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Coronavirus Covid-19

El emocionante discurso de la enfermera Aroa López en el homenaje de estado a las víctimas del coronavirus

"Hemos sido mensajeros del último adiós para personas mayores que morían solas", ha dicho

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Madrid

Más allá del discurso de Felipe VI, uno de los momentos más emotivos del homenaje a las víctimas del COVID-19, celebrado esta mañana en el Palacio Real de Madrid, en presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de todos los presidentes autonómicos, lo ha protagonizado una enfermera de Barcelona.

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Aroa López, supervisora del servicio de Urgencias del Hospital Vall d'Hebron, ha reivindicado la importante labor llevada a cabo por el personal sanitario, recordando a las víctimas del coronavirus y pidiéndole a la ciudadanía que siga las recomendaciones de las autoridades.

Este es la transcripción íntegra de su discurso:

En mis años como supervisora del servicio de Urgencias del Hospital Universitario Vall d'Hebron he tenido experiencias muy difíciles, pero esta nos marcará para siempre. Ha sido muy duro. Nos hemos sentido impotentes, con una sensación brutal de incertidumbre y la presión de tener que aprender y decidir sobre la marcha. Hemos dado todo lo que teníamos. Hemos trabajado al límite de nuestras fuerzas. Y hemos vuelto a entender, quizá mejor que nunca, por qué elegimos esta profesión: cuidar y salvar vidas. Aunque muchos compañeros tuvieron que dar su propia vida para ello.

Hemos cubierto las necesidades básicas y emocionales. Hemos sido mensajeros del último adiós para personas mayores que morían solas, escuchando la voz de sus hijos a través del teléfono. Hemos hecho videollamadas, hemos dado la mano y nos hemos tenido que tragar las lágrimas cuando alguien nos decía: "No me dejes morir solo". 

Hemos vivido situaciones que te dañan el alma porque, quien había detrás de los EPI no eran héroes, éramos personas que se alejaban de sus familias para protegerlas de un posible contagio. Personas que salíamos del hospital cargadas con todas esas emociones y volvíamos a nuestro trabajo desde la soledad y el agotamiento un día más, dispuestas a transmitir fuerzas y ánimos a los enfermos, más allá de nuestros propios miedos.

Fuerzas transmitidas a través de los ojos, de nuestras miradas, porque era la única parte del cuerpo que nos quedaba visible. Entre nosotros hemos aprendido a comunicarnos a través de ellas. Miradas que algunos hemos aprendido a tatuarnos en la piel. Miradas que han significado tanto. Parafraseando al grupo Vetusta Morla en su canción 'Abrazos prohibidos': "Por los que hacen del verbo cuidar su bandera y tu casa. Y luchan porque nadie muera en soledad. Sin temerle a su miedo y usando su piel como escudo. Por los que hacen del trabajo sucio, la labor más hermosa del mundo y pintan de azul la oscuridad".

Quiero agradecer de corazón aquellos aplausos que nos dedicó la ciudadanía. Y quiero pedir, también de corazón, que no se olviden de aquello, respetando ahora las recomendaciones sanitarias. Quiero que piensen en los que fallecieron y también en los profesionales sanitarios que dejaron sus vidas en la lucha. Por favor, que su esfuerzo nunca sea en vano.

Quiero pedir también a los poderes públicos que defiendan la sanidad de todos. Que recuerden que no hay mejor homenaje a quienes nos dejaron que velar por nuestra salud y garantizar la dignidad de nuestras profesiones. Y que todos respondamos a una sencilla pregunta: ¿quién cuidará de nosotros si la persona que nos cuida no puede hacerlo? No olvidemos nunca la lección aprendida. Gracias.

 
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