Antoine Griezmann sigue mandando en el Wanda Metropolitano

Madrid

En este Atlético de Madrid reforzado sigue mandando el de las últimas temporadas: Antoine Griezmann. El francés dio la victoria a los de Simeone en la segunda mitad en una de las pocas acciones en las que apareció para volver a ser decisivo. Su jerarquía quedó clara en el gol y en su gesto serio cuando, poco después, Simeone decidió que tenía que retirar del campo a su estrella.

La ausencia de Koke fue la principal novedad del once de Simeone para este partido ante un Rayo que visitaba el Wanda Metropolitano como colista. Pronto quedó claro que los franjirrojos acudían a esa plaza con la ambición de abandonar cuanto antes esa condición.

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Los de Míchel mostraron orden y atrevimiento y, desde el principio, plantaron cara a un Atlético al que le costó entrar en el partido. El gran protagonista de los minutos iniciales fue un Adrián Embarba que mostró movilidad y ganas de buscale las cosquillas a la zaga colchonera, algo que no suele ser fácil.

El delantero, además, gozó de dos ocasiones. En la primera cabeceó una pelota que se fue a la derecha del guardameta rojiblanco Jan Oblak. Después buscó la escuadra en un disparo lejano y algo escorado que tampoco cogió portería. El efecto que le imprimió al balón llevaba mucho veneno.

En el ecuador de la primera mitad el Atlético empezó a entrar más en juego. Hasta entonces solo se había asomado al área rival en una acción de Lucas en la que el francés reclamó mano de Advíncula. Con todo, los de Simeone no lograban crear peligro porque la pelota estaba lejos de los pies de Correa y Lemar, los hombres con más capacidad para asociarse con Griezmann -al que todavía se le ve lejos de su mejor momento- y Diego Costa.

Los rojiblancos también sufrieron un contratiempo con las molestias de Juanfran, que se tuvo que retirar con molestias dejando su sitio a Thomas justo después de que Diego Costa intentara rematar un servicio desde la izquierda al que no llegó por muy poco.

Después lo intentó Lemar en la mejor ocasión de los locales en toda la primera mitad. Disparó el francés desde la frontal y la pelota cogió puerta entre las piernas de tres jugadores del Rayo. Eso no despistó a Alberto, que se tiró al suelo para repeler el balón. El disparo de Diego Costa tras el rechace volvió a pararlo pero la ocasión estaba invalidada por fuera de juego del hispanobrasileño.

El Atlético fue otro en la segunda mitad. Salió enchufado a lo que le estaba pidiendo el encuentro e intimidó al Rayo con disparos de Saúl y Lucas, entre otras acciones. No tenía el equipo de Míchel las mismas sensaciones que en la primera parte, aunque Álvaro García avisó por dos veces que los vallecanos tenían cosas en el campo para hacer daño al rival.

Con todo, el que abrió el marcador fue Antoine Griezmann, como tantas otras veces. Fue en un saque de esquina que tocó de cabeza Savic para trasladar la pelota a la posición del francés, que metió el pie para anticiparse a Embarba y batir a Alberto. Era el 1-0.

Simeone quiso que su equipo fuera más capaz en el control del partido metiendo en el terreno de juego a Koke Resurrección, que entró por Ángel Correa. En el Rayo llegó la oportunidad para Medrán y Pozo. En los cambios, precisamente, llegó uno de los momentos del partido. Ocurrió cuando Simeone decidió quitar a Griezmann a menos de un cuarto de hora del final. No le sentó bien al francés. O al menos eso transmitía su gesto. El argentino hizo como si no lo viera sabedor de que esas cosas se tratan mejor en frío.

Los últimos minutos fueron para el Rayo, que otra vez tiró de orgullo para evitar la derrota. Empezó a pisar con peligro el área rojiblanca y obligó a Oblak a emplearse a fondo. Embarba amenazó con un libre directo en la frontal del área. Después fue Sergio Moreno en el que, tras una buena acción en el área, se plantó delante del portero aunque no vio sitio para lograr el gol del empate.

El esloveno cerró el partido con una intervención que fue, otra vez, tan crucial como los goles de Griezmann. La jugada nació en la izquierda, desde donde salió el centro a Sergio Moreno. Su disparo en el punto de penalti lo atajó de forma providencial el que muchos consideran como el mejor portero del mundo.

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