Ocio y cultura

Lola Mascarell: "Hoy parece que solo es bueno lo que es joven y nuevo"

La poeta valenciana acaba de publicar su primera novela: Nosotras ya no estaremos. Un libro dedicado a la memoria de nuestros abuelos y abuelas, a todas esas simples cosas que devora el tiempo y el capitalismo

Lola Mascarell: "Hoy parece que solo es bueno lo que es joven y nuevo"

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Madrid

Lola Mascarell (Valencia, 42 años) es periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura. Ha publicado varios poemarios. Tiene un blog personal: Registro de ayeres, que ya dice mucho de lo que ahí recoge. Y acaba de publicar su primera novela: Nosotras ya no estaremos, editada por Tusquets.

El libro tiene dos protagonistas. La casa familiar, que se pone a la venta, y que alberga tantos recuerdos: vivencias, dichos, historias, lenguajes, juegos... memoria, al fin y al cabo. Y la niña, esa niña que habitó esa casa en los tiempos más felices, cuando uno es niño antes de perder del todo la inocencia. Esa niña que se hace adolescente, esa niña que de adulta intenta comprar la casa de sus abuelos, que se pone a la venta, e impedir que otro comprador se haga con ella.

"Es una novela en buena parte autobiográfica -explica su autora- ya que siempre he pensado que donde debe ir a buscar un escritor es a su pasado, a su vida. Y a partir de ahí ir urdiendo las ficciones. Quería escribir sobre esa casa, para impedir que desapareciera con el tiempo, porque parece que al escribir sobre ella, no se muere igual". 

Es un libro muy poético, pero es prosa, su primera novela. "A mí lo que me gusta es escribir, he escrito poesía, narración, mucho diario también y siempre tenía en la cabeza escribir una novela. No era el plan, eran unas prosas poéticas sobre el paso del tiempo, de la infancia, de aquella niña que habitaba la casa de los veranos, pero el mundo se paró para todos y tuve un tiempo extra para poder convertir esas prosas en una novela".

Nosotras ya no estaremos está dedicada a su abuela, nos cuenta Lola Mascarell, que leía y releía el mismo libro de poemas de Machado. "Sin ser una gran lectora, para mí ese libro de Machado forrado con papel dorado era un tesoro al que quería acceder. Ella me despertó el amor por la lectura y por mi abuelo, que era músico. Y la música está muy relacionada con la parte poética".

Esa casa de verano está llena de cosas simples de las que nos despedimos insensiblemente, como canta Chavela en la canción de Las Simples Cosas. Desde objetos que dice la protagonista que le gustaría guardar, como candelabros, lámparas, vestidos, cuadros... hasta cosas más sutiles: las paredes, la energía de la casa, las huellas que las sábanas guardan en su interior. Sábanas y sacos que alguien bordó. Cosas, lo dices en tu libro, que se utilizaban y reutilizaban hoy que todo es de usar y tirar, en este circo de dinero y gasto.

"Es muy difícil en los tiempos que corren, donde todo se compra y se vende tan rápido y todo se sustituye tan rápido, pararse a valorar las cosas. Antes protegíamos todo, lo cuidábamos, lo reutilizábamos. Como las fotos, que se custodiaban en cajas y se volvían a mirar alguna tarde. Fotos que eran pequeños tesoros que encerraban una historia", recuerda Mascarell. "Ese es el valor real e incalculable de los objetos, no el que el mercado nos impone con esta marabunta de usar y tirar y de consumo rápido".

Lola Mascarell también rescata esas costumbres que el tiempo y sus modernidades han ido devorando o silenciando. Como esa conversación entre los vivos y los muertos en los cementerios. Los jóvenes de hoy ya no acuden a los cementerios. "La costumbre de hablar con los difuntos, de honrarles y adornarles, de decirles que nos acordamos de ellos, que los mantenemos vivos en nuestra memoria, es también una cosa de viejos. Una costumbre en vías de extinción. Igual que el cuidado de las casas antiguas y su contenido, igual que esos oficios que se pierden cuando desaparece la única persona de la tribu que sabía oficiarlos. Canciones, palabras, ritos, papeles. Todo está muriendo constantemente en pos de un vacío moderno y aséptico", podemos leer en Nosotras ya no estaremos.

"Ahora todo parece que tiene que ser blanco, aséptico, limpio. Ya no se reciclan muebles u otros objetos, salvo que sean muy caros. Lo mismo pasa con la tradición. Hemos llegado a un punto que parece que solo es bueno lo que es joven y nuevo. Apartamos a los viejos y, si queremos salvar el mundo en el que vivimos, debemos invertir esos términos".

En esta novela, Lola Mascarell también quiere hacer un homenaje a la niña lectora, "otro de los bienes que se está perdiendo, devorada por las pantallas y la velocidad". "Cuando doy clase, en el instituto, cuando veo a los adolescentes, que lo que quieren es dejar de ser niños y hacerse mayor, les digo: esto es un proceso que tenéis que pasar, pero guardaros siempre un trocito del niño que fuisteis y mantened las ganas de aprender, de jugar, la curiosidad".

La novela es ese recordatorio para todos: no dejemos de lado a nuestro niño, que se caracteriza por ser alegre. La alegría, como decía Ortega, es ligereza.

 
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