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Venecia

El baño en los canales de Venecia conlleva una noche de alojamiento gratis en los calabozos

Los últimos chapuzones de turistas en los canales de Venecia han agotado la paciencia de las autoridades de la ciudad

El baño en los canales de Venecia conlleva una noche de alojamiento gratis en los calabozos / Daniel Dal Zennaro

Roma

Con temperaturas máximas de 36º, elevadas a una sensación térmica de 54º por efecto de una humedad relativa de hasta el 74%, es inevitable la tentación de muchos turistas de lanzarse a los canales de Venecia. Sucede casi todos los días en plena canícula a pesar de que sus aguas no son precisamente cristalinas. El pasado fin de semana un joven se lanzó desde la Fondamente Nove y otro desde el puente San Silvestro. La policía detuvo al primero pero el segundo escapó a nado sorteando el paso incesante de vaporetti, barcas y góndolas en el Gran Canal, algo así como cruzar una autopista en momentos de intenso tráfico.

Ya antes, un grupo de alemanes había practicado el salto del trampolín desde el puente de Calatrava en los intervalos de tránsito de las motonaves de mercancías. Otros despliegan kayaks, canoas, tablas, flotadores plásticos o llegan con patines de pedales. Los residentes, no más de unos 80.000, que soportan con resignación la avalancha de visitantes, reaccionan de forma intolerante a estos excesos, generalmente con insultos a estos patanes mientras marcan el teléfono de emergencia de la policía. Este gesto de los venecianos contrasta a menudo con el de los extranjeros, que aplauden, animan o se divierten del espectáculo como si de un parque acuático se tratara.

Sorprendente decisión del ayuntamiento

El alcalde de Venecia, el derechista Luigi Brugnaro, ha prometido un mayor control de masas para frenar el degradado, que atribuye al turismo si bien el deficiente mantenimiento municipal salta a vista por falta de presupuesto. Sin embargo, la alcaldía ha invertido en barreras que en teoría deberían regular el flujo de visitantes pero que en la práctica se han demostrado inútiles. O, en evidente contradicción, ha destinado fortunas a iniciativas y promociones para atraer más turistas todavía.

A los espontáneos navegantes que con frecuencia acaban a nado, el alcalde Brugnaro les ha prohibido este mes de agosto la utilización de todo tipo de artilugios flotantes. Y a los atrevidos del chapuzón en los canales, en aguas de líquenes malolientes y eleva contaminación fecal, ha dispuesto que transcurran una noche en los calabozos de las comisarías. La medida podría conseguir el efecto contrario porque parece una invitación al baño para turistas de recursos limitados, que obtendrían así una noche de alojamiento gratis en una Venecia de costosos hoteles. Incluida, posiblemente, la austera cena y desayuno que prevé la ley italiana de detención policial preventiva.

 
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