Un infiltrado de ETA: "Con una llamada de teléfono sacrifiqué mi vida"
M. es un ciudadano vasco que se infiltró en ETA. Nunca ha sido miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pero fue durante los noventa uno de los mejores instrumentos del Estado para luchar contra el terrorismo
Madrid
M. es un ciudadano vasco que se infiltró en ETA. Nunca ha sido miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado , pero fue durante la década de los noventa uno de los mejores instrumentos del Estado para luchar contra el terrorismo. Su información ha salvado la vida a muchas personas. Huyó a Francia en dos ocasiones perseguido por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y fue condenado por la Audiencia Nacional a penas de cárcel. A su salida el Ministerio del Interior le recompensó con fondos reservados. Sigue llevando una doble vida: para la mayoría es un terrorista. Muy pocos saben que es un héroe anónimo.
Ascendió hasta lo más alto y ETA le ordenó matar
M. vivió en el entorno de la banda terrorista durante más de diez años y sacrificó su vida para luchar contra el terrorismo. Quería ayudar, no tenía ningún otro motivo personal y conocía el mundo de la izquierda abertzale con la que había frecuentado muchos momentos en su juventud.
Por primera vez en la historia, un civil cuenta a un medio de comunicación cómo se infiltró en el grupo terrorista que ha mantenido en jaque a este país durante cuarenta años. Ascendió hasta lo más alto y ETA le ordenó matar. Gracias a su información se desarticularon comandos, se incautaron explosivos y lo más importante se evitaron muchas muertes. Hoy en día ETA ignora su identidad y lo que hizo este infiltrado durante el tiempo que permaneció en la organización terrorista.
Según fuentes policiales, los civiles que han logrado infiltrarse en la banda terrorista se cuentan con los dedos de una mano. Nunca han hablado y gran parte de la sociedad ni siquiera saben que existen.
Por cuestiones de seguridad no vamos a revelar su identidad ni tampoco los nombres de los miembros de ETA con los que compartió pisos y diseño atentados dentro del aparato militar al que logró incorporarse. Lo que sí puede acreditar la Cadena SER es que hemos verificado su identidad y su historia con el cuerpo policial que le infiltró. Nos confirman que su historia es verdadera y que efectivamente se evitaron muchos asesinatos gracias a su trabajo; al arrojo de un ciudadano que un día llamó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y dijo: quiero ayudar en la lucha contra ETA.
La familia de M es nacionalista del Partido Nacionalista Vasco pero él en su juventud “coqueteó” con la kale borroka (violencia callejera). “Te dejas llevar, te enganchas, iba a las manifestaciones, cruzaba autobuses, nos daban historias de ETA de la lucha armada, era un tipo de adoctrinamiento que estaba de moda. Sin embargo, antes de cumplir los 20 años me puse a trabajar, cambie de amigos y de vida y olvidé por un tiempo la política”, asegura este ciudadano al que podríamos calificar de héroe anónimo.
"Cada semana había un atentado con muertos y me dolía mucho"
Después llegó el tiempo de hacer el servicio militar y en ese escenario pensó que era el momento de ayudar. “Cada semana había un atentado con muertos y me dolía mucho”, asegura nuestro protagonista. Y es verdad: M. creció rodeado de violencia y de víctimas. En la década de los ochenta, ETA mató a 413 personas y solo durante el primer año de la década de los noventa, los etarras asesinaron a 95 personas, una cada cuatro días.
Con ese escenario, M. decidió comenzar a colaborar con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. “Han pasado muchos años y aunque no te voy a decir el lugar exacto sé que lo hice desde una cabina de teléfono”.
M. dice que en aquel momento no sabía cómo funcionaban las cosas. Era un romántico que quería ayudar y que acudió a esa cita sin tener en cuenta el sacrificio que supone para un civil dedicar tu vida a ayudar a los demás infiltrándote en una banda terrorista. “Al principio desconfiaban de mí. Sabían que había estado en Jarrai (grupo juvenil que junto con Haika fueron considerados por la Audiencia Nacional organizaciones terroristas cercanas a ETA) y que era un chaval que iba a las manifestaciones. Cuando fuimos cogiendo confianza lo que querían es que les diese información de Herri Batasuna”, asegura nuestro protagonista. Su primera infiltración fue en Gestoras Pro-Amnistía, la organización del entorno abertzale que siempre ha tenido más contacto con los presos de ETA. Los fines de semana los dedicaba a visitar a presos de ETA y a cubrir manifestaciones, actos y asambleas de la izquierda abertzale y del entorno de ETA.
Ese fue el principio de una aventura que M. nunca se imaginó. Porque más allá del motivo que puede llevar a un chaval joven del País Vasco a ser un topo y colaborar con los cuerpos policiales, ¿sabe un infiltrado hasta dónde puede llegar? “Nunca se sabe hasta dónde se puede llegar, sobre todo al principio. Ellos no lo sabían y yo, tampoco. Aunque ellos sí sabían que después de dar un paso era imposible darlo para atrás. Por eso me he sentido utilizado”, responde M.
Cuando preguntas a M. acerca de su primer servicio responde que fue esa primera llamada que hizo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Sin embargo, si hablamos de un "gran servicio" afirma sin ningún género de dudas que es el momento en el que gracias a tu información cae un comando de banda terrorista. “Es jugar a otra etapa de la infiltración” . ¿Y qué siente un topo cuando gracias a una información que has proporcionado se desarticula un comando de ETA? “Sientes nervios, miedo y luego viene la fase de satisfacción colectiva sabiendo que has salvado vidas porque ese comando iba a matar a personas”.
Sin embargo, tras ese primer “gran servicio” M. sabía que su vida iba a cambiar. Era consciente de que una vez detenido el comando iba a pasar a estar en busca y captura. El plan pasaba por salvarse él y algún miembro más del comando para no levantar sospechas dentro de la banda terrorista y después dar el paso a Francia que era donde "se movía" toda la información.
Uno de los momentos más duros para un infiltrado es conocer a través de los medios de comunicación que tiene una orden de busca y captura por pertenecer a una organización terrorista. "Pasar" a Francia porque "estás quemado" en el argot policial es un éxito, aunque a nadie se le escapa el sufrimiento que puede suponer para una familia enterarse de que tu familiar está siendo perseguido por la justicia. Desde el momento que estás en busca y captura tienes que romper todo contacto con tu entorno. Pasas a ser un liberado de ETA a sueldo de la banda terrorista.
El héroe anónimo que se infiltró en ETA
31:09
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Ana Terradillos
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra (1991-1996) y en Ciencias Políticas por la UNED...