Melania Trump cambia radicalmente la cara cuando Ivanka sube al escenario con su padre
Donald Trump dio este jueves su primer discurso como candidato oficial a las elecciones pero han llamado más la atención otros detalles en la última Convención Nacional Republicana
Madrid
El distanciamiento entre Melania e Ivanka Trump ya es más que evidente. Este jueves, la hija y asesora del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó a su padre durante la Convención Nacional Republicana, tal y como hizo cuatro años atrás. Aseguró que su Presidencia "ha cambiado Washington" aunque reconoció que el estilo de comunicación de su padre "no es del gusto de todos": "Sé que sus tuits pueden parecer un poco sin filtro, pero los resultados, los resultados hablan por sí mismos", defendió, que también añadió que "estés de acuerdo con él o no, siempre sabes dónde está parado".
Cuando Ivanka subió al escenario, Melania le saluda con gesto cordial pero, acontinuación, la amplia sonrisa que mantenía hasta el momento pasa a ser un rictus serio e intranquilo.
No ha sido el único detalle que se ha comentado de esta Convención Nacional Republicana. En ocasiones los silencios dicen más que las palabras, y durante esta semana, las ausencias han hablado de las diferencias dentro del partido respecto a la figura de Donald Trump, que ha transformado el evento de este año en casi una fiesta de él y su familia.
En comparación con los demócratas, que la semana pasada contaron en su convención con la intervención de los expresidentes Jimmy Carter (1977-1981), Bill Clinton (1993-2001) y Barack Obama (2009-2017), así como figuras de estatura para arropar al candidato Joe Biden, en la republicana ha habido menos representantes de alto rango y se ha recurrido a familiares de Trump, personalidades de su entorno y a ciudadanos anónimos para ocupar las dos horas diarias de convención.
Una de las ausencias más notorias es la del único exmandatario conservador vivo, George W. Bush (2001-2009). El expresidente no hará acto de presencia en el evento de este año, como tampoco hizo en 2016, cuando Trump fue nominado por primera vez como candidato a la Presidencia.
Es un secreto a voces que Bush y su familia, incluido el exgobernador de Florida Jeb Bush, que fue derrotado por Trump en las primarias de 2016, no tienen gran simpatía hacia la figura del magnate inmobiliario neoyorquino devenido en presidente. Aun así, George W. Bush nunca ha criticado a Trump abiertamente en público, pero tampoco tiene intención de apoyar al aspirante demócrata a la Presidencia, Joe Biden, como han hecho antiguos miembros de su Administración.
El alejamiento de Trump respecto al estilo y el contenido de las políticas de su predecesor republicano ha quedado materializado en la adhesión a Biden de miembros del Gabinete de Bush, como Colin Powell, quien fuera su secretario de Estado; e incluso con intervenciones en la Convención Nacional Demócrata.
Ante la atenta mirada de más de mil personas congregadas en el jardín principal de la Casa Blanca, Trump clausuró la convención con un discurso que prentendía sembrar el miedo ante una victoria de Joe Biden.
Durante su intervención, Trump ha prometido que en caso de ser reelegido que continuará con las políticas económicas que lograron una "prosperidad récord" en Estados Unidos antes de la llegada de la pandemia y ha apelado al patriotismo del pueblo estadounidense para lograr situar al país en el lugar de la historia que le corresponde.
El magnate de Nueva York ha defendido su gestión de la pandemia estos últimos meses asegurando que todas las medidas que se han llevado a cabo han estado basadas "en la ciencia, los datos y los hechos", no como Joe Biden, ha dicho, que en caso de haberle escuchado, "cientos de miles de estadounidenses más habrían muerto".
Así han comenzado los ataques contra su rival demócrata, a quien le ha acusado de "rendirse al virus", proponiendo el cierre de la economía de Estados Unidos durante la crisis sanitaria, lo que hubiera provocado ha dicho, un "aumento de sobredosis de drogas, depresión, adicción al alcohol, suicidios, ataques cardíacos, devastación económica, pérdida de empleo y mucho más".
"Estamos brindando terapias que salvan vidas y produciremos una vacuna antes de fin de año, o tal vez incluso antes. Derrotaremos el virus, pondremos fin a la pandemia y saldremos más fuertes que nunca", ha dicho.
Los ataques contra Biden no han quedado ahí, del candidato demócrata ha dicho que es un peligro para Estados Unidos, "un destructor" de la economía y de los puestos de trabajo de los estadounidenses, pues se los quiere "llevar a China", el país que marca su agenda, asegura.
"Biden no es un salvador", ha dicho Trump, quien se pregunta cómo pretende el Partido Demócrata liderar Estados Unidos si "se pasa la gran parte del tiempo" intentando "derribar" el país, al que considera, ha dicho, "una nación malvada que necesita ser castigada por sus pecados".