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Joaquín de Luz: "En España, los bailarines no pueden ser funcionarios"

El nuevo director de la Compañía Nacional de Danza reclama mayor apoyo institucional a la danza en España y avanza que la Compañía prepara el estreno de 'Giselle', uno de los grandes ballets del Romanticismo

Joaquín de Luz, director de la Compañía Nacional de Danza / Sergio de Luz

Madrid

Lleva 12 días al frente de la Compañía Nacional de Danza (CND), tras resultar elegido su director artístico el pasado mes de marzo después de un concurso público. Joaquín de Luz (Madrid, 1976), primer bailarín del New York City Ballet durante más de una década, volvió a España para sustituir a José Carlos Martínez al frente de la CND. El día que resultó elegido declaró que su sueño era que tuviéramos "la compañía que me hubiera hecho quedarme a mí en España". Este jueves, en una conversación con la SER, De Luz reconoce que quiso volver a España "porque tengo una responsabilidad para con la danza. La gente me decía 'estás loco, cómo vas a volver'. Pero debemos hacer algo, si no somos nosotros, quién. Tenía esa responsabilidad, no me arrepiento, esto es muy especial y me llega muy profundo".

Entrevista a Joaquín de Luz, director de la CND

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"Están siendo unos días muy intensos y un poco de vértigo", explica De Luz, que dice haberse encontrado "una compañía que tiene muchísimas ganas, los bailarines tienen una disposición tremenda a lo nuevo". Y, para su sorpresa, su aterrizaje, tras la etapa de José Carlos Martínez, ha sido mejor de lo que esperaba: "Me he encontrado una compañía mejor de lo que pensaba. Esperaba encontrar una compañía más partida, dos compañías casi, los contemporáneos y los clásicos, y me he encontrado una compañía más versátil. Yo quiero que sea una compañía que pueda abarcar cualquier tipo de repertorio. Mi idea es que nadie se sienta excluido, lo que quiero es una compañía sólida y que cada uno aporte". De Luz explica también ha incorporado su impronta en algunas dinámicas de la CND: les ha quitado a los bailarines los teléfonos móviles en el estudio y ha propuesto usar botijos de agua. "Hay que volver a la sencillez", dice.

Sin embargo, Joaquín de Luz se ha dado de bruces ya con el aparato burocrático y administrativo del Instituto Nacional de las Artes Escénicas (Inaem), dirigido por Amaya de Miguel, de quien depende la Compañía. "Más que modificar quiero agilizar, me estoy encontrando muchos problemas administrativos, había hecho los deberes, pero cuando estás aquí lo ves. Creo que no es culpa del Inaem, que es un transmisor de las leyes, pero yo vengo de un sistema diferente, más ágil, y entiendo que el proceso burocrático sea más lento, pero hay una cosa con la que me quedo anonadado". Joaquín de Luz cree que "el bailarín no puede ser funcionario. Y lo son. Los convenios, no sé si están obsoletos o se han hecho cuando no se sabía qué es un bailarín, pero un bailarín no puede tener el mismo contrato que un utilero o un técnico porque no son compatibles ni la vida laboral, ni el desarrollo de su carrera ni lo que hacen. Me he encontrado que para hacer la programación que quiero hacer no tenemos horas de trabajo".

El director de la CND explica que el hecho de no disponer de una sede propia dificulta también el funcionamiento de la compañía, una situación que comparte con el Ballet Nacional de España: "Cuando se lo digo a la gente por ahí fuera se quedan anonadados, que las compañías no tengan casa, en Alemania hay 61 compañías que tienen teatro propio, se dice pronto, y eso agiliza mucho el proceso".

De Luz cree que la Compañía Nacional necesita "volver a tener más identidad a la hora de girar fuera. Con Nacho Duato la tuvo, él consiguió eso, pero no quiero que sea una compañía de autor. Voy a recuperar la obra de Nacho porque me parece que es un referente. Él está muy dispuesto y contento, y eso me alegra mucho, pero yo le he dicho que, más allá de su obra, me gustaría su presencia. Cuando él entra en el estudio los bailarines se ponen firmes".

De Luz evita calificar el trabajo de su antecesor, José Carlos Martínez, pero considera que la compañía ha ido difuminando en los últimos años esa identidad que marcara Duato: "Yo no concibo la CND como una compañía genérica que sólo haga cosas que ya hacen otras compañías de Europa. Hay que ir más allá". El bailarín considera que la CND no tiene el peso internacional que debería y que tuvo en su momento: "Nacho (Duato) la llevó muy lejos, la CND se puso en el mapa por el señor Duato y su obra, la calidad artística era tremenda. Yo le he visto trabajar en el estudio y tiene un rigor impresionante".

Joaquín de Luz también señala que "con los sueldos que paga la compañía no puedes retener a la gente, cuando pueden cobrar tres veces más en el extranjero. Se van. La importancia de algo es el apoyo que se le da, no sólo monetario". El director de la compañía sostiene que "este país, por el talento que tiene, habría podido tener la mejor compañía del mundo si todos nos hubiéramos quedado. Es difícil cambiarlo del día a la noche, pero un poco más de consciencia de los políticos ayudaría bastante".

El bailarín respetará la programación cerrada por Martínez hasta principios del próximo año, pero avanza que la CND estrenará en 2020 Giselle: "Para mí es el ballet completo, tiene romanticismo, drama, la música es estupenda... Y le vamos a dar un twist muy personal, una idea que está surgiendo ahora mismo, como si se mirara desde otro prisma. La coreografía va a ser clásica, sobre todo el segundo acto va a ser con una línea tradicional". Lo explica casi emocionado, nervioso: "Yo llevo pensando hacer un Giselle bastante tiempo". Antes de Giselle, en noviembre de 2020, la CND llevará al escenario del Teatro Real un programa con Serenade, de Balanchine.

Y lo hará con un presupuesto ajustado a la hora de llevar a escena grandes ballets: la cifra con la que cuenta la Compañía Nacional de Danza para producciones es de 1,8 millones de euros: "El dinero que tengo en un año para programar es el dinero que se gasta el New York City Ballet en puntas, en zapatillas de punta. Estoy viendo la posibilidad de hacer coproducciones, de colaborar", concluye Joaquín de Luz.

 

 
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