David Wojnarowicz o la importancia de la vida
El Reina Sofía presenta la primera gran revisión de la obra del artista, clave para entender el Nueva York de los años 80
Madrid
David Wojnarowicz apenas tenía 38 años cuando murió de SIDA. Una vida muy corta que dedicó a plantearse grandes cuestiones como el significado del ser humano y la importancia de la vida. Siempre desde los márgenes de la sociedad. Wojnarowicz luchó contra la imposición de los valores de la mayoría y el desdén del poder. Eran los años en los que Ronald Reagan ocupaba la Casa Blanca, marcados por la epidemia del SIDA y las guerras culturales. El Reina Sofía abre sus puertas a la primera gran retrospectiva dedicada al artista, organizada por el Whitney Museum of American Art de Nueva York. Reúne cerca de 200 obras que reflejan tanto la pluralidad de estilos como las técnicas con las que experimentó, desde la fotografía hasta el cine y la literatura.
Wojnarowicz fue autodidacta, de personalidad compleja y plural su obra sirve para entender la cultura underground y radical del Nueva York de finales de los 70 y principios de los 80, como nos explica el director del museo, Manuel Borja-Villel. "No tenía recursos y empezó trabajando con afiches y cubos de basura que después pintaba. Entendía que el artista era alguien que tenía que trabajar en los márgenes". Sus principales referentes fueron el poeta francés Rimbaud y escritores como William S. Burroughs o Jean Genet "artistas en los que la posición sexual y la política estaban completamente relacionadas". El recorrido empieza con la serie Arthur Rimbaud en Nueva York, instantáneas de tres amigos con caretas del poeta a tamaño natural, paseándose por los lugares que habían sido más importantes para él. Y continúa con los objetos que encontró en la basura y que terminó convirtiendo en obras de arte, que solía recoger en el Lower East Side y que trabajaba en los muelles del río Hudson.
Entre las obras más importantes está la serie de cabezas que concibió para una exposición en 1984: 23 escayolas con pintura y collage que tituló Metamorfosis. Una mezcla de monstruo y alien, que expuso como si estuvieran en un paredón de fusilamiento, con las que el artista reflexionaba sobre la tortura y la violación de los derechos humanos a través de los conflictos que sacudieron América Latina aquellos años. Pero, sobre todas las demás, destacan las fotografías que Wojnarowicz dedicó a su amante y amigo el fotógrafo Peter Hujar, muy conocido en los círculos culturales del Nueva York de la época. En 1987 murió de SIDA y lo captó con su cámara en tres delicadas imágenes de sus manos, sus pies y su rostro. Cuando Hujar murió Wojnarowicz dijo haber perdido a quien consideraba su hermano, su padre, su vínculo con el mundo.
La exposición se presenta bajo el título La historia me quita el sueño, que como explica Borja-Villel "tiene que ver con el sentido de la muerte, que tuvieron tanto él como muchos de su generación cuando aparece la gran pandemia del SIDA y que provoca tantos muertos en su entorno. También con la falta de respuesta del Gobierno, la falsedad y la hipocresía de los políticos hacia la enfermedad y a todo lo que es diferente. Y además es una referencia a la historia que es desconocida, a las figuras de todos aquellos que se salieron de la sociedad como Rimbaud y Genet".