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ARTE

"La censura en los museos es inaceptable: sólo el público puede decidir si quiere ver una obra (o no)"

Crecen las críticas al Museo Serralves de Oporto por su censura de una retrospectiva de Robert Mappelthorpe

El Museo Serralves en Oporto.(Getty Images)

El Museo Serralves en Oporto.

Lisboa

Casi treinta años después de la muerte del fotógrafo estadounidense Robert Mappelthorpe (1946-1989), su obra sigue provocando polémicas cada vez que es expuesta ante el público. La más reciente ha surgido esta semana en Portugal, donde João Ribas, director del Museo Serralves de Oporto, ha presentado su dimisión al ver la nueva retrospectiva de Mappelthorpe censurada por el Patronato de la institución.

Ribas ha abandonado su puesto al sentirse desautorizado por la Fundación Serralves, que decidió retirar una veintena de las más de 150 obras de la exposición por ser excesivamente provocadoras, y recluir otras fotografías en una sala reservada a la que no pueden acceder menores de 18 años.

La intromisión del Patronato ha suscitado criticas por parte de artistas internacionales y abierto un debate sobre la creciente tendencia hacia la censura en algunas de las pinacotecas más respetadas del mundo. João Fernandes, director artistico del Museo Nacional Reina Sofía y director del Museo Serralves entre 2003 y 2013, opina que la polémica es representativa de un fenómeno global.

“Creo que hay una situación preocupante a nivel global”, afirma Fernandes. “La sociedad es cada vez más conservadora, y vemos eso reflejado en los sistemas políticos, en la Justicia, y también en el mundo artístico. Se imponen valores desde perspectivas morales y religiosas que chocan frontalmente con la libertad de expresión artística”.

El director artístico del Reina Sofía considera que por muy polémica que pueda resultar una pieza artística, debe ser el público que decida si quiere ver la obra en cuestión. “Durante mi tiempo en la dirección del Serralves presentamos muchas exposiciones, incluso ciclos de cine, que tenían la sexualidad como tema central. Nunca tuvimos ningún problema”.

“La clave es avisar al público sobre el contenido de la exposición para que ellos pudieran decidir si la querían ver o no. La censura en los museos es inaceptable: sólo el público puede decidir si quiere ver una obra o no. Compite a los visitantes —y nunca al Patronato— tomar esa decisión”.

 Fernandes celebra que la obra de Mappelthorpe siga intrigando al publico, pero lamenta que la conversación actual en torno a la retrospectiva de su obra se centre en este aspecto. “La obra de Mappelthorpe es muy diversa y va mucha más allá de la sexualidad; por eso, me da pena que esta polémica se centre en eso. Estamos permitiendo que la conversación en torno a él esté dominada por las personas que se han decidido escandalizar por las imágenes, y eso es desafortunado”. 

“No obstante, la polémica no me sorprende. No es que la obra de Mappelthorpe sea tan radical, sino que hay un totalitarismo ultraconservador creciente que se opone a la libre expresión artística”.

 
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