Hungría y Polonia derrotaron al socialista Timmermans con la ayuda de tres gobiernos populares
Irlanda, Croacia y Letonia, gobiernos del Partido Popular Europea, sumaron su estrategia a los equipos euroescépticos del este, para impedir la designación de un presidente socialdemócrata
Bruselas
Así, con el apoyo explícito de tres gobiernos populares, Hungría y Polonia han conseguido bloquear al comisario europeo que les abrió expediente por vulnerar derechos fundamentales.
Frans Timmermans tenía a su favor a la mayoría del Consejo Europeo cuando el presidente Donald Tusk decidió suspender la sesión entrada ya la madrugada del lunes. En aquel momento siete gobiernos bloqueaban, según ha explicado a la Cadena SER una fuente de las negociaciones.
Los socialistas daban por obtenida la victoria pero Merkel, Macron y Tusk creían que era mejor evitar un resultado que dejara dividida a la UE "durante 5 años", según explicó la canciller en su rueda de prensa.
"Espero que una ducha ayude a aportar reflexión" dijo con cierta altanería el jefe del gobierno portugués Antonio Costa, mientras el presidente francés Emmanuel Macron añadía: "Las pasiones hacen aumentar la tensión y no ayudan a tomar decisiones, a ver si descansados, mañana, va mejor".
Cambio de cromos
Hacía ya algún rato que fuentes diplomáticas españolas habían expresado profundo malestar contra el jefe del gobierno irlandés, Leo Varadkar, dando a entender que no estaba a la altura de la solidaridad con la que el resto de gobiernos europeos le habían apoyado contra May en las negociaciones por mantener abierta la frontera más difícil del 'brexit'.
Pero junto a Arturs Krišjānis Kariņš, primer ministro de Letonia y a Andrej Plenkovic, primer ministro de Croacia, Varadkar coordinaba la estrategia de un Partido Popular Europeo decidido a impedir como fuera, que la presidencia de la Comisión quedará en manos de los social demócratas. Una estrategia construida contra la propia Angela Merkel, de quien el vicepresidente portugués del PPE llegó a decir, en declaraciones a la Cadena SER la tarde del domingo que "Merkel no representa al Partido Popular Europeo, representa a Alemania".
La protesta contra el "pacto de Osaka", la ciudad de Japón que acogía al G-20 y en la que se forjó el acuerdo que repartía las presidencias de la Comisión, del Parlamento y del Consejo entre los populares y los liberales, bloqueó la cita entre gobiernos y abrió la puerta a un cambio de cromos que volvió a situar en Francia y Alemania la llave de las negociaciones.
A Ursula von der Leyen la presentó Macron, oficialmente al Consejo Europeo, aunque su nombre había sido ya preconsensuado por los máximos dirigentes del PPE en una reunión celebrada el lunes, a las diez en su sede, muy cerca del Europarlamento.
Limitar el poder de los gobiernos
Era la pieza que faltaba para dar por finiquitado al candidato Timmermans y con él a todos los 'spidezerkandidatos', expresión alemana para definir el proceso que en el 2014 permitió a los partidos elegir a los primero candidatos europeos que declararon competir por la presidencia de la Comisión y con cuya designación limitaron el poder de los gobiernos para ubicar en este y otros puesto a quienes quisieran nominar.
Para el PPE y para los socialdemócratas con estructuras fuertes a nivel europeo el sistema permitía controlar el proceso pero los nuevos movimientos como el de "En marche" de Emmanuel Macron no veían la ventaja del juego y así, curiosamente, quienes habían sido apartados completamente de este engranaje europeo por euroescépticos vieron, en la pelea francesa contra los "viejos partidos europeos" una razón de interés para ellos.
Dicen las fuentes consultadas por la cadena SER que Orban y Mateusz Morawiecki, jefes de los gobiernos de Hungría y de Polonia se fueron "felices, muy felices a casa" tras el Consejo. Sin representación en las Instituciones "porque no la querían". Porque su único objetivo era "lograr la destrucción del candidato Timmermans" y el objetivo estaba conseguido.
Y no tan sólo, porque Merkel, la que puso contra las cuerdas a sus gobiernos en la crisis sobre la inmigración, terminaba la cita fragilizada como nunca hasta esta reunión se había visto frágil a una Canciller alemana. "Los problemas con su coalición le impidieron votar a la candidata alemana para la Comisión", dicen las mismas fuentes repitiendo con cara de extrañeza lo que se había ya anunciado en varias ruedas de prensa.
Merkel, debilitada por su propio partido a nivel europeo, criticada por los socialdemocrátas de su coalición marcándole las pautas del final de la reunión, es para quienes conocen bien estos últimos años de debate europeo, la otra gran razón de la satisfacción de Viktor Orban.
"Felices, muy felices," insisten, los gobiernos del este se van de este consejo sabiendo que ha terminado un ciclo. Porque son muchas las voces recogidas fuera de micro que añaden que conduce Macron lo que queda del tándem franco-alemán que dirigió la Unión.
Su recuperación para cerrar el pacto le ha dado a Francia la Presidencia del BCE que Alemania creía llegar a conseguir si Weber renunciaba a presidir la Comisión, nos dice un diputado que ha seguido el proceso con pasión. Y confirma también que "es la primera vez que el dúo franco-alemán se conduce en París". Dúo que ha vuelto inesperadamente para los socialistas cuyo representante principal en las negociaciones no fue invitado al diseño del pacto hasta el final.
Malestar del Europarlamento
"Tenían sobre la mesa el borrador principal para deshacer el bloqueo", nos explica otro alto diplomático pidiendo anonimato. "Ursúla y Lagarde para la Comisión y el BCE porque sólo una candidatura de mujer podía intentar compensar el malestar del Europarlamento", nos dice sin esconder el juego. Charles Michel, siempre ha estado en la opción de presidir el Consejo. Un diseño pactado por Merkel y Macrón que expusieron a Tusk en el G-20.
Según esta versión el puesto de Alto Representante para la Política Exterior quedaba abierto "para quién fuera", dice quien ha seguido desde muy cerca todo el proceso. "Pensábamos que el equilibrio geográfico podía dar el puesto al eslovaco Sefscovic", dice otra fuente y en este caso, "los españoles podían situar a Iraxte García en el primer mandato de la Presidencia del Europarlamento".
Pero para el equipo del presidente Sánchez, "el candidato natural era Josep Borrell" y casi al final de las negociaciones Sánchez, que había comenzado este proceso negociador rozando la Presidencia de la Comisión para su partido político europeo, confirmó el puesto de Alto Representante para su ministro de asuntos exteriores tras comprender que con Macron, el juego había vuelto a ámbitos nacionales, a pesar de las expectativas con las que había entrado en las negociaciones.