'El desguace de las musas' de La Zaranda, retrato en technicolor de la decadencia del teatro
La Zaranda estrena su nueva obra en Zaragoza, con Gabino Diego, y estarán en el próximo Festival de Otoño con un proyecto "grande, ambicioso y descabellado"
"Todavía no sé qué es este trabajo, si lo supiera estaría más tranquilo. Pero si lo supiera explicar no sería nada bueno". Así comienza nuestra conversación con Francisco Sánchez, Paco de La Zaranda. Faltan cuatro días para el estreno de la nueva obra de la compañía, El desguace de las musas, en el Teatro Principal de Zaragoza. Además de Paco y del resto de miembros de La Zaranda -Enrique Bustos, Gaspar Campuzano y el dramaturgo Eusebio Calonge-, la compañía ha trabajado en esta ocasión con Gabino Diego, la actriz Inma Barrionuevo y la soprano y pianista Mª Ángeles Pérez-Muñoz.
Vayamos al principio de esta historia. El desguace de las musas nació en las calles del barrio chino de Barcelona en octubre de 2017. La Zaranda estaba representando en el Teatre Romea su obra Ahora todo es noche y mientras la ciudad se llenaba de urnas, ellos paseaban una mañana buscando el lugar donde estuvo aquel antro llamado la Bodega Bohemia, en la calle Lancaster (hoy un bloque de pisos), que conocieron antes de su cierre y por el que pasaban cuando iban a la ciudad condal porque "era un lugar inspirador". "Estábamos trabajando en el Romea y Barcelona estaba en plena efervescencia con las manifestaciones, era una situación muy complicada, nos pilló allí todo y había días que no sabíamos si íbamos a poder hacer la función". Al poco de ese paseo y de encontrar el lugar donde estuvo la Bodega Bohemia, Eusebio Calonge escribió el primer borrador de El desguace de las musas.
La Bodega Bohemia abrió sus puertas en 1920, en la trastienda de una charcutería llamada Celler Bohemi, que en 1939 cambió su nombre y se independizó del colmado. La Bodega Bohemia se convirtió en un café teatro en el que actuaban cantantes, magos o imitadores, artistas controvertidos y transgresores, frecuentado por la burguesía catalana, con Joan Massó i Gilbert -Oh, Grand Gilbert!, de nombre artístico- como maestro de ceremonias. Un lugar que frecuentaron desde Dalí y Sara Montiel a Fraga Iribarne o Carmen Franco. Jaume Sisa presentó allí su primer disco y Manuel Summers rodó varias escenas de su película 'Juguetes rotos' en la Bodega Bohemia. En 1998 cerró sus puertas.
Y, aunque la inspiración de esta obra le vino a Calonge de aquel lugar, explica Paco de La Zaranda: "No recreamos la historia de la Bodega Bohemia, ni mucho menos. El lugar donde se da El desguace de las musas es simbólico, metafísico, es una metáfora del mundo, de España o de la ciudad donde vives. Es un antro que trasciende por completo a ese cabaret, es la metáfora de un país, de nosotros mismos. El trabajo sucede en la conciencia del que está en la butaca, presenciando aquéllo".
El director y actor de la compañía explica que lo que se muestra "es una historia del teatro, hay un momento en el que hacemos un auto sacramental lleno de lentejuelas para ver si eso se puede levantar y hacemos un repaso a la historia del teatro y a todas las modalidades teatrales habidas y por haber y nos preguntamos cómo el teatro ha podido degenerar en lo que ha degenerado, en convertirse en un mero negocio y dejar a un lado lo que es la verdadera creación y el sentir de una gente que siente el arte en carne viva y que pretende emocionar y conmover a su público, y se ven abocados a un antro donde no hay escapatoria".
En El desguace de las musas hay "auto sacramental, sainete y guiñol. Esos tipos de teatro, a través de estos personajes, han sido machacados, machacados y machacados por un monstruo y una maquinaria que ha aniquilado todo, pero hay una esperanza, que está en que el ser humano vuelva a mirar a lo humano".
