados han abierto sus puertas y están atendiendo a todos los heridos que llevamos. Aunque muchos prefieren que les curemos aquí porque creen que si van al hospital se los van a llevar presos”, dice el líder estudiantil.

Los vecinos cercanos a la universidad se están volcando en ayudas a los jóvenes. Coches particulares llegan llenos de víveres, agua, frutas, ropa limpia, medicinas. Aun así han creado un equipo de verificación que hace una revisión a todo lo que entra, sea comida o material sanitario, porque tienen infiltrados. Gente de las Juventudes Sandinistas (SD) u otros grupos pro-Ortega que da medicinas envenenadas, asegura Reyes. “Sueros pinchados, alcohol adulterado, incluso han querido pasar alimentos envenenados”.

Quirófano improvisado de la UPOLI de Managua, la trinchera de los estudiantes / MARTA DEL VADO

Otro de los jóvenes, conocido como El Perro, da gracias a los barrios de la zona, asegura que “gracias a su compromiso y ayuda la UPOLI ha subsistido y está batallando”. El Perro es empresario pero se sumó a la protesta estudiantil desde que empezaron las represiones. “Duele ver cómo un compañero muere de una bala de goma en el cuello. Duele ver cómo la policía nos tira con fusiles AK”.

Según el recuento estudiantil, hay 31 muertos por la represión y más de un centenar de detenidos. El Gobierno liberó este martes a decenas de estudiantes arrestados durante las protestas, los dejó en una carretera, a algunos sin camisetas, a otros en ropa interior, a otros descalzos, y a la mayoría, hombre o mujer, con el pelo rapado. Además hay decenas de desaparecidos. “Muchos de los que estamos aquí le dimos nuestro voto”, dice Reyes refiriéndose a Ortega. “Confiaba en él y nos ha dado la espalda”. “Incluso ha cambiado la constitución para permitir la reelección”, explica El Perro. “Daniel y Somoza, son la misma cosa: opresores de la libertad”.

Los estudiantes temen que los apoyos flaqueen y empiecen a quedarse solos. En las últimas 48 horas no ha habido represión y la falta de violencia, sumada al agotamiento, les hace pensar que la gente se desmovilice. Ellos no pueden, ya están señalados. Ya están, de hecho, amenazados. Ya se han encontrado morterazos en sus casas. Se sienten más seguros en la UPOLI, organizados, en pie de guerra. “Imagínate volver solo a casa con el miedo de no saber si te van a matar o te van a desaparecer”, dice Reyes. “Vamos a estar aquí hasta que se nos acaben las fuerzas, mientras respiremos, seguimos en la lucha”.

'El Perro' enseñando un mortero casero con el que responden a las balas de goma, a los gases lacrimógenos y a los fusiles de la policía / MARTA DEL VADO

Alexander Rodríguez, estudiante de medicina y voluntario en la resistencia de la UPOLI enumera los reclamos de los jóvenes: libertad de expresión, elecciones limpias y transparentes, con observadores internacionales. Que cese la represión. “No quiero seguir viendo a más jóvenes morir en nuestras manos. No queremos más sangre en Nicaragua”.

La Conferencia Episcopal se ha ofrecido para ejercer de mediador en un diálogo con el gobierno. Pero sin explicar una hoja de ruta o un calendario para este proceso. El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio José Báez, asegura en CNN que sin responsabilidad y enjuiciar a los culpables por las muertes de los estudiantes, Policía Nacional o Juventudes Sandinistas, y si no se incluye a todos los sectores de la sociedad civil, el diálogo será un fracaso.

La Iglesia sería el único actor con el que los estudiantes están dispuestos a negociar; ni con empresarios, ni con el gobierno. “Tiene que haber algún cambio, no podemos dejar que nos maten y encima sentarnos a escucharles”, argumenta Alexander. “Los muertos no negocian”, dice con rabia. “Y no podemos tener como presidente a un asesino”..

 
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