El reto de ayudar a la comunidad LGTBI en el Afganistán de los talibanes
Ante la negativa de las grandes organizaciones, son pequeños grupos de voluntarios como el creado por Qais Munhazim y dos amigos quienes les ayudan a sobrevivir en el Afganistán de los talibanes
Madrid
"No salen de casa. No van a trabajar, o a estudiar, a ver a sus amigos y
socializar. Están aterrados de que si alguien se entera de que son gays o trans
les puedan matar", así cuenta Qais Munhazim la realidad de la comunidad LGTBI en el nuevo Afganistán de los talibán.
Su necesidad de huir no es ni mayor ni menor que la de otros refugiados, pero en su caso tienen que sumar el que las grandes organizaciones internacionales no quieren implicarse para no tener problemas con las autoridades.
Así que son pequeños grupos de voluntarios, como el creado ante el avance de los talibán por Qais Munhazim y dos amigos, los tres exiliados afganos desde hace años, los que se encargan de ayudar a estos refugiados LGTBI. En aquellos días de agosto en que todas las miradas estaban en el aeropuerto de Kabul llegaron muchas promesas. Dos meses después, nada.
"Han hecho promesas, han salido en público a apoyar a refugiados de la comunidad LGTB, pero no lo hemos visto todavía. Nadie de la gente a la que yo estoy ayudando directamente ha sido evacuada a otro país. Estamos esperando a que cumplan sus promesas, porque estamos ante el grupo más vulnerable", ha declarado Qais.
El creador del grupo de voluntarios relata como gente acostumbrada a tener un perfil bajo para evitar problemas ahora ni siquiera sale de casa desde hace semanas por miedo a ataques. "No es que la comunidad LGTBI antes estuviera en las calles celebrando, ya mantenían un perfil bajo. La sexualidad, el género, salir del armario, son conceptos muy diferentes en un lugar como Afganistán y la gente ha vivido de maneras muy diferentes su sexualidad, cosa que admiro", relata el voluntario.
Para los que consiguen salir del país las cosas a veces no son mejor: salen sin nada y llegan a lugares donde no tienen una mínima red de apoyo ni el respaldo de prácticamente nadie. "Toda su vida está en una mochila: sus sueños, sus posesiones... A veces en el camino pierden hasta esa pequeña mochila. Así que cuando llegan a otro país, por ejemplo Estados Unidos o Canadá, vemos cómo ayudarles para que puedan rehacer su vida", explica Qais.