Alba Flores, la actriz antisistema
A punto de estrenar la tercera temporada de 'La casa de papel' en Netflix, Alba Flores monta una compañía de teatro independiente que lleva a escena una obra de Bertolt Brecht sobre la desigualdad
Madrid
Acaba de montar una compañía de teatro independiente, sin un duro, sin jerarquías, en la que las decisiones se toman por mayoría y con la que quieren llegar donde no suele llegar el teatro, como hacía Lorca con su Barraca. Se llama La extraña compañía y se estrenan con un texto de Bertolt Brecht, La excepción y la regla, una obra sobre desigualdades sociales y explotación laboral. Alba Flores, una estrella gracias a sus papeles en Vis a Vis y en La casa de papel, habla de lo colectivo, de la idea de comunidad, de la precariedad que vive su profesión aunque ella se sienta una privilegiada, de su rechazo a hacer campañas de publicidad para pagar el alquiler y de cómo la miran de otra manera ahora que llegó el éxito. Y, aunque no lo parezca, confiesa que no tiene un plan.
¿Por qué decides montar una compañía de teatro justo ahora, en un momento en que la profesión las está desmontando porque no son viables?
Es superbuena pregunta. A ver, no es una decisión tomada de un día para otro. Es algo que yo venía queriendo hacer desde hace tiempo. A los 22 tuve una primera experiencia con unas compañeras y me gustó, pero es verdad que entendí que todavía no tenía una madurez. Y empecé a buscar la manera de volverlo a hacer con más solidez. Y en ese camino me reencontré con Catalina Lladó, que es la directora de La excepción y la regla, que había sido profesora mía en Corazza y se había ido y había empezado a hacer unas investigaciones por su cuenta sobre la manera de trabajar y la propuesta teatral de Bertolt Brecht, y acabé en un curso de ella. Y me gustó mucho porque algo de lo que me estaba moviendo a mí a hacer teatro tenía que ver con lo social y con hacer un teatro útil. Y ahí me quedé aprendiendo muchos años y pensando cómo hacer una compañía con estos principios.
Y decidís empezar con La excepción y la regla, un texto de un autor como Brecht, un símbolo del teatro político y toda una declaración de intenciones…
Brecht propone algo a la mujer y al hombre de hoy que es muy interesante, que tiene que ver con darle herramientas al espectador para pensar y tener un criterio propio, y en estos tiempos en que parece que hay un auge de los totalitarismos y de la polarización de las cosas, creo que es importante dar esas herramientas.
Abogas por un teatro crítico, social, que haga pensar al espectador y, al mismo tiempo, tu trabajo en televisión ha sido y es para series de entretenimiento puro y duro... ¿Cómo convives con esa dualidad?
Sí, es completamente dual y, más allá, te diría que por muchos momentos contradictorio, muy contradictorio. Pero creo que no soy yo sola, creo que es algo de estos tiempos, todos vivimos en una contradicción o en otra, por un lado hacemos obras de caridad o de solidaridad y por otro lado explotamos a gente porque todos compramos donde compramos. Por un lado me ha pasado un poco sin darme cuenta esto de estar trabajando en una serie como La casa de papel, en Netflix, yo no lo esperaba, ha sido casi espontáneo, ha ido ocurriendo. Y, por otro lado, lo que ha sido una constante en mi vida y lo que yo he decidido y he ido eligiendo ha sido ahondar en el teatro.
Eso la gente no lo sabe...
Por eso estoy aquí contándolo (risas).
Habrá quien piense que has nacido haciendo televisión y que ese era tu plan... ¿Lo tienes? ¿Tienes un plan?
No, no tengo ningún plan, no tengo un plan profesional, y ojalá lo hubiera tenido porque igual hubiera tomado otras decisiones, pero creo que es muy difícil ser actor en este país y tener un plan.
¿Por qué?
Porque es un trabajo que está muy precarizado y hay mucha gente con mucha formación y mucho talento queriendo dedicarse a esto y no hay trabajo para todos. Ahora parece que hay más, pero la pregunta es si va a ser en mejores condiciones. Que haya mucho trabajo no significa que vaya a ser en buenas condiciones, que se lo pregunten a los bicicleteros. Pero ya te digo que tampoco pude elegir mucho, Vis a vis me cayó como del cielo, fue como, joder, qué guay que por fin voy a tener un trabajo que me permite sostenerme, ganar algo de dinero y ahorrar porque venía de haber estado haciendo teatro independiente.
Hablas de lo colectivo, lo común, de la idea de comunidad… ¿Tienes conciencia social?
Ahora sí, pero no la he tenido siempre. Me ha ido ocurriendo. Viajar abre la conciencia y tuve un viaje a la India que me hizo ver muchas cosas. Leer también. No puedes leer a Brecht sin que algo te pase. Y tampoco puedes estar haciendo teatro sin que algo te pase. Bueno, depende de qué teatro hagas, pero el teatro siempre es una invitación a mirar a través de los ojos de otro y eso da más conciencia social.
Y relacionarte con gente que no llega a fin de mes...
