El Ministerio de Fomento gestiona un sistema triple de inspecciones para garantizar la conservación de los miles de puentes de la red de carreteras del Estado. Están programadas para detectar fallos aparentes o estructurales y mantener el buen estado de unas estructuras esenciales para las comunicaciones en un país de orografía tan compleja como la española. En la red de carreteras del Estado hay 22.500 puentes y estructuras -obras de paso, en el argot del sector- de más de 3 metros de luz, de espacio entre los pilares. Todas esas obras están incluidas en un inventario, que se actualiza de forma periódica. Y todas ellas han sido inspeccionadas en los últimos cinco años, según explica a la Ser la Dirección General de Carreteras del Ministerio de Fomento. Hay tres tipos de inspecciones: las básicas, o rutinarias, realizadas por los servicios provinciales de conservación, para detectar fallos visibles y poder corregirlos antes de que se agraven y la reparación sea mucho más costosa. Las inspecciones principales, en itinerarios por toda la red, son realizadas de forma visual por personal especializado para determinar el estado de deterioro de los distintos elementos. Y, por último, las inspecciones especiales, también gestionadas de forma centralizada, cuentan con todo tipo de equipos especiales para estudiar en detalle las posibles patologías estructurales y elaborar proyectos más complejos de reparación de la obra. El actual sistema de inspecciones fue definido en 1988. A finales de los años 90 se puso en marcha un sistema de gestión de puentes, ya con una herramienta informática que recoge las fichas y datos de las distintas estructuras. Y en 2007 se aprobó una nota de servicio para establecer los protocolos de actuación, con las correspondientes guías metodológicas, que se han ido incorporando en los años siguientes.