Ocio y cultura

Miquel Barceló ilustra la fascinación por el mal de Fausto, de Goethe

"Hacer libros me parece urgente, exposiciones he hecho muchas", señala Miquel Barceló, que ya trabaja en el segundo volumen de la obra

Miquel Barceló, durante la presentación de 'Fausto' / FERNANDO ALVARADO EFE

Madrid

"No soy un ilustrador muy estándar y me parecía que lo que podía aportar era una lectura paralela, otra cosa que a veces parece que no tiene nada que ver y que a mí mismo, a veces, también me parece que no tiene nada que ver. Creo que podría usar estos dibujos para ilustrar El Quijote y tal vez funcionaría. Quizá deberíamos probarlo (mirada a su editor, Joan Tarrida, y risas)". Miquel Barceló presentaba hoy, así, su nueva obra, que no es una pintura o una exposición, sino un libro, el Fausto de Goethe.

Quince años después de ilustrar La divina comedia de Dante, el pintor mallorquín traduce en 72 acuarelas el deseo de inmortalidad o la fascinación por el mal de Fausto, obra en la que empezó a trabajar en agosto del año pasado, mientras estaba en el norte de la India. Barceló, que hace su propia lectura del clásico de Goethe, en la que Fausto y Mefistófeles son casi el mismo dibujo, reconoce que no es un ilustrador clásico, por eso de que dibuja cosas que no están en el texto y hace su propia interpretación: "No quiero hacer visible aquí lo que dice Goethe, para eso ya está su texto".

El artista mallorquín explicaba que este "libro es una reflexión sobre la vida, muy actual. Trata del conocimiento, el olvido, el deseo, la pérdida del deseo, el poder y su pérdida, la idea de Dios o la ausencia de Dios" y reconocía que "todos tenemos un Fausto y un Mefistófeles dentro". Por cierto, un personaje, el de Fausto, que el artista mallorquín dice entender bien: "Cuántas veces está uno en su taller horas y horas, cuando sabes que la calle está llena de cosas que deseas".

Miquel Barceló, mostrando una de las 72 acuarelas que ha realizado para 'Fausto' / FERNANDO ALVARADO

'Fausto', publicado por Galaxia Gutenberg en edición bilingüe -alemán y castellano-, ha sido traducido por Elena Cortés Gabaudan. Barceló decía que este libro -su precio es de 89 euros- no era un proyecto con un afán comercial: "Esto no lo hacemos como regalo de Navidad, sino para que quede para siempre".

"Hacer libros me parece siempre lo más urgente entre manos. Exposiciones ya he hecho muchas, tal vez demasiadas, pero con los libros tengo la sensación de que nunca es suficiente", añadía el pintor, que iba más allá y confesaba que hay otros títulos que le gustaría ilustrar y a los que lleva "años dando vueltas: La Biblia sería un buen tema, El libro tibetano de los muertos, incluso la Crónica de Indias de Bartolomé de las Casas, que es un poco western y, como los toros, un poco tabú".

Sobre su futuro, Barceló reconocía "no tener ni idea" de cuál será su próximo proyecto: "Cuando voy al taller casi nunca sé lo que voy a hacer y eso me gusta: si no fuera así, no iría. Es verdad que mis técnicas se han ido ampliando poco a poco y hago cuadros cada día, pero es que no sé qué voy a hacer".

Y sobre el momentazo Banksy destruyendo su propia obra en una subasta, Barceló era claro: "No es nada nuevo ni relevante, ya han pasado cosas así. La 'Mierda de artista' de Mazini, por ejemplo, tiene muchos años".

 
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