Annie Ernaux: "Antes la chica que no se casaba era definida como puta"
La escritora francesa publica en España 'Una mujer', un libro dedicado a su madre en el que indaga en la condición femenina y en la clase obrera
Madrid
"No he salido de mi noche” fueron las últimas palabras escritas por la madre de Annie Ernaux antes de que el Alzheimer aterrizara en sus vidas. Fue a principios de los 80. La escritora francesa, Premio Formentor 2019, cuidó de su madre y escribió una novela sobre aquellos días. Años más tarde, volvió a hablar de su progenitora en Una mujer, novela que se publica ahora en España de la mano de la editorial Cabaret Voltaire, en la que están los dos ejes temáticos de su bibliografía: la condición de mujer y la condición clase y en la que confiesa sus sentimientos encontrados respecto a ella: amor, odio, culpabilidad y, antes de su muerte.
Annie Ernaux ha sido una escritora discreta en la literatura francesa, aunque su prosa intimista, seca y directa ha influido en escritores como Édouard Louis, Virginie Despentes o Emmanuel Carrère. Nació en 1940 en un pueblo pequeño de Normandía, Yvetot. Su Macondo, aunque Ernaux no necesitaba cambiarle el nombre. Porque sus libros hablan de ella, de su infancia, de su adolescencia, de sus padres, de su entorno social, la clase obrera francesa, que apenas sale en libros o en películas.
Ha dedicado su vida a la enseñanza y es autora de una obra autobiográfica con títulos como La mujer helada, Memoria de chica, Los años, o El uso de la foto. En sus libros, prefiere no llamarlos novelas, también hay una disección de la condición femenina
Usted ha contado su vida, de manera muy realista, mezclando ficción y su intimidad, ¿la suya es una literatura de la memoria?
Sí, como siempre digo, yo he escritor este libro, Una mujer, sobre la muerte de mi madre, porque tenía muchas ganas de hacerlo. La memoria es zambullirme en algo de buscar los detalles y aquí busco zambullirme en mi madre, su historia, en por qué era así.
En cada uno de sus libros, en este último también, hay una descripción de la clase obrera francesa, de sus sentimientos, sus preocupaciones, su modo de vida, algo que no suele salir ni en la literatura ni en el cine francés, ¿por qué para usted era necesario hacerlo?
Creo que hay algo importantísimo que es el contexto social donde las personas viven. Soy una escritora de las cosas materiales, de las cosas sociales, al mismo tiempo que escribo de los sentimientos. En el caso de mi madre, para comprender esos sentimientos, esa manera de comportarse conmigo, a veces violenta, a veces reservada, eso emerge del contexto. Por eso es importante conocer su trabajo, su vida, su ambición. Ella tenía mucha ambición, quería convertirse en una dama, que es lo contrario a ser una obrera.
¿Cuándo tuvo por primera vez conciencia de clase?
Lo que verdaderamente me cambió fue cuando yo entré a estudiar en la universidad, fue la primera vez que tuve esa consciencia. Ahí empecé a mandar manuscritos, mientras trabajaba para poder ganarme la vida. Mi primer libro, aunque iba sobre una mujer que abortaba, también tenía ese sentimiento de clase, ese deseo de alejarse de ese entorno obrero.
Y ahí empieza eso que usted llama “transfuguismo de clase”…
Sí. Vivir entre dos aguas. Aunque ahora viva en un ambiente burgués, está claro que es así, no me siento como los que han nacido así, en esa clase. También es una herencia de mi madre, esa frustración. El estar en medio ha hecho que escriba más sobre ello.
Quizá por esos orígenes y las reflexiones que usted ha hecho en la literatura es de las pocas intelectuales francesas que entiende lo que ha ocurrido con los Chalecos amarillos, ¿no cree?
Absolutamente. Lo dije en un artículo en el que hablaba del mayo del 68, aunque parezca que la situación se había calmado, no es cierto. El problema sigue ahí. Hay una sensación de falta de futuro, de desesperanza, creada en todos estos años de neoliberalismo, y ha explotado y va a seguir explotando.
Además del retrato de la clase obrera, su literatura habla de la mujer, de la condición femenina. Lo vemos en títulos como Una mujer helada, del aborto en El acontecimiento, o en Pura Pasión, donde se detallan las relaciones tóxicas. ¿Cómo ve la evolución del feminismo desde entonces ahora?
Es una larga historia… Mi madre, su condición de mujer, es muy diferente de la mía; pero siendo tan diferentes como mujeres jóvenes, lo importante es fijarse en esa gran evolución. Para mi madre lo más importante es el matrimonio y que ese matrimonio dure hasta la vejez. Es un objetivo de su época. La chica está destinada a casarse y la que no lo conseguía era definida como puta. En mi caso, yo he vivido en una época diferente, después de la guerra en los sesenta. Ahí la mujer empieza a emanciparse y a tener otros modelos de vida. Es cierto que no teníamos todo, no había aborto libre, todavía había machismo… Todo eso para mi madre no era fácil. De hecho, en el libro se cuenta cómo para mi madre la separación de mi marido fue un gran drama… Para ella el matrimonio era para toda la vida, no lo entendía.
¿Somos las hijas más duras con las madres?
Sí, lo somos. Creo que porque tenemos la impresión que nos vamos a parecer a ellas y a cometer los errores de ellas.
En el Festival de Cine de San Sebastián acaba de presentarse Passion Simple, la adaptación de su novela Pura Pasión, ¿la ha visto? ¿le ha gustado?
Sí, sí, me ha gustado mucho. Ha sido raro verlo. La actriz es fantástica.
¿Le gustaría más adaptaciones de sus novelas?
Claro. Hay una pendiente, un proyecto de adaptar El acontecimiento, una historia sobre el aborto. Y en teoría, debería empezar a rodarse en octubre.
En sus libros usted habla de cine, sus personajes van al cine y el cine es el vehículo para mostrar la diferencia de clase. De hecho, cuando habla de su padre en El lugar se entiende la diferencia de gusto, Godard frente a Louis de Funès, como una diferencia de clase, ¿qué le ha aportado el cine como escritora?
Siempre me ha gustado mucho. No tengo un cineasta favorito, pero sí que puedo decir que la Nouvelle Vague ha sido importante para mí, por su estilo y porque condicionó los años 60. He encontrado muchas veces en el cine una manera de contar y de escribir. Por ejemplo, mi libro sobre mi padre, cuando vi La strada de Fellini, pensé tengo que escribir un libro que esté cerca de esta manera de contar de esta película. Hay un director español, Carlos Saura, que hizo Cría Cuervos, me marcó muchísimo. Porque es una película de mujeres, que habla de una mujer. Me emocionó muchísimo esa niña, su madre, la abuela. También me ha influido.
Usted ha influido en escritores franceses como Emmanuel Carrère, Virginie Despentes… ¿Eso le gusta o le pone nerviosa?
Me emociona mucho. Es algo importante para mi saber que yo he abierto algún camino, que yo he permitido que exista algún libro más que los míos. Es algo que me produce mucha satisfacción.
¿Cuál es su siguiente historia?
Estoy con un libro que ocurre durante la guerra, en los años cuarenta.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...