Ocio y cultura

Miss Mara: la trapecista que no encajaba en la España de Franco

La compañía Teatro en Vilo estrena en el Price el espectáculo 'Miss Mara. Quien se reserva no es artista', un homenaje a la estrella del trapecio María del Pino Papadopoulos

Miss Mara. Imagen de archivo

Madrid

“Es muy duro nuestro trabajo, requiere una gran riqueza de espíritu. Tenemos que darlo siempre todo, sin quitar nada, esté el circo lleno o vacío. Es un sacrificio constante. Quien se reserva, no es artista” decía María del Pino Papadopoulos Vaquero, conocida como Miss Mara. Nació en San Fernando (Cádiz), en 1933, en una familia humilde. Su madre era malagueña, su padre, griego. Debutó con 5 años en el circo de su familia, el Florida, y se convirtió en una trapecista legendaria, habitual en las pistas de circo europeas y americanas, desde el Circo Price de Madrid hasta el Circo Ringling.

Las crónicas de la época relataban cómo sus actuaciones cortaban la respiración de su público con su "resbalada de talones", cuando se dejaba resbalar en el trapecio en movimiento hasta quedar suspendida por los talones. En 1953, Miss Mara sufrió una caída en Tacoma, Estados Unidos, que la mantuvo retirada de las pistas durante dos años para someterse a múltiples intervenciones quirúrgicas. Así lo explicaba ella en 1958, en una entrevista: "Me fracturé la espina dorsal, tuve conmoción cerebral, me partí los huesos del tobillo derecho y me deshice el hombro del mismo lado. El tobillo lo tengo sujeto con dos tornillos de platino. Este accidente me obligó a pasarme dos años retirada del circo, andando en una silla de ruedas. Los médicos me dijeron entonces que no podría volver al trapecio. Me caí a las nueve de la tarde y recobré el conocimiento a las doce de la noche".

La trapecista reapareció en 1956, actuando en el Madison Square Garden de Nueva York y siguió recorriendo medio mundo subida al trapecio. Se retiró en el Circo Atlas en 1980 y falleció en Madrid el 14 de diciembre de 2013, a los 79 años. Fue la única trapecista galardonada con el Oscar Internacional de Circo, el Premio Nacional de Circo y la Medalla al Mérito de las Bellas Artes.

La actriz Fátima Baeza descubrió a Miss Mara a través de un taller de circo y su fascinación por el personaje fue el motor de un espectáculo llamado 'Miss Mara. Quien se reserva no es artista' que lleva a escena la compañía Teatro en Vilo, formada por Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez (Interrupted, Generación Why) que se estrenará el próximo 9 de mayo en el Teatro Circo Price de Madrid.

Un espectáculo en el que conviven el circo y el teatro, lo íntimo y lo histórico, con la presencia en escena de las trapecistas Sabrina Catalán y Graziella Galán, la propia Fátima Baeza y la música en directo de Lise Belperron. Andrea Jiménez explica que "la obra no es un biopic de Miss Mara, sino el efecto Mara en tres mujeres que se dedican al arte y que han sacrificado muchas cosas por esa profesión". De alguna manera, dice la directora, es "el espíritu de Mara que vuelve como un icono, queremos reinventar un icono que no se creó en su momento".

Cartel de la obra 'Miss Mara. Quien se reserva no es artista'

Cartel de la obra 'Miss Mara. Quien se reserva no es artista' / Teatro Circo Price

Cartel de la obra 'Miss Mara. Quien se reserva no es artista'

Cartel de la obra 'Miss Mara. Quien se reserva no es artista' / Teatro Circo Price

Noemí Rodríguez y Andrea Jiménez explican que "en nuestro intento de acercarnos y acercar la vida de Mara al público, nos hemos visto atrapadas por una historia fascinante" porque la de Mara es "una biografía llena de éxitos y proezas, logros impensables, triunfos internacionales e infinitos premios". Pero tras esos triunfos, dicen, laten muchas preguntas: ¿quién es la mujer detrás de esta diosa del aire? ¿Qué lleva a alguien a arriesgar su vida sobre un escenario? ¿De dónde nace la extraña fuerza que sostiene a alguien cada noche sobre un trapecio sin seguridad a 14 metros de altura?"

