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Campos refugiados

Los refugiados olvidados del "campo de concentración" de Moria

5200 personas viven hacinadas en el único "campo de refugiados" de Europa

El supuesto modelo de centro de tránsito para los que legan a Europa por mar pidiendo protección continúa provocando esperas de hasta 15 meses para poder salir dela isla de Lesbos

MSF denuncia que esta desesperación está haciendo aumentar los casos de intento de suicidio o autolesiones

Un proyecto de la Fundación del Barça ayuda a miles de niños a soportar esta espera

Lesbos

La isla de Lesbos se convirtió en 2015 y desde entonces hasta ahora en la isla de los refugiados, durante un tiempo formó parte de la rutina informativa de todos los medios de comunicación del mundo, por allí pasaron enviados especiales o freelance para documentar el éxodo que protagonizaban sobre todo sirios. Una cobertura espectacular, porque llegaron más de 700.000 personas en poco más de un año y medio, generando un movimiento de más de 350 millones de euros, según algunos cálculos, que fueron a parar a los que se lucran con la desesperación de los que tienen que pagar para poner su vida a salvo en un viaje en patera.

Hoy, 4 años después, casi nadie habla de esa isla ni de los refugiados, y siguen llegando, pocos comparado con entonces (llegaban de media 2.000 diarios), unos 400 a la semana, pero sobre todo siguen olvidados, encerrados y siendo víctimas de cómo se vulneran de buena parte de sus derechos en lo que hoy ha convertido a Lesbos es el paradigma del fracaso del supuesto modelo europeo de atención a los refugiados.

“Mucha incertidumbre, mucha frustración, mucha rabia y mucha melancolía por lo que todos dejamos atrás” nos cuenta Alí, un veinteañero afgano que toca un organillo en su choza de plástico y madera habilitada junto a algunas de las pequeñas chozas convertidas en comercios en una de las cuestas del campo. Una melodía triste para un sitio triste. Moria, el campo de refugiados y migrantes que supuestamente se iba a convertir en el modelo de 'hostspots' europeos, donde se iba a identificar rápidamente a las personas vulnerables, y se iba a dar prioridad a los refugiados, sigue siendo uno de los peores lugares para pedir asilo en Europa. Es un sitio apagado a pesar de que hay un montón de niños.

5.200 personas hacinadas en contenedores prefabricados y muchas aun en tiendas de campaña de plástico. Colas para la comida, colas para intentar presentar documentos en el contenedor de FRONTEX, alambres de cuchillas rodean las oficinas donde se presenta la petición de asilo en lo que es toda una metáfora de la bienvenida de Europa, el derecho de asilo protegido por cuchillas a las que no acercarse si no quieres rajarte. Algo muy diferente a 2015 es que ahora casi no hay sirios, la mayoría son afganos y hay muchos de África Occidental.

Subiendo la cuesta que va desde esa oficina a la parte alta del campo, están los más veteranos, Ahmed, de Somalia es muy directo, "la vida aquí es pura mierda, estoy aquí desde hace 1 año 5 meses y 23 días, llegué en septiembre de 2017. La vida es demasiado dura, demasiada mierda, todo es una mierda", se queja este joven de 30 años que vive en la zona de los somalíes, un caso evidente de persona que huye de una guerra clara y al que Europa aun no le ha dado el asilo. No le dan autorización a salir hacia Atenas o el continente.

Muerto de frío

“Un camerunés como yo murió aquí en Moria en diciembre a causa del frío, yo lo conocía, lo llevamos a la iglesia y lo enterramos”, nos cuenta Tchokomeni, ya en el exterior, en la extensión de tientas de campaña rodeadas de olivos que forman parte del complejo. Se queja de “discriminación hacia los negros” en la comida y en la tramitación de los papeles. Lleva 10 meses en Moria, a donde llegó con su mujer embarazada, que de hecho dio a luz al día siguiente de pisar la isla, su hija Dana, nacida en Lesbos, vive con ellos en una de esas tienda de campaña en el monte de olivos junto a los muros de concertinas, dentro no cabe nadie más .

