Santiago Posteguillo regresa con Julia Domna, 'la dama de hierro' del Imperio romano
El autor publica 'Y Julia retó a los dioses', segunda entrega y desenlace de 'Yo, Julia', la historia de la emperatriz más poderosa de la antigua Roma, con la que ganó el Premio Planeta en 2018
Newcastle
Inteligente, astuta, culta, ambiciosa y una gran estratega. Así dibuja el escritor Santiago Posteguillo a Julia Domna, la emperatriz más poderosa de la antigua Roma, una de esas mujeres de enorme trascendencia histórica pero olvidada, que ya abordó en su novela Yo, Julia, con la que ganó en 2018 el Premio Planeta. Posteguillo, el rey de la novela histórica en España con más de 4 millones de lectores, publica una segunda entrega (y desenlace) titulada Y Julia retó a los dioses, repleta de traiciones, luchas por el poder y puñaladas por la espalda al más puro estilo romano, porque se trata de narrar “la lucha titánica de Julia Domna por mantenerse en el poder y, además, quedándose sola”. La novela llega este martes a las librerías con una tirada inicial de 150.000 ejemplares.
En una conversación con la Cadena SER mantenida entre Madrid y Newcastle, donde transcurre uno de los episodios de la novela y lugar que su editorial ha elegido para presentarla a la prensa, Santiago Posteguillo explica que "en política, siempre es más fácil llegar al poder que mantenerse” y, si en la primera parte la emperatriz actúa “desde la retaguardia de la familia”, en esta “tendrá que tomar las riendas de una familia que se resquebraja”. Pero a esa la lucha por preservar su dinastía y mantener a su familia unida -su marido, el emperador Septimio Severo, muere y sus dos hijos, Antonino y Geta, mantienen un enfrentamiento brutal por el poder- se une la lucha de esta mujer contra la enfermedad, un cáncer de pecho que acabará con su vida.
El escritor recuerda una cita de Winston Churchill para definir a su protagonista: “Él decía que un político era alguien que pensaba en las siguientes elecciones, mientras que un estadista piensa en la siguiente generación. Y Julia era una estadista”. Posteguillo no cree que haya estadistas actuales que estén a su altura. “No, no hay, lamentablemente, este es un momento muy delicado, en el que estamos con el cambio climático, y al planeta le da absolutamente igual nuestras rencillas internas, el planeta reacciona a nuestras acciones mientras nuestros políticos no dan absolutamente nada la talla. Nos hacen falta estadistas que piensen no en las próximas elecciones, sino en la siguiente generación”.
“Lo que quiero pensar”, añade el escritor con la mirada más colocada en el futuro, “es que lo que tenemos ahora en muchos parlamentos del mundo es muchas Julias en ciernes, y eso es lo que yo espero que fructifique pronto y que, entre ellas, aparezcan estadistas que nos ayuden también con las cuestiones climáticas y otros problemas a los que nos enfrentamos”. Posteguillo se niega a dar nombres propios de estas “estadistas en ciernes” que existen en nuestro panorama político, pero da alguna pista: “Debemos apuntar a gente que posea una gran formación académica y que sean brillantes, eso es lo que nos hace falta”.
A la hora de construir el personaje, más allá de las fuentes clásicas, Santiago Posteguillo admite como un referente inspirador a Margaret Thatcher: “Sin compartir en absoluto sus ideas políticas, Margaret Thatcher era tenaz, otra cosa es que yo pueda estar en desacuerdo con aquellos puntos en los que ella lo era, pero en ese sentido, Julia me recuerda a la tenacidad de la famosa dama de hierro”.
Julia Domna no es una feminista y su ejercicio del poder tampoco aguanta una lectura de género en clave actual. Usa las mismas herramientas que los hombres que la rodean y es tan cruel y despiadada como ellos, pero Santiago Posteguillo evita reinterpretar la historia para subirse al carro del escritor aliado feminista: “Yo no puedo, como autor de novela histórica, trasladar conceptos del siglo XXI en los que yo creo, la equiparación de derechos y la igualdad, a un mundo donde no se pensaba en ello ni se concebía así, pero sí creo que la lectura de género de novelas de este tipo está en la recuperación de personajes femeninos que intervinieron en la Historia y que no se nos habían contado, pero hay que contarlo tal cual era el personaje, y ella actúa como un hombre en un mundo de hombres porque es la única forma que tiene, y en un contexto en el que nadie contaba con ella, acaba marcando los ritmos de lo que acabará sucediendo en la Historia".
