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'Sueños y visiones de Rodrigo Rato': ascensión y caída del 'milagro español'

Pablo Remón estrena en el Pavón Teatro Kamikaze la obra 'Sueños y visiones de Rodrigo Rato', una crónica real y ficticia sobre la carrera política y los puntos ciegos del que fuera vicepresidente del Gobierno

Pablo Remón, Raquel Alarcón y Roberto Martín Maiztegui / Pablo Ramos Escola

Madrid

Febrero de 2017. Un tipo coge un taxi en la puerta de la Audiencia Nacional, entre gritos de gente que le llama ladrón. Tiene 67 años. Lo ha sido casi todo en política: director gerente del Fondo Monetario Internacional, vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda. Acaba de ser condenado a cuatro años y medio de prisión por un delito continuado de apropiación indebida en el caso de las tarjetas black. Es Rodrigo Rato, responsable de Bankia, hijo de Ramón de Rato Rodríguez San Pedro, propietario del banco de Siero y de la cadena de emisoras Rato. En 1966, 51 años antes de que se suba a ese taxi en la puerta de la Audiencia, ayuda a su padre a hacerse el nudo de la corbata minutos antes de que le detengan por un delito de evasión fiscal.

Así comienza Sueños y visiones de Rodrigo Rato, la crónica real y al mismo tiempo ficticia del ascenso y caída del artífice de aquello que llamaron "el milagro español". Escrita por Pablo Remón y Roberto Martín Maiztegui y galardonada con el Premio Jardiel Poncela SGAE de Teatro 2018, la obra se estrena el próximo 6 de septiembre en el Pavón Teatro Kamikaze, dirigida por Raquel Alarcón e interpretada por Juan Ceacero y Javier Lara.

Remón, autor de obras como Los Mariachis, inspirada en la figura de Miguel Blesa, o 40 Años de paz, sobre la Transición española, aborda en este texto ese momento de nuestra historia "en el que empezó la fiesta y cómo todos, de alguna forma, participamos". Remón, que cree que vivimos una especie de "resaca" de aquellos años, señala que "la obra no quiere acusar a nadie de nada, sino que sirva de espejo" y afirma que, en el fondo, "todos somos Rato o tenemos un poco de Rato". Junto a él, Martín Maiztegui explica que en esta obra han intentado dibujar "un personaje que nunca acabamos de atrapar del todo y reconocemos puntos ciegos en los que no entendemos qué hizo ni por qué lo hizo".

Cuento de navidad

Como si fuera una versión libre del Cuento de Navidad de Dickens, Rato viaja a episodios de su pasado, acompañado a veces de fantasmas: "su entrada en el PP, su decisión de dedicarse a la política y no a los negocios familiares, su relación con Aznar y su ruptura con él, y su etapa en Bankia", explica Remón. Cuentan los autores que al principio del proceso de escritura partieron del teatro documental y se alimentaron de libros y entrevistas publicadas en la prensa, pero "enseguida nos pasó que se nos quedaba pequeño, limitado, y no podíamos renunciar a la fantasía, a fantasear, y eso tiene que ver con los fantasmas y el cuento de Dickens. La obra, desde el título, ya te dice que los sueños y las visiones son todo lo contrario a los hechos".

"A mí me pasaba", explica Roberto, que "yo veía a Rodrigo Rato entrando en la cárcel y lo que más me interesaba era saber qué estaba sintiendo este hombre y qué había detrás de esa imagen, ese es el ejercicio que hacemos". "Es una especie de caleidoscopio", añade Remón, "porque según la época en la que le pillas es un personaje distinto, un personaje con contradicciones en el que parece que hay muchos dentro, como un personaje de Shakespeare. Intentamos rellenar ese puzle, dejando esos puntos ciegos sin rellenar, pero no pretende ser un retrato periodístico".

Remón y Martín narran la historia de este personaje cargado de puntos ciegos con escenas que son verdad-verdad -los hechos tal como ocurrieron- y otras que son verdad-mentira: "aquellas cosas que se cuentan en libros, como el libro de Federico Trillo, que habla de ese búnker, cuando hablan de la guerra de Irak, pero es la verdad subjetiva de Trillo" y, por último, la mentira- mentira, que "es la fantasía absoluta". Los dos actores, Juan Ceacero y Javier Lara, interpretan a todos los personajes y, en ocasiones, el de Rato salta a la tercera persona y se narra a sí mismo.