¿Hay algo de defensa del paraíso perdido que se ha comido la taquilla y el marketing? "Tiene algo de eso, de ese paraíso perdido, que yo creo que está en peligro de extinción, pero mientras el hombre está vivo, el teatro está vivo. El teatro es la voz del que no la tiene y a través del teatro se manifiesta lo que normalmente no se ve. Nosotros siempre hemos puesto la voz a personajes que no existen, y estos personajes del desguace se van, no dan para más, se los come la maquinaria que nos atrapa y nos aniquila a todos".
Los personajes de El desguace de las musas "son gente que está en el límite de la vida, por eso habitan ese espacio, que pudieron ser y no fueron o que fueron y ya no pueden ser. Es de una decadencia total. Son artistas o por lo menos lo han pretendido. Uno dice que triunfó en Las Vegas -Kentucky, interpretado por Gabino Diego-, y es un personaje que puede llegar a reconocer todo el mundo porque la humanidad que desprende está en el corazón de cualquiera. La volcán es una mujer que cantó, una vedette de primera fila venida a menos y que acaba en este cabaret de mala muerte, y es ya un volcán apagado. La Toscanini toca el piano... La vida los ha llevado a un límite".
No es la primera vez que trabajan con actores y actrices ajenos a la compañía. En El grito en el cielo, se sumaron a La Zaranda Iosune Onraita y Celia Bermejo. Dice el director que abrir la compañía a otros actores ha sido "bastante sorprendente porque en el último trabajo (Ahora todo es noche) queríamos ser de nuevo el núcleo y nos costó más trabajo que trabajar con gente". Cree que Gabino Diego, Inma Barionuevo y Mª Ángeles Pérez-Muñoz se han acoplado muy bien al proceso de creación de la compañía, que no tiene nada de convencional: "Hay algo que nosotros no permitimos y es el teatro dentro de nuestro teatro. El teatro siempre es mentira y nosotros estamos empeñados en que el teatro es verdad, es un juego verdadero y sagrado. Y esto, al principio, es chocante para el que viene de fuera, porque lo único que pide un actor o una actriz es el texto para aprendérselo, y aquí no se trata de eso, sino desde dónde vas a arrancar ese texto. Y ha sido una maravilla trabajar con ellos".
Y, a pesar de la decadencia de esos personajes en el límite, hay color, mucho color en El desguace de las musas. "Creo que hemos conseguido, por primera vez en nuestra historia, un trabajo en technicolor. Hay muchísimo color y a los primeros que sorprende es a nosotros, que no estamos acostumbrados. La tragedia y la hondura están ahí, pero con otros colores".
¿Es un technicolor brillante o ajado? "Es brillante, pero como siempre digo, los personajes y lo que ocurre sucede en la conciencia del espectador, que será el que le dé brillo o no. Pero nosostros no hemos escatimado en brillos. No es un espectáculo de cabaret lleno de plumas, no, es un mundo como el que vivimos, tampoco hay tanto brillo. Hay escenas e imágenes muy potentes y con mucha música en directo, con la voz de una soprano..."
Cree Paco que la compañía está ahora mismo en un momento "de recoger" lo sembrado. Tienen firmadas más de 70 plazas con El desguace de las musas, con la que viajarán por media España, Japón y México, "es increíble la cantidad de ciudades y pueblos que han solicitado este trabajo, más no se puede pedir".
"Estamos en un punto de querer abrirnos a más gente, a gente que quiere trabajar con nosotros" y avanza que tienen previsto abrirse todavía más, "sorprendentemente más". Lo harán el próximo año, en el Festival de Otoño de Madrid, "con un proyecto muy grande, muy ambicioso y un poco descabellado", en el que trabajarán con actores españoles y latinoamericanos, en un espacio grande, aún por determinar, pero en el que antes no se ha hecho teatro. "Queremos que se note que somos una compañía de Madrid, que trabajamos en Madrid", dice Paco de La Zaranda, Compañía Inestable de Ninguna Parte.
Tras su estreno el próximo 1 de febrero en Zaragoza, El desguace de las musas viajará a Valencia, Granada, Sevilla, Valladolid, Barcelona o Madrid.