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11-S

La historia del hombre que se salvó de morir en el 11-S por llegar tarde a trabajar: "Me siento culpable"

Hans Gernot Schenk llegó escasos minutos después de la primera explosión y se salvó de los ataques

Hans, en la base de las Torres Gemelas, donde trabajaba en una empresa logística / HANS GERNOT SCHENK

Hans, en la base de las Torres Gemelas, donde trabajaba en una empresa logística

Madrid

Hans Gernot Schenk tiene hoy 50 años, pero el 11 de septiembre de 2001 trabajaba en el World Trade Center (WTC) en Nueva York. Ese día llegó un poco más tarde a trabajar, y se salvó de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas. Su historia es esta:

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Antes del 11-S, explica Hans a la BBC, su empresa llamó la atención a los empleados por los retrasos y puso de tope las 9 de la mañana como hora límite. El 11 de septiembre llegó a tiempo, pero no durmió en su casa, y eso, cambió su destino.

Esa noche cambió su destino

"Aunque llegué a tiempo ese día, el hecho de no dormir en mi casa la noche anterior cambió mi destino. Tal vez causó que yo llegara al trabajo unos 10 minutos más tarde de lo que hubiera llegado normalmente. Analizo el tiempo, los minutos y los choques y sé que eso tuvo un impacto en el desenlace para cada uno", narra.

"Hoy, cada año que pasa, cada 11 de septiembre, la persona con la que estaba saliendo en ese momento me manda un mensaje y me saluda porque él entiende que es precisamente el hecho de que hayamos salido a cenar y hayamos estado juntos esa noche lo que hizo que yo no llegara más temprano a la oficina", comenta.

La tarjeta de identificación que utilizaba Hans en el World Trace Center

La tarjeta de identificación que utilizaba Hans en el World Trace Center / HANS GERNOT SCHENK

La tarjeta de identificación que utilizaba Hans en el World Trace Center

La tarjeta de identificación que utilizaba Hans en el World Trace Center / HANS GERNOT SCHENK

"Voy a llegar más temprano"

Ese día Hans se levantó más temprano de lo habitual porque debía ir a su casa a cambiarse. Una vez aseado y vestido, afirma en primera persona: "Guau, voy a llegar a tiempo, más temprano de lo regular". Cuando llegó, fue a un restaurante dentro de un centro comercial cerca de donde trabajaba. A falta de 25 metros para cruzar la puerta de acceso, una avalancha de gente corre hacia fuera.  "Pensé que algo muy grave tuvo que haber sucedido para que la gente corriera de esa manera", explica.

"Al salir miro hacia arriba y veo el humo. Es un humo negro. Sin embargo, como es tan alto, no entiendo la dimensión de lo que estoy viendo. Hay una nube negra y roja gigantesca. Empieza a volar de todo: muchos papeles y cosas, muchas cosas. Es tanto lo que cae, tanto lo que se ve, el impacto es tan grande, la explosión es tan fuerte y el ruido es tan retumbante que mi única reacción inmediata es de supervivencia, de cubrirme la cabeza y correr", narra el protagonista de esta historia.

"Hay bombas"

Es entonces cuando corre al metro para huir de allí, y al subir, sólo se encuentra a una señora que le pregunta que qué pasaba, a lo que Hans le responde que "hay bombas". Huye varias estaciones en dirección Canal Street, mientras la gente sube en masa al tren para huir como él. "

Veo a dos niñas jóvenes, debían tener menos de veinte años. Están llorando. Les pregunto qué pasó y una de ellas me dice que se acaban de estrellar unos aviones contra las Torres Gemelas. "¿Qué tipo de aviones?", les pregunto. Ellas responden que eran aviones comerciales, "de pasajeros". Al oír esto, me devuelvo, no salgo a la calle. Me monto en otro metro y me voy a mi casa", comenta.

Llegada al apartamento

Llegó a su apartamento, y su compañero de piso, que estaba viendo la televisión, se le queda mirando perplejo durante un par de minutos. Es entonces cuando ven que se derrumba la primera torre.

Al día siguiente Hans sintió la necesidad de ir hasta allí. Antes fue a donar sangre, pero no pudo: "Decidí ir a donar sangre a un lugar que quedaba a unas cuadras de mi casa. Al llegar, leí las reglas. No pude donar sangre porque soy gay". Sin más, se acercó caminando hasta las torres pero no pudo pasar por las barricadas policiales. "Había un ambiente completamente gris", y se fue.

Dos compañeros murieron

Los siguientes días quedó con los compañeros del trabajo, una empresa de logística internacional. Se reunieron en unas oficinas cercas del aeropuerto JFK, pero faltaban dos compañeros. La jefa, Inga, "muy linda persona", sobrevivió al 11 de septiembre, pero sufrió quemaduras y estuvo en un hospital hasta que finalmente murió. El otro compañero, un puertorriqueño, Eddie Reyes, falleció en los elevadores. Tan solo llevaba dos semanas en la empresa, y encontraron su tarjeta de identificación en los ascensores.

La empresa en la que trabajaba decidió continuar las operaciones como si nada, explica, "no entendió el shock ni el duelo", añade. Y eso le llevó a renunciar en diciembre de 2001 y regresar a vivir a Alemania.

La culpa. "Es muy fuerte. Yo me siento afortunado, pero a veces me siento culpable porque a pesar de haber vivido unas experiencias tan complicadas, tan difíciles, la vida me da regalos y continúa presentándome oportunidades. Tengo momentos de extrema felicidad, de agradecimiento y de optimismo. Y a veces siento que no es justo. ¿Por qué yo sí y por qué otros no?", sentencia.

 
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