Ocio y cultura
Punk

Las mujeres 'punk' reclaman su lugar

Se cumplen poco más de 40 años del surgimiento de un movimiento que prendió rápido y se extendió por todo el mundo

Estudios recientes ponen de relieve el protagonismo de muchas mujeres en aquel gran estallido cultural que supuso el movimiento punk. / GETTY IMAGES

Madrid

Tradicionalmente marginadas por la sociedad patriarcal y por la historiografía oficial, que ha proyectado una imagen del punk mayoritariamente masculina, estudios recientes están poniendo de relieve el protagonismo de muchas mujeres en aquel gran estallido cultural.

Se cumplen ahora poco más de 40 años del surgimiento de un movimiento que prendió rápido y se extendió por todo el mundo. Así, podemos encontrar, desde finales de los años 70 y principios de los 80, manifestaciones artísticas de todo tipo relacionadas con la estética y ética punk, en distintos lugares del planeta, desde los países asiáticos hasta Latinoamérica, desde Finlandia a Sudáfrica.

La cuarta edición del congreso KISMIF (“Keep it Simple, Make it Fast!”), que tuvo lugar en la Universidad de Oporto entre los pasados 3 y 7 de julio, reunió a expertos de distintos países y disciplinas (sociología, historia, musicología, estudios ingleses, hispánicos, bellas artes, comunicación, cine…) para reflexionar, entre otras cosas, sobre este fenómeno. El éxito de participantes y asistentes a este congreso también ha permitido confirmar la buena salud de unos estudios relativamente nuevos en los que cobra especial interés la presencia de las mujeres.

Patti Smith, la pionera.

El punk y ellas

A pesar de algunas publicaciones de investigadoras británicas y estadounidenses, como Helen Reddington, Lucy O’Brien, Sheila Witheley, Vivien Goldman o Sara Marcus, aún está por explorar la importancia que tuvieron las mujeres en el punk.

En España, nuestra edición de un dossier monográfico de la revista Lectora (U. de Barcelona) en 2017, “Punk Connections: A Transcultural Perspective”, buscaba situar estos estudios desde una perspectiva académica. El reciente ciclo de películas “Mujeres hechas de punk”, proyectado en la Cineteca de Madrid (25 de junio - 1 de julio) pretendía, asimismo, dar visibilidad a estas mujeres y abordar, desde una mirada contemporánea, su trascendencia y relevancia hoy en día.

Con ese fin, se proyectaron documentales sobre el punk en Reino Unido (She’s a Punk Rocker: U.K; Here to Be Heard: the Story of the Slits), E.E.U.U (The Decline of Western Civilization (Part I); We’re Here, We’re Present: Women in Punk; 20th century Women) y España, tanto Madrid (Autosuficientes; De un tiempo libre a esta parte) como Cataluña (Peligro Social; Desechables).

Al establecerse conexiones entre Estados Unidos, Reino Unido y España, se demuestra que el punk no fue algo local ni exclusivamente anglocéntrico, sino que se experimentó también en muchos otros lugares. También se prueba que el fenómeno aún sigue vivo y que las mujeres tuvieron un papel protagonista y no meramente secundario, como se ha interpretado hasta hace poco.

La próxima publicación de un libro de entrevistas titulado God Save the Queens: Pioneras del Punk (66rpm, 2018), en el que se incluyen los testimonios de artistas españolas, chicanas y portuguesas como Ana da Silva (Raincoats), Paloma Romero, AKA Palmolive (Slits, Raincoats), Begoña Astigárraga (Vulpes), Silvia Escario (Último Resorte), Teresa Rodríguez (Desechables), Alicia Armendáriz, AKA Alice Bag (The Bags) u Ondina Pires (Ezra Pound e a Loucura, Pop Dell’Arte, Great Lesbian Show), busca dar voz a unas mujeres que vivieron en primera persona la eclosión del punk y que ahora, desde la perspectiva contemporánea, reflexionan sobre lo que este movimiento supuso para ellas.

Los Desechables, “No me consigues divertir”.

