Hamed, el pintor que llevó el color a un campo de refugiados
Las lonas de las tiendas de campaña dieron la oportunidad a este artista de volver a crear en el exilio
Muchos de sus lienzos están pintados usando las lonas de las tiendas de campaña de ACNUR en el campo de refugiados de Za'atari, en Jordania / Nicolás Castellano| Álvaro Zamarreño
Campo de refugiados de Zaatari (Jordania)
El día en que a la familia de Hamed le dieron una casa contenedor para vivir, le pasaron dos cosas buenas. La primera fue que las condiciones materiales de su gente mejoraron. La segunda fue que pudo recuperar su arte. Porque lo que dejaron atrás para cambiarse a esa casa contenedor fue una tienda de campaña de lona. Y esa lona suponía muchos metros de tela sobre los que poder pintar por primera vez en varios años. Y el color volvió a Za’atari.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Hamed, el pintor que llevó el color a un campo de refugiados
El mayor campo de refugiados sirios, construido en el norte de Jordania, es un páramo terroso barrido por el sol y el viento. “No hay árboles, no hay verde -dice Hamed-, para un artista eso es complicado” porque se siente obligado a traer color a la gente. Y eso es lo que le impulsó a volver a coger los pinceles, a pesar de que su propia tragedia personal no le ayudaba demasiado a inspirarse.
Ocho años después de que llegara con su familia (su mujer y tres niños), tiene una especie de ‘galería de arte’ junto a su casa. En realidad es otro contenedor metálico más de los que Naciones Unidas proporciona a los refugiados, y que le han cedido para que pinte y cuelgue sus obras.
Retrato de una niña refugiada en Zaatari / Álvaro Zamarreño
Retrato de una niña refugiada en Zaatari / Álvaro Zamarreño
El contraste es fácil de entender. Llegamos a una polvorienta calle del campo, en la que predominan los tonos ocre de la tierra y gris de las casetas. Y al cruzar el umbral de la suya, nos desborda el color. Y es precisamente una mirada la que atrapa a otra: los ojos de una niña de piel broncínea, con una blusa rosa coral y un pañuelo verde intenso, que nos sonríe en un lienzo de gran formato al otro extremo del taller de Hamed: “es el retrato de una niña del campo. Me encantan los colores,y cuando vi los colores con los que iba vestida, pensé que tenía que pintarla”.
Otra niña con un candil en su mano simboliza cómo para este pintor de Homs, es la infancia la que iluminará el futuro de su pueblo. Hamed describe las noticias que le llegan desde su ciudad de origen como “una montaña rusa”, en la que las cosas un día parecen mejorar y al otro ir a peor.
Esa incertidumbre, acompañada por la pervivencia del régimen que desencadenó la respuesta violencia hace una década, o la intervención de todas las potencias regionales en los asuntos sirios -y no para beneficio de los sirios precisamente- hacen que según Naciones Unidas sólo 267.000 de los más de cinco millones y medio de refugiados sirios hayan vuelto a su casa. “Me gustaría que fuera un lugar seguro para volver -comparte con nosotros Hamed-, pero también sueño con viajar por el mundo y visitar lugares en los que pueda aprender de su historia y su arte”.
Hamed, junto a dos de sus hijos, frente a su taller / Álvaro Zamarreño
Hamed, junto a dos de sus hijos, frente a su taller / Álvaro Zamarreño
Le vamos preguntando con curiosidad por todas las telas almacenadas: una anciana con los típicos tatuajes de henna y las joyas de la dote, un ‘sheij’, bocetos anatómicos. Pero queremos que elija una obra: un pequeño lienzo en el que una paleta de ocres emerge de tonos azules: “Este cuadro representa a la gente que intentaba cruzar el mar desde Turquía hacia Europa. Está dedicado a los que se ahogaron. Por eso aquí vemos a los que cruzan, y aquí a los que lo ven desde la playa impotentes, sin poder ayudar”.
Este reportaje forma parte del especial de la Cadena SER y UNICEF #LaSERy UNICEFconSiria