Posteguillo no solo detalla en su novela Y julia retó a los dioses el desprecio que sufre su protagonista en los círculos de poder por el hecho de ser mujer, sino también los prejuicios que le acompañan toda su vida por su origen sirio. Además de ser mujer, Julia Domna es extranjera. “La xenofobia está muy patente”, explica el autor, aunque recuerda que no fue la única: “Cleopatra, reina de Egipto y una mujer oriental, mareó mucho a las élites; primero enamoró a Julio César y luego a Marco Antonio, y aquello sacudió la lucha por el poder en el mundo romano. Decenios después, el emperador Tito se enamoró también de una mujer oriental, Berenice, y tuvo que repudiarla porque lo hacía impopular ante el pueblo y ante el Senado”. Sin embargo, “la diferencia de estas mujeres con Julia", explica Posteguillo, es que “Severo, totalmente enamorado de ella, nunca la aparta del poder y eso provoca que se la intente calumniar, particularmente desde el Senado “. En esta novela, explica su autor que también aparecen los dioses y Vesta, “la diosa del hogar romano, es la que encarna esa lucha xenófoba para echar a esa extranjera del poder de Roma y se establece una especie de relación entre lo que los dioses van decidiendo y lo que va sucediendo”. Posteguillo aclara que “lo que se cuenta en la novela en relación con Julia es histórico y lo otro es un marco mitológico que me ayuda a redondear el relato”.
Domna tampoco es una madre amantísima, ni especialmente tierna o cariñosa con sus dos hijos, Antonino y Geta. Por encima de su maternidad están el poder, el Estado y la conservación de la dinastía que ha creado. A Domna no le interesan ni los cuidados ni los afectos, sus hijos son sus sucesores, los garantes del Imperio, así que no invierte demasiado en amor. “Me niego a construir un personaje basado en los clichés cuando ella estaba totalmente alejada de los estereotipos”, explica Posteguillo. “Me revuelve y me rebela esa etiqueta de mala madre, pero ¿y Julio César? Con su hija Julia se portó razonablemente bien pero no tenía nunca en cuenta las consecuencias que sus acciones podían tener en sus descendientes. ¿Y Napoleón? Napoleón abandonó a uno de sus hijos en Austria y ni te cuento lo que vivió. Y, sin embargo, nunca se nos ocurre pensar que fueran malos padres. Pensamos que eran megalómanos, grandes conquistadores… pero lo de la paternidad no se platea nunca y, en el caso de una mujer, siempre se plantea al principio”, añade. El autor cuenta que el subtítulo de la novela -Cuando el enemigo es tu propio hijo…, ¿existe la victoria?- proporciona muchos datos acerca de cómo actuaba Julia Domna: “Como ella no ejercía una maternidad al uso, piensa que sí, que existe una victoria aunque el enemigo sea tu hijo”, dice el escritor.
¿Cuánto tiempo de su vida lo pasa en la antigua Roma?
Paso mucho, tengo una biblioteca enorme, creo que tengo todo lo que se ha publicado en español, en inglés y parte en latín y en griego, de lo que se ha publicado sobre el mundo romano, y no me es ingrato. Pero, además, estar aparentemente sumergido en el mundo romano es estar mucho más en el mundo actual de lo que uno puede imaginar porque de muchas de las cuestiones políticas que se dirimen en el día a día podemos encontrar trasposiciones en el mundo romano.
¿Trabaja solo o tiene un equipo de documentación que trabaje en paralelo con usted?
¿Tipo Ken Follet? No, no lo tengo, lo que ocurre es que (tengo) esa personalidad individualista del Mediterráneo y me gusta mucho ir a mi aire y controlarlo todo. Además, si lo haces tú todo, tienes lo que se llama ‘la documentación sorpresa’. Y eso se lo pierde gente como Follet, que pueda tener grandes equipos de documentación. Porque tú puedes pedirle a tu equipo que te busque datos sobre el reclutamiento en Roma en el siglo II, pero puede que encuentren un dato curiosísimo sobre una legión que tuvo problemas en algún sitio, pero como no tiene que ver con el reclutamiento, no te lo pasan. Si tú lo haces todo, puedes pensar que en ese dato puede haber una historia. Aunque es verdad que a veces voy un poco abrumado y de cabeza, y sigo dando clases en la universidad.
Supongo que ya está escribiendo su siguiente novela…
Sí, estoy escribiendo ya y, de hecho, ya he escrito el final. A veces ayuda saber adónde vas y yo ya sé la frase final.
¿Cuál es esa frase final?
No debería decírtela. No debo, pero digamos que hasta ahora hemos estado calentando motores y ahora viene lo grande.
Más allá de la próxima novela, el escritor tiene pendiente El corazón del imperio, una serie documental de seis episodios para Movistar sobre grandes (y desconocidas) mujeres de la antigua Roma, cuyo estreno está previsto a finales de año. Además, el autor mantiene vivo el proyecto de sacar adelante una serie de tres temporadas sobre su trilogía de Escipión el Africano, proyecto en el que están tratando de implicar a productores italianos y de Estados Unidos: “necesitamos unas cuantas decenas de millones de euros para poder hacerla y estamos en fase de intentar persuadir a los norteamericanos de que entren en el proyecto, y ahí estamos, pero nos llevará unos años sacarlo adelante”.