Francisco Correa admite las acusaciones de Anticorrupción en el segundo gran juicio a la Gürtel
El líder de la trama admite los hechos, se compromete a pagar 2.7 millones de euros, renuncia a la práctica de prueba en su defensa y presenta un escrito de confesión, para el juicio en septiembre por las actividades de la organización entre 2001 y 2009 en Boadilla, donde el PP de nuevo se sentará en el banquillo como partícipe a título lucrativo
Madrid
La defensa del líder de la Gürtel, Francisco Correa, ha presentado un escrito a la Audiencia Nacional, con fecha de este domingo 28 de marzo, en el que admite como ciertos todos los hechos y las acusaciones de la Fiscalía Anticorrupción de cara al juicio que arrancará el próximo 22 de septiembre, sobre las actividades del entramado en la localidad madrileña de Boadilla, entre los años 2001 y 2009. Es el segundo gran juicio a la Gürtel después del que analizara la primera etapa de la organización, hasta el año 2005.
En su escrito, la defensa de Correa no solo admite los delitos y las penas de 13 años y medio de cárcel y de 1.996.500 euros de multa, sino que acepta el decomiso de 2.702.315,59 euros de los beneficios y comisiones recibidas. Además, Francisco Correa renuncia a la práctica de prueba en su defensa durante el juicio.
El líder de la trama acompaña el escrito de su letrado con una confesión al Ministerio Público, redactada de su puño y letra desde el centro penitenciario de Valdemoro, en la que narra cómo penetró en la localidad de Boadilla, creó y afianzó sus contactos con altos cargos del PP vinculados a esta zona de Madrid y la red corrupta en el municipio.
Correa detalla cómo se benefició de la “buena relación” que mantenía con el portavoz del grupo popular en el Parlamento Europeo, Gerardo Galeote, para contactar con su hermano Ricardo y el padre de ambos, gracias al cual penetró en Boadilla, y de qué manera colocó al exdiputado autonómico del PP, Alfonso Bosch, al quedarse fuera de la asamblea de Madrid.
Otro de los personajes clave en la trama de Boadilla, según Correa, fue Tomás Martín Morales, pero Correa centra sus críticas en el exalcalde, Arturo González Panero, conocido como El Albondiguilla, cuya ambición según el líder de la Gürtel era “desmedida, desproporcionada, con una falta y carencia de moralidad inexplicable”. Correa califica de “amoral” a González Panero, que era “adicto” a la Bolsa, y sostiene que amañaba contratos. Al respecto dice que “no mantenía su palabra ni código ninguno, prometía y garantizaba contratos a diestro y siniestro, cambiaba adjudicaciones aun habiéndolas prometido a un empresario, si posteriormente otro empresario mejoraba la dádiva”.
Correa confiesa que “a todos ellos” repartió “dádivas” en forma de dinero, pero también en “especies, viajes, ropa, regalos, etc.”.