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Portugal

La derrota dulce de los perdedores que 'ganaron' las elecciones en la isla de Cristiano Ronaldo

Los socialistas casi cuadruplican sus resultados y consiguen negarle la mayoría absoluta a los socialdemócratas en el archipiélago portugués de Madeira

Los socialistas casi cuadruplican sus resultados y consiguen negarle la mayoría absoluta a los socialdemócratas en el archipiélago portugués de Madeira / Getty

Lisboa

Cuando tuvieron lugar las elecciones de 1996 en España todo indicaba que el PP de José María Aznar iba a conseguir una mayoría abrumadora, y que terminaría por aplastar al PSOE de Felipe González. Al final, sin embargo, el PP se impuso por apenas 15 escaños de diferencia, y a pesar de quedar fuera del poder, el vicepresidente saliente, Alfonso Guerra, pudo afirmar que "nunca una derrota fue tan dulce ni una victoria tan amarga".

Una situación similar se ha producido en el archipiélago portugués de Madeira este domingo, donde el conservador Partido Social Demócrata (PSD) ha ganado las elecciones autonómicas pero perdido la mayoría absoluta que ostentaba desde hace 43 años. Entretanto, el Partido Socialista (PS) ha pasado de tener seis diputados a controlar 19 escaños, y aunque no ha logrado hacerse con el Ejecutivo isleño, ha conseguido un triunfo nunca antes visto en una de las regiones más conservadoras de Portugal.

Todo indica que el PSD –cuyo control absoluto sobre Madeira desde la Revolución de los Claveles ha convertido la isla en una especie de virreinato particular de la formación– seguirá en el poder. Aunque controla apenas 21 de los 47 escaños de la Asamblea Legislativa de la Región Autónoma, podrá sumar una mayoría si pacta con los tres diputados del conservador Centro Democrático Social (CDS). El actual presidente regional, Miguel Albuquerque –conocido principalmente por haber bautizado al Aeropuerto Internacional de Funchal con el nombre del futbolista Cristiano Ronaldo, con cuya familia mantiene una relación muy estrecha–, ha indicado que está dispuesto a formar esta coalición para conservar su posición en el Ejecutivo.

Si bien esa ecuación imposibilita la constitución de una geringonça isleña –es decir, un gobierno basado en una alianza de las formaciones de la izquierda­– similar a la que ha presidido el primer ministro socialista António Costa en Lisboa desde 2015, aun en la derrota los progresistas han conseguido demostrar que otra vía es posible en Madeira.

Triunfo regional ante las elecciones nacionales

Los comicios autonómicos han otorgado una victoria colectiva al PS y un triunfo personal al primer ministro Costa. El político que hizo todo lo posible para instalar un gobierno de izquierdas en Madeira y silenciar a Albuquerque, uno de los líderes más críticos de la gestión del Ejecutivo socialista a nivel nacional.

Costa supervisó la campaña electoral y dio su visto bueno cuando el comité central del partido decidió ningunear al líder regional de la formación y en vez nombrar a Paulo Cafôfo, el carismático alcalde independiente de Funchal, como cabeza de la lista socialista. También viajó al archipiélago en repetidas ocasiones, y hace un mes celebró su rentré política post-vacacional en la capital isleña para mostrar su compromiso con Madeira.

Los resultados espectaculares demuestran que la estrategia del primer ministro fue acertada, y aun tratándose de una “derrota dulce”, son un trofeo para el jefe del Gobierno a menos de dos semanas de las elecciones nacionales en Portugal. Costa puede hacer campaña presumiendo del éxito de su formación en Madeira, donde no sólo robó escaños de los socialdemócratas, sino que también devoró los dos que estaban en posesión del Bloque de Izquierda –el Podemos portugués, que ahora queda fuera del parlamento regional– y a uno de los que estaban en manos de los comunistas lusos.

Son conquistas prometedoras para Costa, un primer ministro que, después de cuatro años gobernando en minoría y dependiendo de sus socios de la izquierda en el Parlamento, quiere volar sólo y ganarse la mayoría absoluta. De momento, las encuestas indican que no alcanzará esa meta, pero el político ahora puede soñar con que se vuelva a producir el milagro que tuvo lugar este domingo en Madeira. 

 
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