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Martin Caparrós: "Cada vez más países están controlados por idiotas"

El escritor y periodista argentino ahonda en los recovecos de la crónica a través de una ficción utópica centrada en un futuro donde la muerte y el tiempo se han erradicado

ENTREVISTA A MARTÍN CAPARRÓS

ENTREVISTA A MARTÍN CAPARRÓS

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Madrid

Un poder decisivo de cada Estado es armar su relato, su imagen de sí mismo. Y el poder de un periodista es desenmascararlo. Sin opulencias, sin ofensivas, sin pretensiones, eso ha hecho el escritor y periodista Martín Caparrós en cada uno de los lugares que ha visitado, y van muchos. Da miedo preguntar a Caparrós, uno de los periodistas con mejor estilo y mejor ojo para analizar y contar a las personas y aquello que les pasa. Aprendió de Rodolfo Walsh y de la mejor literatura argentina, Borges, las Ocampo, Cortázar, los libros de viajes y, sobre todo, Heródoto. Ha ejercido en todo el mundo, también aquí en España.

Ha compaginado la crónica periodística, Larga distancia, con la novela, El hambre , Los living, A quién corresponda, y ahora publica Sin fin, en la editorial Penguin Random House. Sin fin empieza en un pequeño pueblo de la selva patagónica, el único en el planeta donde la muerte existe todavía. Contando como si fuera un relato periodístico, Caparrós se adentra en los recovecos del futuro, del presente y de nuestro pasado, hablando de los grandes problemas de la decadencia de occidente.

.- Defines Sin fin como una ficción sin novela, ¿en qué consiste?

Es lo contrario de una novela sin ficción, que es algo de lo que se habla bastante últimamente. Algo que se supone que yo hago de vez en cuando; pero esta vez tenía ganas de hacer lo contrario. Utilizar las formas de la no ficción, de la crónica, para contar algo que difícilmente se puede pensar que es cierto, que es real, porque sucede en el año 2070. O sea, que se hace complicado imaginar que yo he ido a reportear algo que sucede en estos lugares. Lo cuento así porque tenía ganas de reírme de los relatores y de los cronistas y de todas esas cosas. Y luego empecé a entusiasmarme, cada vez más, por esta idea pobre de la inmortalidad.

.- ¿Un cansancio de la crónica?

Sí, me daban ganas de parar y ponerme un poco del otro lado, de mirarme con un poco de sorna. Hay que hacerlo de vez en cuando, mirar lo que uno hace y ponerlo en duda.

.- Hay también una reflexión sobre el periodismo. Dice que no hay nada peor para un relator que confundir el relator en primera persona sobre el relato de la primera persona, ¿es el problema del periodismo actual?

De algunos periodistas. Es casi uno de mis eslóganes: "no es lo mismo escribir en primera persona, que escribir sobre la primera persona". No me cuentes lo que te está pasando. Haz valer el hecho de que estás allí para contarme algo, pero no me cuentes que te dolía el pie, ni cómo estás tú porque eso me da igual.

.- Ceñirse a los hechos... ¿cómo ceñirse a los hechos en un mundo dominado por las imágenes? Todo esto es curioso en un mundo donde nos dejamos llevar por la imagen, por lo impactante, por las fake news, la incredulidad de todo, la credulidad en masa..

¿Estás hablando del coronavirus?

Eso lo has dicho tú...

Pensaba que te referías a ello. Yo estoy muy impresionado estos días, sobre cómo algo que es, efectivamente, es mucho más imagen que hechos. Hay muy pocos hechos, pero sí muchas imágenes, porque los medios se han dedicado a ello, está tomando una preminencia en nuestras vidas extraordinarias. Escuchaba la noticia del hospital de Álava donde encerraron a los médicos en sus casas. Todo esto porque nos cuenta todo el rato que hay un virus, que hay que cuidarse del contagio y están todo el rato dando imágenes, imágenes, imágenes... ¡qué condicionan hechos! Hay que hacer una diferencia fuerte entre lo que es imagen o relato y esa realidad que muchas veces queda por detrás.

.- En esta distopía la muerte y el tiempo han sido erradicadas, es todo contra lo que el ser humano ha luchado desde que tiene consciencia de sí mismo. Y, sin embargo, nada cambia con esto, según escribe en su novela

No creo que puedan desaparecer nunca. Efectivamente, la idea central es que esa idea de inmortalidad que siempre hemos tenido y, que en general, hemos canalizado a través de las religiones que nos prometen una vida a través de la muerte. Ahora aparece una nueva manera de hacerlo, que es la técnica, que indudablemente es la nueva gran religión. Pero son vidas después de la muerte que son individuales. Son paraísos individuales, cada uno lo talla a su voluntad. La forma que cada uno elige para vivir su tsian, su vida después de la muerte tiene sus deseos incumplidos, sus problemas. Eso no cambia.