El feminismo del punk

Existe un gran desconocimiento entre el público en general sobre lo que fue y significó el punk, pero parece evidente, ahora, visto desde la perspectiva de los años, que no solo consistió en crestas, ropa de cuero y jóvenes sucios, malhumorados y violentos.

A diferencia de otros movimientos más especializados, el punk fue un fenómeno global en el que encontramos manifestaciones artísticas de todo tipo (música, cine, literatura, fanzines, cómics, pintura, etc.) en las que se plasma una preocupación por lo que ocurría en el mundo.

El papel femenino en el punk es fundamental en este sentido, pues este movimiento permitió a muchas mujeres situarse en una posición de igualdad. Una revisión de los elementos que contribuyeron al desarrollo del punk en general, y al de las mujeres punk en particular, resulta, por tanto, no solo pertinente hoy en día, sino de gran interés dadas las coincidencias actuales con muchas de las preocupaciones sociales y políticas que propició este movimiento.

El hechizo de Siouxsie.

Es cierto que muchas mujeres que estuvieron involucradas en el punk desde el principio manifestaron una cierta resistencia frente a la etiqueta feminista, porque consideraban que mostraba animadversión hacia los hombres. Pero a la larga, y con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, la mayoría de sus protagonistas ha reconocido que el punk significó una revolución, pero especialmente para ellas.

Y, aunque no siempre (como es el caso del hardcore) participaran en la escena punk de igual a igual con los hombres, sí había entre ellas un sentimiento de empoderamiento y de ser las dueñas de su cuerpo y de su libertad en un sentido nuevo en relación con otras escenas artísticas anteriores. Es importante recordar que el punk tiene muchas caras, pero, en lo que a feminismo se refiere, todas ellas suponen un paso adelante frente al papel tradicional asignado a la mujer.

Algunas veces, las mujeres demostraban su libertad a través de una imagen sexual y provocadora como forma performativa, como recomendaba Vivianne Westwood y hacían Siouxsie y Lydia Lunch, en Reino Unido y Estados Unidos, respectivamente, o Ana Curra y Tere Desechable en España. Otras deconstruían la idea mitificada y erótica de la mujer como objeto de la mirada masculina a través de su propia imagen y de su arte, desafiando las fronteras de género, como es el caso de Patti Smith, Poly Styrene, las Slits o las Raincoats. Pero todas ellas buscan, en definitiva, demostrar que son libres.

77 de Alice Bag con Kathleen Hannah y Allison Wolfe, uniendo los inicios del punk con el siglo XXI.

Las autobiografías de Alice Bag –Violence Girl: East L.A. Rage to Hollywood Stage. A Chicana Punk Story (2011)–, de Patti Smith, –Just Kids (2010) y M Train (2015)–, Kim Gordon –Girl in a Band (2015)–, Carrie Brownstein –Hunger Made Me a Modern Girl (2016)–, Chrissie Hynde –Reckless (2016)– o Viv Albertine –Clothes, Clothes, Clothes. Music, Music, Music. Boys, Boys, Boys(2016) y Throw Away Unopened (2018)– demuestran que existe un interés por parte de estas mujeres por contar lo que vivieron y, por parte del público, de conocer su versión de la historia.

Por tanto, podemos concluir que, si bien la postura de las mujeres punk no siempre fue de un feminismo militante, a través de sus actitudes rebeldes y del cuestionamiento del status quo, sus ejemplos han servido para que generaciones posteriores, como las Riot Grrrls, tomaran ejemplo y siguieran ese camino con un programa abiertamente feminista.

El periodista Rafa Cervera expuso en un artículo en JotDown los puntos que el punk había aportado al feminismo. También Sarah Jaffe apuntaba en Dissent lo que el feminismo actual puede aprender del punk.

Existen, sin duda alguna, muchas conexiones entre ambos movimientos y, aunque quizá en la actualidad las mujeres no tengan que pelear tanto como sus antecesoras a la hora de defender su libertad para expresar sus emociones, sus ideas y su creatividad, aún quedan muchas cosas por hacer.

Cristina Garrigós

Catedrática de Filología Inglesa, UNED - Universidad Nacional de Educación a Distancia

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