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Abusos sexuales

El Vaticano admite abusos sexuales y violaciones a religiosas en la Iglesia

El papa Francisco crea una comisión para acabar con estos delitos hasta ahora escondidos en la iglesia católica

Religiosas en el Vaticano. / Massimo Valicchia/NurPhoto via Getty Images

Religiosas en el Vaticano.

Roma

El papa Francisco ha decidido crear una comisión para acabar con los abusos sexuales y violaciones a religiosas  en el seno de la Iglesia Católica, delitos hasta ahora escondidos. La primera medida de esta comisión es la creación, en el Vaticano, de una residencia de acogida para religiosas expulsadas por haber denunciado violaciones, abusos sexuales e injusticias en el interior de conventos, según el suplemento Mujer, Iglesia, Mundo del diario oficial de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, cuyo nuevo número que se publicará el 26 de febrero. 

Muchas de estas mujeres son extranjeras sin recursos o que no pueden regresar a su país, según informa desde Roma el corresponsal de la SER, Joan Solés. Ante estos abusos de poder de superiores jerárquicos, a menudo hombres con responsabilidades en la gestión de conventos, el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada recuerda en la publicación que el papa Francisco ha exigido absoluta transparencia.

El Vaticano no ha facilitado nunca datos, pero por primera vez admite que el problema de tales delitos es real. El cardenal admite que su ministerio está recibiendo informes de casos de abusos a religiosas por parte de sacerdotes y que se están investigando, y agrega que lo sorprendente es que "comienzan a aparecer casos de abuso sexual entre monjas". "En una congregación nos han señalado hasta nueve casos. Este fenómeno que afecta a las mujeres se ha mantenido por más tiempo escondido. Pero sale a la luz. Tendrá que salir", dice Braz de Aviz. Cuando el suplemento femenino estaba dirigido por Lucetta Scaraffia se denunciaron los casos de abusos sexuales a las monjas por parte del clero y se pidió a la Iglesia no ignorar esta situación de opresión hacia la mujer. Algo que aún no ha sido abordado.

En la publicación se señala además que muchas monjas sufren el síndrome de burnout, del trabajador quemado o agotado, sobre todo por las condiciones de explotación. Con esta comisión "de cuidado personal" cuya creación se anuncia ahora el Vaticano quiere construir "comunidades resilientes", según explica la monja australiana Maryanne Lounghry, psicóloga e investigadora del Boston College y la Universidad de Oxford.

Las monjas, explican en el artículo, esperan que, al igual que en los casos de los abusos a menores, se establezcan "líneas guías" para que se conozcan las obligaciones, pero también los derechos de las religiosas en sus lugares de trabajo, así como algo que se parezca a un contrato de trabajo. "Cada religiosa tiene que tener una especie de código de conducta, una carta de acuerdo con el obispo o el párroco para poder decirle: "Sabe, trabajé 38 horas esta semana o no puedo trabajar el domingo y vuelvo el lunes, necesito un día libre". Un contrato de negociación te hace más fuerte", añade Lounghry.

Lounghry agrega que sería necesario también "invertir en el bienestar de las monjas" y por ejemplo concederles "dos semanas de vacaciones, una paga, una situación de vivienda digna, acceso a internet" o "incluso un año sabático después de cinco años de trabajo".

 
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