El día en que Ennio Morricone apagó los móviles
El oscarizado compositor italiano, creador de bandas sonoras como 'La misión' o 'El bueno, el feo y el malo', se ha despedido a sus 90 años en Madrid con dos conciertos
Madrid
Walter Benjamin, el filósofo alemán que predijo la mercantilización del arte con la llegada del cine, estaría orgulloso de Ennio Morricone. El compositor italiano es de los pocos artistas que ha logrado que en un concierto de más de dos horas y media apenas hubiera teléfonos móviles grabándole. 90 años dan la solera suficiente para lograr eso y que el público se ponga en pie en tres ocasiones. Morricone ha reunido al público enamorado de la música de orquesta, pero también a los cinéfilos en este primer concierto en Madrid -mañana será el segundo-, que forma parte de su gira The Final Concerts, con la que el maestro se despide de los escenarios.
Un momento histórico, el de una despedida, de uno de los grandes compositores de bandas sonoras y de los más eclécticos y variados. Al público que ha abarrotado el Wizink Center, no le ha importado no tener móviles mientras vibraba al ritmo de la música de un concierto dividido en varios bloques.
El primero lo abría la música de Los intocables, siguiendo con la parte más histórica, con la banda sonora de Novecento, ese retablo histórico de Bertolucci, para continuar con Átame, en un guiño al público español, pues siempre dijo que no se había sentido a gusto trabajando con Almodóvar. Después llegaba el bloque del spaghetti wéstern, donde los espectadores -que seguían con los móviles en los bolsillos- se han introducido en Hasta que llegó su hora, y El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone -su amigo desde la infancia- o en el wéstern moderno de Tarantino, Los odiosos ocho, única película que le ha dado el Oscar después de 11 nominaciones y que el italiano recogió con un simple y mero "gracias".
Tras una pausa de veinte minutos, Morricone seguía intacto, concentrado en la orquesta Roma Sinfonietta y el coro Thalía de Madrid. Solo ha esbozado un par de sonrisas cuando desde el público se gritaba "bravísimo". La cantante de fados Dulce Pontes interpretaba uno de los temazos de la noche, la banda sonora de La Luz prodigiosa, que después repetiría en uno de los tres bises que ha ofrecido este incansable director.
Llegaba el momento del cine italiano y social con las músicas de La batalla de Argel, de Gillo Pontecorvo, Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha y La clase obrera va al paraíso, ambas de Elio Petri, o Sostiene Pereira, basada en la novela de Antonio Tabucci. Y entonces llegaba el momento de escuchar tres piezas para la banda sonora de La misión, de Roland Joffée, película sobre la colonización cristiana de los jesuitas en América Latina en el siglo XVIII. Y aquí se ha roto el pacto. Los móviles se iluminaban para inmortalizar el momento álgido de un concierto que ha vendido 12.500 entradas.
Después era el momento de los bises, tras unos sonados aplausos y el público por tercera vez en pie. Los móviles ya nunca más se escondieron ni apagaron y empezó a sonar la partitura de Cinema Paradiso, película para cineastas melosos y después, en un arrebato de generosidad, Morricone repitió El éxtasis del Oro y La luz prodigiosa, con Dulce Pontes de nuevo en el escenario. Así dijo adiós Ennio Morricone, una leyenda del cine y la música, que ha compuesto más de 500 bandas sonoras, que no dijo una palabra en su concierto y que logró no aparecer en 12.500 stories.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...