"Que alguien viva por ese riesgo y cada día se enfrente a ello ha sido la primera pregunta que nos hemos hecho: por qué lo hace", dice Andrea. Noemí responde: "tiene mucho que ver con esa frase de ella que da título a la obra, quien se reserva no es artista. Esa reserva tiene que ver con dárselo todo al público, si existe esa reserva estamos en el mundo de lo cotidiano y ese riesgo tiene que ver con hacer algo extraordinario y ahí es cuando el público sueña. Ahí está la fantasía y la magia de cualquier acto escénico y donde el riesgo tiene sentido".

¿Qué tenía de especial para que se convirtiera en una estrella internacional? "A ella la llamaban la romántica del circo y creo que en su presencia había un atractivo relacionado con la fuerza y la fragilidad, ese lugar de convergencia tan poderoso en el que alguien está haciendo algo heroico y al mismo tiempo en su mirada hay una fragilidad, una melancolía, algo inexplicable, y está volando por encima de ti. Esa relación entre lo divino y lo humano, cuando llegas a ese punto de convergencia sucede que algo que podría ser una mera disciplina atlética se convierte en algo artístico, y ella lo tenía", explica Andrea.

Mara fue una mujer que convivía de forma permanente con el dolor físico. Fátima Baeza leyó varios libros sobre Mara y conversó con quienes la conocieron, no así con su hija, con quien dice que no ha podido contactar. La actriz cuenta que Mara "tenía una relación con el dolor que no tenemos el resto de los mortales; el trapecio, en sí mismo, ya es una disciplina dolorosa, trabajas con una barra de hierro, necesitas mucha fuerza, equilibrio, duele, te salen callos, trabajas con el dolor y eso, sumado a las caídas y las lesiones, te da otra configuración mental". Mara "sabe lo que es la muerte, lo que es el dolor, ha estado dos años operándose, con sufrimiento físico y, de pronto, decide volver a subirse al trapecio y hacer lo mismo, con la misma posibilidad de volver a caerse y no salir de esa”, dice Baeza.

Imagen de archivo

Imagen de archivo

"Es ahí, elevada unos cuantos metros sobre la tierra, como si quisiera tocar el cielo, cuando me siento más fuerte y segura, como si la pista y el mundo fueran míos. Me siento dueña del espacio", decía Miss Mara. Explica Noemí que, además de sentirse segura en el trapecio, Mara también fue una mujer fuerte fuera de la pista, en la España de Franco: "Era una mujer muy revolucionaria, rompía muchos cánones de lo que era una mujer en su época, desde su propio aspecto físico, porque era como el de una superheroína, tenía un cuerpo fuerte, con músculos, muy alejado del canon. Creó una asociación para la defensa del deporte femenino en los colegios de España y era una mujer que tuvo una relación con la maternidad muy específica porque antepuso su profesión a ser una madre de la época".

Mara trabajó y mantuvo una relación de amistad con la otra gran estrella del trapecio, 'Pinito de Oro', pero no tuvo su misma proyección. Fátima explica que "Pinito del Oro fue muy conocida en España y el régimen la adoptó como figura junto a Lola Flores o Marisol. Pinito era un referente de mujer que el régimen (franquista) adoptó como estandarte. Y a Miss Mara no. Ella no entraba ahí, era más tímida, más reservada, más solitaria, no entraba tanto en ese show business, por lo menos en España". Andrea añade que, además de su carácter, su físico también la expulsó de ese club: "una mujer con unos músculos muy masculinos no podía ser la representación de lo femenino en los años 50" y Pinito del Oro era "bellísima, más femenina, más grácil, era otro tipo de estética".

"Su final fue doloroso, murió con muchos dolores, tenía el cuerpo colapsado, con muchas operaciones encima", dice Fátima, que recuerda que, antes de morir, la trapecista confesó en una entrevista que "si volviera a vivir, no sé si haría esto". Mara explicó entonces que nunca había ido a la playa para que no se le ablandaran los callos: "no he ido a la playa, no he ido a la montaña, he vivido solo para esto, y yo, a los jóvenes les diría que no hicieran esto, que duerman tranquilos, que usen protección, que no tengan pesadillas pensando que se van a caer y se van a matar".

 
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