Sergio Fanjul: "No me gusta la pocilga digital que es Facebook, yo intento ser como Iñaki Gabilondo"
El poeta y periodista recopila en 'La vida instantánea' su textos en Facebook, que evitan trincheras digitales y buscan "una escritura perenne"
Madrid
"Escribo desde que tengo uso de Internet. A decir verdad, un poco antes ya emborronaba cuartillas con relatos y poemas, Microsoft Word offline, bolígrafo Bic azul, libretas cuadriculadas de bazar, textos que no llegaban a los ojos de nadie, vergüenzas varias escondidas en el legendario cajón lleno de prodigios y basura que antes tenían los escritores. La llegada de Internet supuso un salto definitivo (...) Ya no había que guardar nada en el proverbial cajón. Ni siquiera la basura". Así comienza el libro 'La vida instantánea' (Círculo de Tiza) de Sergio C. Fanjul, que recopila sus post en Facebook desde enero de 2017 a enero de este año, historias que se mueven entre la crónica periodística, el cuento y la prosa poética. Dice Sergio que en ningún sitio ha escrito más a gusto que en Internet:
"En Internet no hay ningún corsé para escribir, básicamente no hay jefes (...) Lo que me gusta de Facebook es que es un sitio donde hay mucho yonqui y yo tengo su heroína, y me parece una gran idea ponerse a escribir en serio en Facebook porque todo el mundo esta superenganchado y solo tienes que poner ahí tus cosas para que se las coman. El público, además, es muy variopinto, no solo hay gente del mundo literario, sino que hay gente que habitualmente no lee y solo lee eso".
Historias instantáneas que nacen de la necesidad de una "escritura perenne", de no conformarse -si no tengo una columna diaria en un periódico, por qué no tenerla en Facebook-, de esa disciplina de escribir todos los días para monitorizar la vida propia a falta de memoria o para enfrentarnos con nuestra propia estupidez cuando pagamos tres euros por un café en un garito con paredes de ladrillo visto y bicis colgando del techo.
"Yo decía el otro día que soy moderno, pero más de Voltaire que de Rosalía. Y me llama la atención porque cuando yo era chaval, en aquella época ser moderno era ser antisistema, aunque fuera de la manera vaga en que lo eran Nirvana o la antiglobalización, que era una lucha política. Pero lo moderno no era tener marcas y comer en franquicias. El hipsterismo me parece la primera subcultura juvenil prosistema y no tiene una postura política, aunque creo que es de derechas porque abraza la idea del pensamiento positivo, la superación personal, toda la historia neoliberal, la filosofía de coworking, que llamo yo. Y a mí eso me toca la moral. Porque con el punk y el hip hop parece una tontería, pero estás configurando la forma de pensar de las generaciones venideras y mucha gente se acerca a la política a través de la música. Y creo que se ha perdido la batalla cultural en este sentido. Nos han seducido, es más fácil estar a favor que estar en contra de las cosas".
Fanjul dice que "la vida es más sabrosa" si escribe sobre ella y reivindica la periferia porque la vida no solo pasa por Malasaña o la Gran Vía, porque en Usera, Villaverde o Carabanchel hay muchos bares con barra metálica y la tele puesta todo el día, "donde siempre te llaman joven tengas la edad que tengas", con "señores-que-bajan-al-bar" y se cuidan a su manera tosca mientras leen el Marca. Porque en la periferia viven esas señoras que se llaman Hortensia o Ludivina y que, dice Fanjul, en estos tiempos dan caché a cualquier cosa que monta un artista o un urbanista o un político o un gestor cultural comprometido con esto de los barrios.
"Lo cierto es que hay un gran movimiento muy promovido por el actual ayuntamiento y por el estado mental de las cosas de actuar en lo barrial y en los distritos, que es una cosa que yo aplaudo, y se da la consecuencia de que siempre están las señoras, que le dan prestigio a este tipo de historias. Y cuando los urbanistas, los sociólogos o los artistas van a un barrio y quieren hacer algo, siempre tiene que haber señoras porque eso es como la legitimidad del barrio y es verdad, los barrios se legitiman por sus señoras. Son estas señoras que han visto cómo sus hijos cayeron en la heroína, cómo sus maridos están trabajando todo el rato por poco dinero, algunas sufrieron malos tratos. Son señoras que se dedicaron a la política de los cuidados constantemente y nunca fueron reivindicadas, se pasaron la vida cuidando a los suyos y pidiendo poco a cambio. Me parecen heroicas".
El universo de Sergio Fanjul pivota alrededor de la soledad y la ansiedad del freeelance, del que paga el IVA cada tres meses, del que prueba a meterse en un coworking para quitarse el pijama y estar un poco menos solo. Fanjul, que se permite el lujo de comer el menú del día en bares con mantel de papel, debería escribir la guía definitiva del grasabar en España o ser nuestro corresponsal en el Carrefour 24 horas de la Plaza de Lavapiés, ese lugar que para el escritor es el Gran Teatro del Mundo y donde parece que sucede todo ("la vida es muy corta, pero la cola del Carrefour es siempre muy larga").
"El hecho de que aparezcan los supermercados 24 horas dice mucho de la sociedad que se está montando, esa gente que trabaja y tiene unos horarios infernales y que solo puede hacer la compra a las tres de la mañana. Tú vas al Carrefour de Lavapiés, enfrente del cual yo vivo, y no es que esté la gente comprando pizzas congeladas porque está en una fiesta, que también, yo veo a la gente haciendo la compra semanal, comprando remolachas y yogures. Como la sociedad no va a parar ya nunca más, va a ser todo 24 horas, vamos a estar supercomprando en el supermercado todo el rato. El Carrefour de Lavapiés lo he utilizado mucho en mi libro porque para mí es como el Gran Teatro del Mundo".
Dice Sergio Fanjul que "la capacidad de asombro es solo un músculo que se entrena" y que no es que mire a su alrededor más despacio que los demás -como todos, él también va "a toda leche"-, pero se fija. Se fija en la mujer que habla sola en el vagón del metro, en la tienda de muelles que hay en Atocha o cómo "cuesta más tirar un clínex al suelo frente al Gucci de Serrano 49 que en la calle de Amparito Usera".
"Perseguimos sin freno la innovación cuando todavía no sabemos apañarnos con lo realmente existente. Y tampoco sabemos si con esto ya nos vale", escribe en 'La vida instantánea'. El post es del 31 de mayo de 2107. 93 likes. Por cierto, que Fanjul debe tener un hater y medio y huye de las trincheras digitales:
"Es un horror y precisamente ese es uno de los motivos por los que yo quiero utilizar Facebook de otra manera, porque no me gusta nada la pocilga digital que es y la bronca constante. Yo quería ofrecer gratuitamente algo de interés y que fuera valioso, y no estar todo el día en las polémicas, aunque también me he metido en algunas. Pero aun así, cuando opino de las cosas trato de huir de las trincheras y el mal rollo, por eso no me salen muchos haters. Intento ser como Iñaki Gabilondo, me inspiro en él, habla de todo pero no genera animadversión".