Cristina Castaño siempre será Judith, la cuchufleta de «La que se avecina», aunque ella busca en otros proyectos la manera de quitarse esa etiqueta. Lo intentó en «El final del camino» y poco después en «Cuerpo de élite». Ahora se embarca en una nueva aventura profesional con un papel con el que considera que es «una actriz mucho más completa». En «Toy Boy» te ha tocado un personaje que no tiene nada que ver a nada de lo que has hecho recientemente. Es un regalo que venía buscando porque es un thriller, un drama. Mi personaje es de los más complejos. Es una persona poderosa y eso implica interpretar a un tiburón, un personaje que estaría destinado a un hombre. Ella es la que conduce Ferraris, Maserattis… tiene una mansión maravillosa en Estepona, es la que se liga al chico de 20 años y la que le paga todo. Es lo que estamos acostumbrados a ver en un hombre y en esta serie lo representa una mujer que, además, es atractiva y madura. ¿Una villana? No lo es. A la gente le gusta definir a una mujer poderosa como alguien malvado, pero no. Como todas las personas poderosas ella tiene que ejercer el poder. Es una empresaria de Marbella y juega con las altas esferas de los políticos y ahí hay que utilizar todas las armas posibles, y ella las juega bien. Este thriller se sumerge en el mundo de los strippers. ¿Cuánto de erotismo tiene la serie? Es un thriller erótico, pero la parte sexual está contada con mucha clase y mucha elegancia, con muy buen gusto. Interpreto a un tiburón, un personaje que estaría destinado a un hombre ¿Cómo te has enfrentando a las escenas más picantes? Ya las había hecho en otras películas, lo que pasa es que Macarena es un personaje sexual muy potente. Me parece arriesgado e interesante que esta serie se adentre en este aspecto de los personajes. A veces esta parte queda eliminada y, al final, nosotros somos lo que somos de puertas para dentro de una habitación. Se cuenta mucho de una persona con lo que es en su cama, en su intimidad. Me parece interesante como actriz y arriesgado por parte de la cadena. ¿Te interesa más la parte dramática que la comedia? No es que me interese más una cosa u otra, sino que a la gente le cuesta verme fuera de la comedia después de siete años interpretando a Judith y, además, repitiendo los capítulos constantemente. Primero, la gente piensa que todavía no me he ido. Y segundo, parece que no puedo hacer otras cosas. Yo ya me fui hace dos años. Creo que «Toy Boy» me va a dar la oportunidad de que me vean como una actriz mucho más completa y estoy segura de que no me van a reconocer. Tener followers no es una garantía de nada ¿Ha cambiado la popularidad con las redes sociales? Cambia todo. En «La que se avecina» ya nos pillaron con redes sociales. Nosotros generamos noticias a través de nuestro Instagram y antes, a lo mejor habías ido a un evento, y si la revista no te nombraba, no habías ido. Ahora da igual que lo hagan. Tú eres tu propio jefe de prensa si tienes un público amplio, que, por suerte, es mi caso . Lo que ha cambiado es que se han eliminado fronteras. Ahora cualquier serie puede ser conocida mundialmente la hagas donde la hagas. ¿Temes que el número de followers acaben siendo un baremo en los casting? Hay muchos factores que son importantes a la hora de escoger a un actor y que no tienen que ver con el talento. El talento es uno de ellos. Pero muchas veces los mejores de la escuela de interpretación no son los que están trabajando. Hay muchos otros factores para que un productor o un director de casting escojan a un actor, y es posible que el número de followers sea ahora mismo un factor que influya y es absolutamente comprensible porque el productor pretende llegar a un mayor número de público. Si tú tienes una audiencia grande es posible que tú puedas servir como publicista del producto en el que estás trabajando. Pero no es una garantía de nada y eso lo hemos comprobado. En recientes ocasiones, hemos visto como personas con gran número de seguidores no han llevado a gente a las salas.