El volcán de La Palma es la primera erupción española de las últimas cinco décadas. El último que despertó fue el Teneguía en 1971, a unos 12 kilómetros del Cumbre Vieja. Para la mayoría es la primera vez que vivimos este fenómeno, por lo que en las últimas semanas han ido apareciendo nuevos términos relacionados con la vulcanología, que hasta entonces no habíamos tenido la oportunidad de conocer. Son los fragmentos eruptivos que lanza el volcán. Se clasifican en función de su tamaño en ceniza, lapilli y bombas volcánicas. Pequeñas piedras más grandes que la ceniza que expulsa la erupción, que pueden medir entre dos y 64 milímetros. Son peligrosos porque pueden ser abrasivos y de acumularse una gran cantidad en los tejados, podrían provocar un derrumbe. Se conocen como fumarolas aquellos puntos de emisión o apertura de la superficie por los que el volcán expulsa vapor y otros tipos de gases, lo que indica que sigue activo. Estas pueden situarse cerca del cráter o en los flancos del volcán. La fajana es el isla baja que han formado las coladas del volcán con su llegada al mar. La Real Academia de la Lengua Española la define como: «Terreno llano al pie de laderas o escarpes, formado comúnmente por materiales desprendidos de las alturas que lo dominan». Su nombre viene del volcán Stromboli, situado en las islas Eolias, al norte de Sicilia. Se trata de una erupción que cuenta con coladas fluidas que emiten grandes cantidades de gases de forma violenta, llegando a proyectar fragmentos de lava fundida como lapilli o ceniza a cientos de metros del cráter. La erupción de La Palma empezó a rugir siendo una erupción de tipo estromboliano pero también ha tenido episodios típicos de una erupción hawaiana. Hereda este nombre al ser habitual en los volcanes de Hawai. Son erupciones que se caracterizan por la expulsión de lavas poco viscosas, con bajo contenido en gases, pero que avanzan con facilidad y rapidez, afectando a grandes extensiones de terreno en poco tiempo. Son un tipo de piroclastos de gran tamaño que expulsa el volcán durante la erupción. Se trata de grandes rocas incandescentes que se suelen dar cuando los volcanes aumentan su actividad efusiva. Son una especie de tubería subterránea que se forma en las coladas que permite que la lava transcurra bajo tierra. Surgen a mucha profundidad y pueden llegar a formar grandes entramados que permiten transportar el magma y reducir la devastación.