"La historia nos la contamos nosotros desde hoy", explica Remón, "me importaba que no fuera un retrato sólo del pasado, sino que ese retrato del pasado estuviera dialogando permanentemente con el presente. Estamos viviendo un momento político presente muy importante y de alguna manera me sorprende mucho siempre tener la sensación de que se ha olvidado el pasado, el de hace 10 o 15 años. Y me parece que esta obra es muy de ahora y dialoga mucho con el presente".

Remón explica que para escribir el texto leyeron un libro titulado El temperamento español, "un libro de viajes de un inglés (Victor Sawdon Pritchett), de los años 50, y lo lees y parece que está hablando de ahora mismo porque habla de la incapacidad de las izquierdas para ponerse de acuerdo y de mil cosas que parece que está hablando del día a día".

Lo interesante, explican ambos autores, es mostrar la "vulnerabilidad" de personajes como este, "un rey que tiene un talón de Aquiles", alguien aparentemente "muy alejado de ti, pero con el que buscan la empatía. Roberto cuenta, por ejemplo, que empezó a caerle bien el personaje cuando descubrió que a Rato, como a él, le gustaba la música de Van Morrison.

Una familia de llamas y una cortina de ducha

Remón vuelve a jugar con los símbolos y en Sueños y visiones de Rodrigo Rato el autor introduce dos maravillosos: una familia de llamas y una cortina de ducha, que Fraga usa como metáfora para explicarle a un joven Rodrigo Rato en qué consiste eso de la política.

FRAGA: Mira, rapaz, te voy a dar un consejo. Una frase que le escuché yo al difunto Papa y que no hay día que no recuerde. ... Cuando te duches, vigila que la cortina esté por dentro de la bañera, y no por fuera.

Rodrigo se ríe.

FRAGA: ¿Me ves a mí que me ría?

RODRIGO: No, don Manuel.

FRAGA: No me río, no, porque tiene todo tipo de implicaciones esa idea. Yo sé que parece una bobada. ¿A ti te ha parecido una bobada?

RODRIGO: ¿A mí? Qué va.

FRAGA: ¿Qué pasa si la cortina está por fuera?

RODRIGO: ... ¿Que se moja el suelo?

FRAGA: Exactamente. ¿Y qué pasa si se moja el suelo?

RODRIGO: ... ¿Que te puedes deslizar y caer?

FRAGA: Yo mismo no lo habría dicho mejor.

Aunque cualquiera podría atribuir a Fraga la teoría de la cortina, es mentira-mentira. "Esto surge un día que estaba viendo una entrevista con Werner Herzog, el director de cine, y le preguntaban qué consejo daría a un joven cineasta. Y dijo que cuando te fueras a duchar tenías que asegurarte de que la cortina estuviera por dentro y no por fuera, y esto servía para cineastas y no cineastas. Y a mí esto me pareció maravilloso y nos hizo gracia que una figura como Fraga le diera un consejo tan prosaico como este a Rato".

Sin embargo, las llamas son verdad-verdad y vieron durante años en La Moncloa, regalo del presidente de Bolivia a Felipe González. Cuenta Remón que la imagen de las llamas le hizo "pensar en Sorrentino, la escena de unas llamas en La Moncloa la rodaría Sorrentino tan contento. Las llamas paseando por La Moncloa son reales, pero parecen un sueño".

AZNAR: Sabes esos animales, ¿no? Que son como camellos. Como camellos mal hechos. La última vez que pasé por allí cruzo el jardín, junto al pabellón de Consejo de Ministros, y ahí está. Digo: “¿Esto qué es?” “Una llama, señor”, me dice el jefe de seguridad. No, ya sé qué es una llama, pero… ¿qué está haciendo? Hace un gesto con la boca. Como si estuviera comiendo, pero sin comer. Como rumiando, o… Pues me acabo de dar cuenta, Rodrigo, me acabo de dar cuenta de lo que hacía. Se estaba riendo. Se estaba riendo de mí. Y de ti. De todo el Partido Popular. ¿Por qué? Porque a pesar de la corrupción y el desfalco, a pesar de Amedo y Domínguez, de Barrionuevo, Filesa, Roldán, a pesar de todo eso… La gente les sigue votando. Y esa… esa… condenada llama socialista lo sabía.


