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Los sistemas bancarios rescatados que sí devolvieron el dinero

Según el último informe del Banco de España, los españoles no recuperaremos tres de cada cuatro euros del rescate bancario. Sin embargo, otros países, como Estados Unidos, Islandia o Bélgica sí lograron que sus sistemas financieros devolvieran el dinero prestado por las arcas públicas.

Reuters

Madrid

La crisis desencadenada por la quiebra del banco de inversiones Lehmann Brothers el 15 de septiembre de 2008 puso en alerta a los sistemas financieros de todo el mundo, dando lugar a distintas respuestas a las quiebras bancarias que parecían cernirse -y se cernían- sobre decenas de bancos en todo el mundo. El resultado de esa crisis en España, lo ha cifrado recientemente el Banco de España en un informe: 65.725 millones de euros donados a la banca, 5.200 millones recuperados, casi 51.000 millones que parece ser que no volverán a los bolsillos de los españoles.

¿Había modelos alternativos?

La política de libre mercado característica del modelo político de Estados Unidos cambió -ligeramente- tras la quiebra de Lehman Brothers: la Reserva Federal (Fed) estaba dispuesta a apoyar al sector bancario, pero, como explica Juan Carlos Higueras, profesor de EAE Bussiness School, lo hizo a su modo. "La ayuda al sector financiero se cifró en 700.000 millones de dólares en varias fases, aunque la cuantía final ascendió, aproximadamente, a 630.000 millones", explica.  Ocho meses después de la primera inyección, las entidades rescatadas comenzaron a reintegrar el dinero recibido y, en 2012 Obama ya explicaba triunfante que el Gobierno federal recibiría de vuelta “cada centavo”. "La diferencia es que en Europa se han dado préstamos, prácticamente, a fondo perdido y en Estados Unidos el Tesoro estadounidense -respaldado por el Congreso- invirtió como accionista, y luego fue vendiendo esas acciones", apunta Higueras. "Hoy, no es que se haya recuperado el dinero, es que las estimaciones apuntan a que se ha ganado entre 86.000 y 120.000 millones de dólares", concluye.

Islandia se convirtió -inmediatamente- en uno de los países más afectados por lo que había ocurrido al otro lado del Atlántico. En una economía donde el PIB no superaba los 13.000 millones de dólares, los bancos llegaron a alcanzar pasivos de 86.000 millones y, cuando el crédito mundial dejó de fluir, los tres grandes bancos islandeses -Kaupthing, Landsbanki Íslands y Glitnir- arrastraron a la economía a una profunda recesión. Además de los préstamos, Islandia se decantó por las nacionalizaciones, encarceló a los 36 banqueros responsables de la quiebra del sector, y recurrió al Fondo Monetario Internacional a quien pidió 2.100 millones de dólares (unos 1.875 millones de euros). Los ajustes realizados después -y una política monetaria que volvieron al país más competitivo, sobre todo en términos de turismo- permitió que Islandia devolviera en 2012 el primer tramo de ayuda casi un año antes de lo previsto, antelación que se mantuvo a la hora de devolver el préstamo completo. En 2015 la economía nórdica había recuperado los niveles precrisis. En 2016, el PIB crecía a un ritmo del 7,2% (muy por encima de sus vecinos europeos).

Bélgica no tuvo que pedir “rescate bancario” a las organizaciones internacionales, porque fue el propio Estado quien prestó los fondos a la banca. De los 27.400 millones de euros que inyectó para salvar a sus bancos, una década más tarde ya había recuperado 28.500 millones -1.100 millones más, en concepto de intereses- según los datos del 175º informe del Tribunal de Cuentas.

 
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