.- Mundo explotado por las religiones, por las nacionalidades, la patria y las disputas entre corporaciones, ¿esto es el futuro o el presente?

Obviamente uno no piensa el futuro más allá del presente que uno puede ver y cómo puede derivar en el tiempo. El presente tiene que estar ahí, aunque esté diluido en el futuro.

.- De todas estas cosas, ¿qué da más miedo de todo ello?

Lo que me preocupa más es la falta de futuro. El hecho de que estamos en un momento en que las sociedades no consiguen construir un futuro que les entusiasme, un futuro colectivo. Una idea de la sociedad que querríamos. No tenemos eso en este momento y, por eso, los futuros se imaginan individuales. Cada uno se retira a su burbuja post mortem y allí vive lo que puede vivir o se imaginan amenazadores. Todo lo que pensamos ahora sobre el futuro nos da miedo. Nos da miedo que la tierra se degrade, que los sistemas políticos sean cada vez más duros y autoritarios. Vivimos en un momento en que el futuro es amenaza y, como es amenaza, en muchos lugares, cada vez más, mucha gente se va entregando a líderes inverosímiles, estúpidos, que en cualquier momento no hubieran funcionado; pero que en este momento de despiste, de no saber hacia dónde vamos ocupan un lugar cada vez mayor. Cada vez son países más importantes los que están controlados por estos idiotas.

.- Al final ser rico o pobre es lo que marca para poder acceder a este nuevo invento, no hay evolución que cambie la condición de clase, ni la propiedad privadad, es como si el materialismo no quisiera ser contrastado

Es periodismo. He recorrido medio mundo y esto lo he visto en todos los lugares y circunstancias. En las cosas más inmediatas y brutales. El dinero te compra esperanza de vida. Se habla mucho de las desigualdades, pero qué desigualdad mayor que el tiempo que vas a vivir. Si comparas la esperanza de vida en nuestros países, vemos que si en España la esperanza está en los 82, en países de África está en 50. Y eso es porque no tienen dinero para el médico, para vivir bien, para cuidarse. El dinero hace toda la diferencia en la sociedad y ese es el futuro que no conseguimos imaginar, aquel donde la diferencia no exista y esa barrera no siga actuando. Nos resulta más fácil imaginar el final del mundo que el del capitalismo.

¿Cómo está Argentina ahora? ¿Qué futuro tiene ahora que vive otro punto de inflexión?

Argentina solo tiene puntos de inflexión. Es una sucesión de puntos de inflexión. Así está: se mueve todo el tiempo porque no tiene donde agarrarse

Casi peor que España

Sí, casi peor, pero no voy a entrar en esa competición. Argentina es un fenómeno único, eso nos da un poco de orgullo, pero un orgullo estúpido. Es el país que más se ha subdesarrollado en el último siglo. Hace cien años estaba entre los países más ricos del mundo, ahora es una especie de catástrofe permanente. Comparado con España no hay comparación. Yo siempre criticaba al gobierno kirchnerista cuando decía que crisis era lo que se vivía en España. Era cierto, fuera dura; pero no es lo mismo la crisis de un país donde hay sanidad, educación, donde las garantías están en plena vigencia; que la crisis de un país donde cualquier desacomodo hace que las personas no tengan cómo ir al médico, a la escuela o no tengan que comer.

.- Hay influencias periodísticas, de la realidad, pero en Sin fin parece que también se cuelan fenómenos televisivos como las distopías Black Mirror o Years and Years

Lo de las series no fue un referente, pero había terminado este libro como hace un año y empezaron a aparecer estas series que se parecían y ahí quería publicarlo cuanto antes. Years and years me encanta, aunque está ambientada en un futuro más cercano. Me gustan, pero rechazo el término de distopía, porque esto es una utopía, un final feliz porque encontramos la solución al gran problema de la humanidad, que es el hecho de que vivimos sesenta, cincuenta, ochenta años y desaparecemos. Eso es lo que nos ha venido preocupando siempre, por eso inventamos las religiones y si conseguimos acabar con ello, como en este libro, pues perfecto; aunque también tiene sus problemas.

José Luis Cuerda también imaginó un futuro distópico en Tiempo después, película en la que sales como actor, pero con mucho humor, ¿hay algo humorístico también en esta novela?

Admiro muchísimo a José Luis y él tenía un futuro que decía que esto sucedía mil años arriba o mil años abajo. Era un futuro que no se preocupaba por armar, pero que se parecía al año 2020. Ojalá algunas de mis tristes humoradas tengan algo que ver con este humor disparatado de Cuerda.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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