El universo de la derecha

El espacio mental en el que Pablo Remón ha situado varias de sus obras pertenece al de la derecha política española y explica que se debe a que "es lo que yo conozco, yo intento escribir desde lo personal y lo que conozco y toda mi familia ha sido siempre de derechas, muchísimo. Yo escribo desde la niñez y miro a esos señores y eran todos de derechas y me hablaban así. Mi abuelo, del que yo he hablado muchas veces porque era una figura muy importante en mi vida, era profundamente falangista y es la persona que yo más he podido querer en mi vida".

Remón añade que eso le provoca "una tensión tremenda y esa tensión siempre es buena para escribir porque luego, cuando yo entendí eso no podía estar de acuerdo, pero una cosa es la cabeza y otra el corazón. Pero desde luego creo que hay mil cosas que hablar también en la izquierda, por supuesto".

Teatro documental en España

El buen momento que vive el teatro documental en España tiene que ver, en opinión de Roberto Martín, con "esa necesidad de mirarnos en un espejo y sentirnos interpelados por lo que vemos. Durante mucho tiempo, como guionista y profesor de guion, sigues viendo a muchos alumnos que empiezan escribiendo que Maggie se encuentra con Tomy... Eso sigue pasando, pero cada vez menos y nos interesa lo que conocemos y lo que no conocemos de lo que tenemos cerca".

Después de obras como Jauría o Ruz-Bárcenas, ambas de Jordi Casanovas, el dramaturgo y guionista cree que "estamos disfrutando de un tiempo maravilloso del teatro en España, sales con una sensación muy potente porque te toca y te pertenece. Y creo que este auge tiene que ver con el tema de la obra, que cuando estás de fiesta no miras a los lados".

Año Remón

En febrero de 2014, Pablo Remón, guionista de películas como Casual Day o Cinco Metros cuadrados, estrenó en el Teatro Lara de Madrid su primera obra de teatro, La abducción de Luis Guzmán. Después vendrían 40 Años de paz, Barbados, etcétera, El tratamiento o Los Mariachis. Dice Remón que cuando empezó a escribir teatro no tenía ni idea de que llegaría hasta aquí: "Tenía fe en la escritura, pero en la carrera no, la carrera no sabe muy bien lo que es y no depende de uno, uno va paso a paso y uno va intentando ponerse un poco en peligro como ahora, que es la primera vez que escribo teatro con otra persona y que, además, no dirijo. Se ha dado la circunstancia de que muchos años de trabajo van confluyendo. Es un año muy ilusionante".

Esta temporada, además de Sueños y visiones de Rodrigo Rato, Remón firma y dirige dos montajes más: Doña Rosita, anotada, una versión libre de Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca (Teatros del Canal, diciembre) y Las Ficciones (Teatro Kamikaze, junio). Cuenta el director y dramaturgo que "Doña Rosita me tiene muy atrapado, es un encargo y paradójicamente se está convirtiendo en una de las obras más personales que he hecho, tiene un elemento de autoficción y yo cuento mi relación con esa obra, desde dónde hacerla, por qué hacerla, qué hacer, qué no hacer y estoy escribiendo una versión muy libre, muy distinta, estoy reescribiendo a Lorca y eso son palabras mayores. Estoy buscando qué hay de esa obra en mí. Al final es una traducción de su mundo y de su castellano al mío".

"Y Las ficciones es una obra que estrenaré en junio de 2020 con Carmen Machi, Barbara Lennie e Irene Escolar y es una obra sobre el mundo de las actrices, muy lúdica, muy compartimentada, con un aire de cine". Una obra, explica Remón, escrita para estas actrices: "A mí me deja muy tranquilo escribir para ellas, porque ellas lo sostienen todo y eso me da libertad, me hace ir mucho más lejos".

 
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