Aumento en los intentos de suicidio

Uno de los problemas más graves es que la desesperación de estar aparcado en esa isla, de saber que no te van a dejar salir a veces durante años está llevando a muchos y especialmente a los jóvenes incluso niños de 10 años a intentar suicidarse. A pocos metros de la muerta principal de Moria está la clínica pediátrica que Médicos Sin Fronteras sacó del interior del centro tras el acuerdo Unión Europea - Turquía, allí atendiendo una cola de 10 pacientes, entre ellos la pequeña Dana, la hija de los cameruneses, la doctora Carola Buscemi, una pediatra con experiencia dice estar impresionada, “la situación en terrible, cada vez detectamos más problemas de salud mental, jóvenes y niños cada vez más o pequeños con ataques de pánico o directamente con intentos de suicidio”, detalla esta pediatra, quien afirma que los perfiles de estos chicos desesperados son “muy variados, vienen ya con traumas pero esta situación los lleva al límite”, afirma.

Para Carola Buscemi y para Médicos Sin Fronteras, la situación es Moria es propia de “un campo de concentración a todos los efectos, es terrible, los padres muestran falta de esperanzas para ellos y sus hijos, salieron de sus países para darles un futuro mejor y llegan aquí y se encuentran esta situación, están desesperados”, son de las pocas ONG grandes que quedan en Lesbos.

“Muchas críticas, pero esto no es un hotel”

Balpapakis Ioannis, el director de este campo, primero nos quiere hacer ver que la gente pasa como mucho 6 meses, que los 350 menores que han llegado solos a la isla tienen mayor protección , o que a los refugiados se les saca rápido de la isla, pero cuando le vamos poniendo ejemplos de los testimonios que hemos recogido y que desmontan su discurso oficial, se enfada, “es muy fácil criticar para las ONG, o para algunos que pasan aquí solo media hora, incluso algunos periodistas y que luego dicen que todo está mal, pero ¿cómo gestionar 17 nacionalidades, 5.200 personas, 350 menores no acompañados? Les damos lugar para dormir, comida y tramitamos sus papeles, si muchas críticas y muchas quejas pero esto no es un hotel “concluye.

El futbol como bálsamo

A pesar de todo no deja de ser admirable la capacidad de superación de estos refugiados olvidados en Lesbos. Mohamed no solo tiene esperanzas sino que es ejemplo de la resiliencia de esta gente. Su caso es el de un niño que llegó solo a Lesbos hace 2 años, huyendo de los talibán y que gracias a un proyecto de la fundación del Barça sale 5 días a la semana de esa rutina desesperada.

“Nací en Afganistán, estuve allí hasta los 7 u 8 años, mis padres murieron, a mi primo los asesinaron los talibanes, y después ya iniciamos el viaje a Europa, pasando por Irán donde estuvimos 7 años y después con mi hermano pasamos a Turquía y finalmente en patera a Lesbos, el 14 de agosto de 2017” nos cuenta con detalle.

Mohamed es un menor no acompañado, como él hay otros 120 chicos que llegaron solos y que viven en Moria en contendedores prefabricados, durmiendo en literas y a la espera de que les resuelvan sus papeles. Todos ellos y las 150 niñas que también llegaron solas, y que viven en otro modulo del campo, participan en el programa para Refugiados que tiene en marcha en la isla la Fundación del Fútbol Club Barcelona. A Mohamed lo encontramos jugando una pachanga con sus compañeros, allí no solo patea el balón y sueña con ser como Ter Steguen, dice que admira al portero del Barça y que quiere ser como él, lo más importante de este proyecto es que saca a esos niños de la rutina de miedos e incertidumbre del horror de Moria, donde lo visitamos al día siguiente. “A través del deporte y del fútbol hago amigos”, afirma sonriente mientras no solo se relaciona con sus compañeros sino con niños locales. El Programa del Barça en la isla trabaja también con escolares del pueblo de Moria con la misma metodología de deporte y “valores como la solidaridad, el compañerismos o el respeto al otro”, la idea es que al menos los niños convivan con normalidad por encima de su origen o sus circunstancias. Solo desde noviembre más de 1000 niños refugiados en su mayoría han pasado por este proyecto dela Fundación del Barça, que en los países de la zona llega a más de 14.000 niños refugiados.

Hoy, ex jugadores del FC Barcelona participan en un gran campus en los que niños griegos y refugiados compartirán todo el día, derribando el muro que los adultos, de Grecia y Europa, se siguen empeñando en seguir levantando para que al menos los casi 7.000 refugiados que quedan en esta isla (otros 1.200 en el campo de Kara Tepe, de gestión municipal y buen funcionamiento) tengan acceso a su derecho al asilo en Europa.

Nicolás Castellano