Hombre, por supuesto. Claro que sí, pero aunque parezca por la fama que estoy montada en el dólar no es verdad, siempre he tenido relación con gente así. Mi familia materna es una familia muy humilde y mi familia paterna también lo fue en su día. El otro día hablaba de mi abuela con mi prima Lola y veíamos que mi abuela surgió de la nada, y nosotros tenemos esos orígenes y es importante para mí no olvidarlo. Tendría que reflexionar sobre por qué tengo este impulso, pero siempre he preferido sentirme parte de una comunidad y no sentirme por encima o por debajo.
Hablas de conciencia social y de feminismo con naturalidad, te sueles mojar políticamente, eres crítica con partidos como Vox… Pero podías ir de estrella de la televisión que pasa de todo eso... ¿Ha sido una elección consciente?
Más que consciente, ha sido un impulso, pero estoy más interesada en otros valores que no son los de ganar dinero y montarte tu vida, tu chiringuito y vivir en unos privilegios y una elite. Tampoco sé si me dejarían entrar.
¿No?
No, no sé.
¿Por qué crees que no te dejarían entrar?
Por varias razones. Yo creo que la gente que vive en las elites, a los que vienen de más abajo les dejan prosperar hasta cierto punto, hay un nosotros y ellos. Estoy hablando de una generalidad pero sí que hay esa sensación y hay muchas películas y muchas historias que hablan de esto, de cómo los nuevos ricos jamás son aceptados por los ricos de casta.
¿No crees que puedas formar parte de una elite cultural?
Es que no tengo sentimiento de pertenencia ni me interesa.
¿Por el lugar del que vienes?
No me planteo llegar porque tampoco me interesa, pero creo que siendo mujer, siendo racializada y teniendo un pensamiento libre es difícil, no es tan fácil. Lo que pasa es que en ocasiones sí lo es porque este sistema es especialista en esas cosas que parece que le llevan la contraria las coge y te las vuelve a vender.
Y te convierte en un producto...
Sí, eso lo he vivido. Sentir la oferta de sí, sí, cuéntanos tu rollo pero déjanos poner nuestra marca en lo que tú cuentas. Y eso me parece perverso.
¿Cómo peleas contra eso?
Diciendo que no.
¿A qué has dicho no últimamente?
Bueno, sobre todo a mucha publicidad. Ahora es la manera accesoria de ganar dinero de muchos actores que tienen éxito, y no solo los actores, también los deportistas. Y es muy seductor porque ganas una pasta en muy poco tiempo, pero he dicho que no, no me siento bien haciendo eso.
¿Por qué no?
Porque no creo en un mundo en el que todos tengamos un precio y nos tengamos que vender a una empresa, no creo en el mundo de las multinacionales, de los monopolios, todo esto.
¿Hay clases en el mundo del cine, de la televisión, de las series?
¿Hay clases en el mundo del cine? Pregúntaselo a un auxiliar de dirección, pregúntaselo al que monta las luces o pregúntaselo a la que limpia el plató. El mundo de la televisión no se escapa de eso, de horarios interminables y de todo eso. Y vamos, yo soy una privilegiada de la hostia en ese mundo laboral.
¿Dónde colocas la presión en tu carrera?
Yo creo que tiene que ver con tomar buenas decisiones, esto me quita el sueño. Y saber decir que no.
¿Crees que ya te has equivocado?
Si, en muchas cosas, en entrevistas que no tenía que haber hecho, eventos a los que no tenía que haber ido. No me arrepiento tanto de los papeles.
En las dos series que te han dado la popularidad, Vis a Vis y La casa de papel, haces de delincuente y, aunque quizá sea pronto para pensar que ya estás encasillada o estereotipada, ¿tienes ese miedo a que solo te llamen para hacer un mismo tipo de personaje?
Voy a decir algo un poco heavy pero, lo que me viene es la fantasía de ¿no estamos todos estereotipados, en qué momento no lo hemos estado? Eso es la norma, lo que se va cumpliendo, la norma no escrita es estar estereotipados. Todo lo que sea salir de eso, ser divergente, modificarlo y darle otro color es ir emancipándolo. Yo he tenido suerte porque hay una diferencia entre los papeles que me iban llegando al principio y los acababa haciendo o no porque me cogían o no, y hay una diferencia entre cómo se miraba a alguien racializado a cómo se me empieza a mirar ahora y sí, hay una evolución, y ojalá hubiera más, ojalá, pero sí ha habido una evolución hacia emanciparse de ese estereotipo.
¿Has dicho que no a trabajos que tenían que ver con esto?
Sí, por no estar de acuerdo con la visión (que daban) del pueblo gitano o cuando me parecía que incidían otra vez en lo mismo.
Has hecho poco cine, ¿porque no quieres, porque no puedes, porque no te llaman?
Porque no me llaman (Risas). A ver, no me llamaban al principio. Y luego he estado bastante atrapada en la televisión. Las compañeras que tengo que lo combinan hacen encaje de bolillos y, aparte, encájalo con una compañía de teatro independiente que te estás montando con tus colegas por tu cuenta, es bastante difícil. Ahora, ¿me gustaría? Sí, sí me gustaría.
'La excepción y la regla', de La extraña compañia, regresa al Teatro del Barrio de Madrid a partir del 13 de julio.