Todo por la pasta: las razones por las que Springsteen y otros músicos venden su catálogo
Bruce Springsteen ha vendido todo su catálogo musical y los derechos de publicación a Sony Music por 500 millones de dólares. Se suma a otros artistas, como Bob Dylan, Neil Young, Shakira o Mick Fleetwood. La pandemia y el cambio en la industria musical explican esta decisión
Madrid
Bruce Springsteen ha batido el récord de Bob Dylan: ha vendido todo su catálogo musical y los derechos de publicación a Sony Music por 500 millones de dólares, la mayor transacción realizada hasta la fecha sobre el trabajo de un único artista. Dylan lo vendió a Universal por cerca de 400 millones de dólares.
Springsteen ha formado parte de Columbia Records -del grupo Sony- desde el inicio de su carrera. Sus ventas de discos superan los 120 millones de copias en todo el mundo y suman una decena de números uno, lo que supone uno de los mayores registros de la historia del rock. Tiene además más de veinte Grammy, dos Globos de Oro y un Óscar.
El Boss se suma ahora con un récord a la lista de artistas que en los últimos tiempos han vendido el catálogo de sus canciones, en la que figuran también Tina Turner, David Bowie, Paul Simon y Neil Young. Pero, ¿por qué esta tendencia?
Son varios los factores que explican este hecho. El principal de ellos: la pasta, la liquidez. Según explica Sympathy for the Lawyer, una firma legal especializada en la industria musical, al vender su catálogo, el autor obtiene unos recursos económicos importantes para mantener sus gastos ante la imposibilidad de plantear grandes giras por la pandemia. Aunque se están recuperando los conciertos, los festivales, las grandes giras, las entradas no se venden como antes, como reconoce Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales.
Además, los royalties provenientes del streaming no compensan, son pequeños. Esto nos lo reconocía recientemente Gustavo Santaolalla, uno de los grandes compositores de bandas sonoras: "los servicios de streaming tienen que encontrar la forma de pagarnos mejor, porque si no van a acabar con la música. Los jóvenes creen que la música es algo de lo que pueden disfrutar gratis". Esta declaración está avalada por el último estudio de piratería del sector. Antonio Guisasola, presidente de Promusicae, advierte de que la piratería supera el 50% entre los jóvenes y la suscripción a plataformas de pago es de las más bajas del mundo en España. Plataformas como Spotify, que han dejado de ser rentables para los creadores. Si bien es cierto que la venta de discos es hoy residual, ya que el grueso de los ingresos vienen del streaming y la comunicación pública.
En artistas jóvenes, estas operaciones permiten financiar proyectos discográficos, futuras giras u otras inversiones. En casos como el de Bob Dylan o Neil Young, detrás de la decisión puede estar la planificación jurídica del futuro proceso sucesorio: los activos líquidos facilitan la repartición de la herencia. Además de que ya no están en condiciones de hacer grandes giras como antaño.
Además de la liquidez, según Sympathy for the Lawyer, la venta de los repertorios generan una mejor explotación y rentabilidad de los mismos, eximiendo a los autores del trabajo de gestión de su catálogo. Obtienen además beneficios fiscales. Los músiccos deben abonar el 20% de las ganancias que obtienen con sus creaciones, tanto por la venta de discos físicos como reproducciones online. Ganan más dinero deshaciéndose de ellas.
Los derechos editoriales son más rentables que el resto del negocio, con ganancias que representan el 23% de los ingresos, frente al 15% de la música grabada, según Bloomberg. Es por lo que Spotify está invirtiendo en podcast: contar con más contenido. "Es la gallina de los huevos de oro en la industria de la música hoy -según Fernando Neira, periodista especializado en música. "La venta de discos es testimonial y el streaming genera pocos ingresos, aunque tienda a aumentar". El principal activo de los grandes artistas es su catálogo, su cancionero.
¿Qué gana Sony Music?
Uno de los factores a tener en cuenta, lo hablábamos hace unas semanas con el escritor Jorge Carrión, es el de los algoritmos. "Uno de los ejemplos más claros que tenemos de perfeccción algorítmica lo tenemos en la música - dice Carrión- hay un alto porcentaje de la música que se basa en el algoritmo". Los algoritmos pueden no solo crear la música ideal para cada usuario, que ya es mucho, sino que además pueden preveer cómo explotar mejor las canciones en el mercado. Plantear una oferta sobre un repertorio y hacer estimaciones muy fiables sobre los beneficios del mismo.
Además, la industria musical ha entrado en un nuevo tiempo. Hace una década que artistas como Madonna fichaban por Live Nation. Era la primera vez que una cantante de su altura vendía todos los derechos de sus discos, giras y productos de merchandising no a una discográfica, abandonaba Warner, sino a una promotora, como Live Nation, centrada en las giras. Los conciertos es lo que más dinero generaba a los artitas. Esto, con la pandemia, que ha restringido las giras, con artistas más veteranos o envejecidos y con las nuevas plataformas como TikTok o Twitch, ha cambiado.
Twitch y TikTok han revolucionado la industria cultural. El mercado del arte, por ejemplo, se fija cada vez más en estas redes sociales para vender sus productos, cuya venta crece exponencialmente cada año. También la moda y cualquier producto de consumo. Se llama generación TikTok a esos jóvenes volcados en esta red social y que son incapaces de concentrarse en algo o prestar atención a cualquier tema que les lleve más de unos segundos, que es lo que duran los vídeos compartidos en ella. Con millones de usuarios jóvenes, ahí está el futuro mercado de consumo de contenidos. Tik Tok o Twitch han barrido a redes como Spotify, Youtube, Facebook o incluso Instagram.
Si canciones antiguas, de Bruce Springsteen, Bob Dylan o The Beatles, aparecen en un challenge de TikTok, podrían hacerse virales y su valor subir considerablemente.
¿Por qué no se da en España?
En España no se ha producido algo similar de momento, ya que la mayor parte de los repertorios están cedidos a discográficas tradicionales, salvo artistas autogestionados como Vega o Sienna, que nos hablaban recientemente de la voracidad de la industria musical española. Nos lo cuenta Patacho Recia, de SEDA, la Sociedad Española de Derechos de Autor: "En España las grabaciones, salvo raras excepciones como las últimas de Kiko Veneno o algunas de Amaral, pertenecen a las grandes compañías multinacionales, no las puedes vender porque no son tuyas. No lo pueden hacer Serrat o Sabina". Podrían cederlo, pero no venderlo.
La legislación española de propiedad intelectual contempla los derechos morales. "En la UE existe el derecho moral, que es intransferible, en contra de otros países. El derecho moral, la autoría sobre una obra, es irrenunciable. Y los grandes artistas viven de las grandes giras, con la desaparición de las grandes giras y la venta física de discos, hacen que esas obras necesiten tener ingresos por otro lado", explica Recia.