Ocio y cultura

Jöel Dicker: "El éxito no depende de mi"

El autor de 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' presenta en España su nueva novela, una obra coral que gira en torno a la investigación de un cuádruple asesinato ambientada en los Hamptons

Jöel Dicker. Fotografía de Rebecca Bowring

Madrid

Él niega que haya vuelto al thriller después de la famosísima La verdad sobre el caso Harry Quebert que en 2012 le catapultó a la fama, al lugar soñado por millones de escritores. De hecho él ya había escrito varias novelas que no interesaron a nadie y estaba a punto de tirar la toalla. Quizá, por eso, no rechaza la etiqueta de fénomeno superventas. "No, no estoy cansado. No lo entiendo como si fuera un éxito mío, personal, es el éxito de la novela. La lectura abre todo un mundo de posibilidades en cada lector. Es como un buen almuerzo, no tiene tanto que ver con los platos que se comen como con el placer que se experimenta difrutándolos".

Cuenta que le encanta que la gente quiera leer sus libros y que le pregunten cuándo publica nueva novela. "Para mí lo más importante es poder aportar algo a esas ganas por volver a la literatura, a los libros, en un mundo en el que Internet es omnipresente y apenas tenemos WiFi para engancharnos y no atender nada más. Hay que recordar a la gente la importancia de la literatura y de la lectura y eso es un trabajo de padres, profesores, libreros, periodistas". "La gente cada vez lee menos, lo ves cuando te montas en un avión. Todo el mundo esté pendiente de su móvil. Es una pena".

Dicker está estos días en España de promoción presentando su último trabajo La desaparición de Stephanie Mailer (editorial Alfaguara). Es la historia de un cuádruple asesinato resuelto en los años 90, en una pequeña ciudad de los Hamptons (repite Nueva Inglaterra, el escenario de sus veranos cuando era pequeño). Un caso que se reabre 20 años después gracias a una periodista que desaparece en las primeras páginas del libro. "Escribo sin un plan. Nunca sé cómo se va a desarrollar la trama. Es como cuando uno no ha hecho la compra, abre el frigorífico y se pregunta qué puede hacer con los ingredientes que tiene. Primero son las ganas de escribir, ese deseo de contar, de compartir lo que quiero narrar y después empiezan a surgir los personajes". Uno de los primeros fue Anna, subjefa de policía de Orphea, una de las protagonistas de la historia. "A partir de ahí empecé a crear todo un corpus de personajes que hacen que la novela sea coral, polifónica, son muchos personajes a partir de los que se va desarrollando la trama".

Habla Dicker de Anna, que representa los problemas que tienen las mujeres para ser aceptadas, incluso remuneradas en los mismos puestos de trabajo que los hombres. "No sé cómo será en España pero en Suiza (él nació en Ginebra) sigue existiendo la discriminación salarial. Existe la agresión física contra las mujeres, que está ahí, de la que se habla, pero también este otro tipo de agresión que no es física". Y pone un ejemplo. "Tengo una amiga que desempeña el mismo puesto junto con otros tres compañeros y no tiene la misma categoría profesional por ser mujer".

Cubierta de

La desaparición de Stephanie Mailer recuerda en fórmula a La verdad... pero Dicker no lo ve así. "En esta novela me dediqué mucho a ahondar en el mundo de la cultura y no lo considero tanto una vuelta al thriller sino más bien una investigación. Al contrario de lo que pasa en un thriller que uno se deja llevar por la trama, en esta investigación el lector tiene que implicarse, empieza a preguntarse cosas que pueden suceder. Es un juego que me divierte. Me gusta explorar otras vías". Sobre la cultura en el mundo hiperconectado en el que vivimos Dicker lo tiene claro, el problema es de mentalidad. "La pregunta se la hago a usted: cuánto está dispuesta a pagar por un periódico, a pagar por informarse o por música, y cuánto paga por un café o por descargarse una app. Independientemente del presupuesto de cada uno, hay dinero que se dedica a cosas inútiles y muy poco el que dedicamos a la cultura".

Dice no tener miedo a que se le agoten las ideas "las ideas son ilimitadas, hay tanto que decir y que hacer que realmente da para una vida y más". Y tampoco se preocupa de si tendrá éxito o no dentro de 5, 10 ó 15 años. "El éxito no depende de mi. El éxito es muy frágil y yo me he dado cuenta de ello. Escribí novelas que no se publicaron porque no interesaron y me dedico a disfrutar del momento. Como me dijo mi editor de La verdad sobre el caso Harry Quebert cuando todavía no se había publicado (habla de Bernard de Fallois, que falleció el pasado mes de enero, y al que dedica la novela), iba a tener mucho éxito ya solo por el mero hecho de haberla escrito. Ese placer a la hora de escribir es algo mio. Trabajaré muy duro y haré todo lo imposible para seguir estando a la altura de mis lectores".

Terminamos como empezamos hablando de comida. Ya ha abierto el frigorífico para ver si hay ingredientes para su próxima novela?. "Ahora estoy en el momento en el que he sacado todo lo que había y, como ya he dicho antes, escribo sin un plan así que no sé el qué pero sé que algo va a pasar".

 
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