Es difícil que estar en prisión de por vida provoque alegría, esperanza, alivio, abrazos, sonrisas. Pero eso es lo que ha ocurrido en la sala 6900 de los juzgados de Broward (Florida), exactamente a las 17:21 de la tarde de ayer. Los doce miembros del jurado tardaron menos de dos horas en deliberar y en decidir la sentencia que determina a partir de ahora el futuro de Pablo Ibar: cadena perpetua. Ibar elude así la pena de muerte tras ser acusado de cometer un triple asesinato en 1994, un caso que le ha llevado a estar los últimos 25 años de su vida en la cárcel, 16 de ellos en el corredor de la muerte. Tanya Ibar, la mujer de Pablo, lloraba sobre el hombro de su madre mientras escuchaba la sentencia. Estaban sentadas en primera fila, a escasos tres metros de él, que estaba con sus abogados, detrás de un murete que hace de separación entre el público y los letrados. Pablo tenía las manos esposadas y una cadena que le rodeaba la cintura arrugándole la americana del traje gris que llevaba en el día en el que conocería su futuro más inmediato. Al terminar el juicio se puso en pie, miró a Tanya, a su hermano Michael, a su padre Cándido y a otros familiares y, antes de que se lo llevaran al calabozo les dijo: «I love you, guys. Thank you». A las puertas de la sala, Tanya contaba emocionada que no es el veredicto de culpabilidad que esperaban cuando empezó el juicio, «no podemos celebrar la libertad pero celebramos la vida», dice. Cándido Ibar, de 74 años, decía que la cadena perpetua no es la situación que desearían pero saber que no le van a matar es como «volver a respirar». Uno de los abogados de Ibar, Benjamin Waxman, asegura que van a recurrir la sentencia ante el Tribunal de Apelaciones del 4º Circuito de Florida. «Se han cometido errores durante el juicio y los vamos a apelar. Va a ser una lucha larga pero sabemos que no va a poder ser condenado a muerte nunca más». Esta es una de las principales victorias de la defensa. En caso de que se tenga que repetir el juicio, Ibar no puede ser condenado a pena de muerte, como estuvo durante 16 años. Del 2000 al 2016, estuvo en el corredor de la muerte hasta que el Tribunal Superior de Florida anuló la sentencia por falta de pruebas y evidencias demasiado débiles. A partir de ahora Ibar será trasladado al Centro de Recepción del sur de Florida, un penal donde están los reos durante varias semanas hasta que se les destina una cárcel concreta. El cónsul de España en Miami, Cándido Creis, ha pedido a las autoridades estatales que destinen a Ibar a alguna prisión lo más cercana posible a sus familiares. Ibar está todavía lejos, muy lejos de celebrar su libertad pero, hoy al menos, él y los suyos celebran que esté vivo.