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Migración

Viaje al sueño americano de la caravana migrante en Minnesota

Más 7.000 personas partieron hoy hace un año de la ciudad hondureña de San Pedro Sula huyendo de la violencia y la miseria

Familia caravana migrante / Asier Vera

Minnesota

"Que se abran las fronteras", grita una mujer frente al muro que separa México y EEUU, durante una protesta que hizo la Caravana Migrante en Tijuana en diciembre de 2018. Mientras, María del Carmen Mejía, que viajaba sola con dos hijos de 3 y 7 años, aseguraba que "si vamos a morir, será porque estamos luchando por nuestros hijos por una noble causa, que es darles un buen futuro y no queremos que en Honduras los maten". Ambas formaban parte de las 7.000 personas que partieron hoy hace un año de la ciudad hondureña de San Pedro Sula, cada una con un sueño. Conformaron la primera Caravana Migrante que se dirigió hacia EEUU y a la que se fueron sumando por el camino personas de Guatemala y El Salvador que huían de la violencia y miseria que asola estos países de Centroamérica. Familias enteras como la conformada por Rosa Pineda y sus hijos Celeste Hernández, de 17 años e Isaac, de 12, que salieron de Santa Rosa de Copán huyendo de la muerte.

Durante la Caravana Migrante, que atravesó Guatemala y México, y a la que se sumó la Cadena SER, Pineda denunció que "en Honduras, hay mucha pobreza y delincuencia" y reveló que "por política nos han perseguido y nos han amenazado que nos van a matar". Hoy su vida ya no corre peligro, dado que esta familia se encuentra en Willmar, una pequeña localidad de 20.000 habitantes situada en el Estado de Minnesota, a donde llegaron tras cruzar el 13 de diciembre de 2018 un punto ciego de la frontera entre Tijuana y EEUU.

Una vez llegaron a EEUU, una patrulla fronteriza trasladó a Rosa, Celeste e Isaac a un centro de detención de San Diego donde permanecieron dos días bajo custodia. Celeste, que cumplió ya los 18 años, relata que "fue horrible. Para empezar, los oficiales son completamente rudos y nos trataron muy mal, puesto que había muchas personas en un cuarto muy pequeño y de comida daban burritos y un jugo". Tras dormir durante casi dos meses a la intemperie con la Caravana Migrante y caminar decenas de kilómetros cada día, Celeste reconoce que su paso por el centro de detención "fue la peor parte del viaje, porque tampoco había un baño privado, sino que estaba abierto, no había puerta ni nada y todo el mundo podía ver".

Tras ser liberados, se trasladaron a Willmar, puesto que ahí vive la hija mayor de Rosa desde hace once años. Hasta esta localidad, que ya sufre el primer azote del largo invierno con la caída de los primeros copos de nieve, se ha trasladado la Cadena SER para conocer cómo está siendo la nueva vida de esta familia a 4.639 kilómetros de su ciudad de origen. Tras varios días viviendo en la casa de una amiga de Rosa, donde no había espacio suficiente para todos ellos, la familia optó desesperada por solicitar ayuda al concejal del Ayuntamiento de Willmar Fernando Alvarado. Tras conocer su historia, este se puso en contacto con Jessica Rohloff, una mujer estadounidense que decidió acogerlos en su casa desde finales de diciembre de 2018 y sufragar todos sus gastos en alimentación y ropa, así como asumir los costes sanitarios y educativos. Rohloff subraya que "ha sido una sorpresa maravillosa tener esta familia. Los amo. Cuando me separo de ellos los echo de menos. Ahora son mi vida y siento que son mi familia".

Asier Vera

"Aterrorizados de regresar a Honduras" 

Por otro lado, señala que "ellos están aterrorizados de regresar a Honduras", por lo que preguntada si tiene miedo de que finalmente sean deportados a su país, responde que "siento que es como si alguien estuviera tratando de matar a mi familia". Así, Celeste explica que el próximo 16 de diciembre, se celebrará en la Corte de Minnesota una audiencia en la que la jueza de Inmigración Katherine L. Hansen podría ordenar su deportación a Honduras, aunque también cabe la posibilidad de que les otorgue un permiso temporal de empleo hasta que resuelve sobre su petición de asilo. De momento, tanto Celeste como Isaac están estudiando y se están aplicando de tal modo, que el niño que ya tiene 13 años ha sido incluso nombrado Estudiante del Mes por su buen expediente académico donde roza en casi todas las asignaturas la nota de cien sobre cien.

"Por ahora, me estoy enfocando a estudiar para ser criminóloga, policía o detective, pero sí es difícil, porque es un lugar donde no es mi idioma. A mi mamá como que le cuesta mucho más porque ella no sabe inglés, ni tampoco puede trabajar ahora", apunta Celeste, quien admite que tiene "miedo" de ser deportada en diciembre a Honduras, porque “costó mucho venir hasta aquí y sería una lástima”.

Mientras espera a la decisión judicial, afirma que "paso a paso se va cumpliendo el sueño americano, pero no todo de un solo" y, de momento, recalca que lo “mejor” que les ha pasado es conocer a Jessica y vivir con ella, porque "nos está dando todo lo que necesitamos y es demasiado bueno de su parte". Preguntada por qué abandonaron Honduras, revela que "la verdad es que no tenemos un papá responsable, nunca estuvo y no ayudaba en nada, sino que más bien nos molestaba y la responsabilidad quedó en mi mamá y ella no podía con todas las cosas, porque en mi país está todo muy caro y, entonces, ella decidió venirse a EEUU para que nosotros pudiéramos tener una vida mejor".

La joven reconoce que no extraña nada de Honduras, porque "estoy mucho mejor" que en ese país, si bien aclara que "no puedo decir que soy feliz del todo, porque no se puede, pero hay momentos". Preguntada sobre qué mensaje daría a todas las personas de EEUU, como su Presidente, Donald Trump, que no quieren migrantes en EEUU, responde que "todos somos iguales y no deberían ser egoístas, porque sí lo están siendo al quitar el sueño a muchos niños y muchas personas que necesitan una vida mejor".

"Si es por mí, que se queden para siempre"

Mientras, el alcalde de Willmar, Marv Calvin difiere completamente de la política migratoria de Trump, a pesar de ser también republicano: "si es por mí, que se queden para siempre. Si depende de mí, van a vivir aquí el resto de sus vidas y ya veo a Isaac casándose con una mujer bonita, teniendo una familia preciosa y trabajando, posiblemente, en algo relacionado con la política". "Vamos a estar muy orgullosos de ellos, por lo que deberíamos de hacer lo que fuera para que se quedasen", recalca, al tiempo que aboga por "abrazar la diversidad, porque hay que verla como una ventaja y no como una desventaja".

Sin embargo, Trump no comparte esta postura y en los primeros nueve meses del año, las autoridades migratorias de EEUU han deportado a Honduras 30.991 migrantes que estaban en condición irregular. Por su parte, el Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, arremetió en la última Asamblea General de la ONU contra las "organizaciones criminales, coyotes, ONG,s y políticos sin escrúpulos que buscando desestabilizar el Gobierno organizaron caravanas de migrantes en las cuales miles de niños, padres, madres e incluso embarazadas arriesgaron su vida en un sendero de crueldad, explotación y falsas promesas". De momento, familias como la de Rosa, Celeste e Isaac sí que han alcanzado su sueño americano de llegar a EEUU, si bien aún con la espada de Damocles de ser expulsadas si un juez migratorio rechaza su petición de asilo.

 
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