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Podcast especial Miguel Hernández | Cuando el miedo se puede leer

Esta no es una serie de reportajes sobre la vida de Miguel Hernández, aunque se habla de ella. Tampoco es una serie sobre la obra del poeta, aunque se habla de ella.

Esta es una serie sobre la memoria, que cuenta los dos procesos sumarísimos que el franquismo, recién terminada la guerra, abrió contra Miguel Hernández, al que condenaron a muerte pese a que luego le conmutaran la pena.

Murió igualmente poco después, en la treintena, enfermo y sometido a la dureza y la precariedad de la cárcel

Miguel Hernández: memoria, dos procesos contra un poeta (Episodio 1) | Miedo

Miguel Hernández: memoria, dos procesos contra un poeta (Episodio 1) | Miedo

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Madrid

Ahora que vuelve a discutirse y reinterpretarse la historia, hemos acudido a los papeles que se conservan en el Archivo General de la Defensa para desentrañar el proceso y sus incógnitas: cómo le detuvieron e interrogaron, cómo el poeta tuvo un miedo que llegó a verbalizar por acabar como García Lorca, cómo cambió su estrategia de defensa y una cadena de errores, al final, le acabó dejando en libertad cuando le esperaba un consejo de guerra. Aquí se acude a los papeles para saber quiénes delataron al poeta y quiénes hablaron en su favor, aun siendo franquistas, y cómo fue posible que disfrutara sólo de 12 días de libertad en su pueblo, Orihuela, antes de que todo empezara otra vez: las detenciones, los interrogatorios, los procesos y, finalmente, la pena de muerte.

Primer episodio: Miedo

Repasamos los papeles sobre el escritor en los que a menudo firmó, pero sobre los que también le harían firmar en muchos casos bajo coacciones y amenazas. Los últimos años del poeta se narran en dos carpetas, los dos procesos sumarísimos que le abrió el franquismo: uno en Orihuela y otro en Madrid.

Miguel Hernández, poeta autodidacta, se alistó en el quinto regimiento al estallar la guerra y cavó trincheras y recitó en ellas, fue atrapado en Portugal, donde quería marchar a Chile, al encuentro de Pablo Neruda.

A pesar de que quedó en libertad después de ser enviado a Madrid y tuvo la posibilidad de huir, regresó a Orihuela con su mujer y su hijo. Entonces, lo volvieron a atrapar, lo enviaron de nuevo a Madrid, y lo condenaron a muerte; después lo condenarían a 30 años. Fue pasando de cárcel en cárcel, enfermó de tifus, que degeneró en tuberculosis y finalmente falleció. Tenía treinta años y todos sus poemas escritos.

Guillermo Pastor, director técnico del Archivo General de la Defensa, nos acompaña en la lectura de los procesos sumarísimos. “Sumarísimos es un tipo de procedimiento que incide en que los plazos se abrevian al extremo”, explica Pastor, quien insiste en que cuando se reducen plazos en un proceso, se “recortan las garantías del acusado”.

Torturas a un detenido por cruzar la frontera clandestinamente

Conocemos a lo largo de este primer capítulo quién lo delató y por qué: un joyero portugués a quien acudió para venderle el reloj de oro que le regaló Vicente Aleixandre. “Ese fue el elemento que le causó la tragedia”, explica José Luis Ferris, poeta y autor de Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte del poeta.

Fragmento de la declaración en la que se puede leer el miedo de Miguel Hernández / Cadena SER

Según se lee en los papeles, el motivo de la detención fue haber pasado clandestinamente a Portugal. Llevaba con él un billete 20 escudos y un libro de poesías del mismo Aleixandre. “Al principio era una detención a un ladronzuelo, a una persona que había pasado ilegalmente la frontera”, continúa Ferris.

Ya detenido, en la cárcel, las crónicas hablan de un interrogatorio de 10 horas en las que lo apalearon y le golpearon los riñones hasta hacerle orinar sangre.

En el papel que le hacen firmar, el origen de todo, se lee que es “apolítico por completo” y explica a los policías que gracias al salvoconducto pasó hasta Portugal porque quería viajar hasta Chile, no porque quisiera escapar.

Cuando 'delata' a García Lorca

“Estrechado a preguntas sobre sus amistades literarias, manifiesta que García Lorca era un hombre de mucha más espiritualidad que Azaña, que no desconoce que era pederasta. Advirtiendo a los agentes que suscriben que tengan cuidado no sea se repita el caso de García Lorca, que fue ejecutado rápidamente y según tiene entendido, el mismo Franco sentó mano dura sobre sus ejecutores”, se leía en el papel.

“Posiblemente le pasó en la cabeza que iba a acabar en una cuneta con un tiro en la nuca”, explica Ferris sobre este momento en el que Miguel Hernández “trata de salvar el pellejo”. “En la transcripción ponen pederasta, pero creo que eso nunca salió de la boca de Miguel Hernández”, continúa Ferris, quien cree que se refirió a la homosexualidad.

Ferris, señala que Miguel era consciente de que su ejecución podía ser inminente y que la única vía que le quedaba para salvar la vida era “mentir”.

Este será uno de los testimonios que más estremece en todo el sumario. Será la primera vez que se lee el miedo en el sumario. Miguel Hernández firma esa declaración, aunque luego los agentes añaden sus propias conclusiones: “Cada vez que ha sido estrechado a preguntas, todo nervioso, se encerraba en un círculo vicioso diciendo: “Yo no sé. Les digo la verdad. No deben coaccionarme””.

Miguel Hernández, es detenido a finales de mayo de 1939, un mes después del final de la guerra. Las diligencias acaban en el juzgado especial de la Prensa, en la plaza de Callao de Madrid, que pide informes al servicio nacional de Seguridad. El proceso 20001 acaba solo de empezar.

 
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