Sociedad
Erupción La Palma

Más fuertes que el volcán

Como la lava, una ola de solidaridad mundial brota y se expande en la última erupción de Canarias

El impacto del volcán de Cumbre Vieja cambia la percepción que han tenido los palmeros de sus volcanes y del turismo

La Palma deja de ser una pequeña isla desconocida para emerger en el mapamundi por su enorme interés científico y su alto valor paisajístico

El volcán de La Palma. / GettyImages

La Palma

El 19 de septiembre de 2021, a las 15:12 hora canaria, estalló el volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma. Un volcán que todavía no tiene nombre y al que, por su fuerza, dominio y poderío, los palmeros apodaron 'El Señor'.

Aquel día, las entrañas de la tierra se abrieron para dar paso a la lava que serpentea, incandescente, en las profundidades de las Islas. La última de las erupciones que las ha hecho emerger del fondo del mar, se prolongó durante 88 largos días. Y engulló, jornada tras jornada, todo aquello que se interponía en su camino: viviendas, fincas de plataneras, granjas de animales o naves industriales. En total, más de 3.000 construcciones ubicadas en el Valle de Aridane, la más productiva superficie agrícola de La Palma.

La erupción del cráter del volcán de La Palma el 19 de octubre. / Eduardo Cabrera

La erupción del volcán de La Palma por la noche. / Eduardo Cabrera

El espectáculo de la naturaleza dio paso a la tristeza de los 7.000 afectados que perdieron sus casas, sus aulas, sus plazas, sus iglesias o su cementerio. Barrios enteros quedaron sepultados bajo coladas de hasta 40 metros de altura. Y más tarde bajo un manto de ceniza que ensombreció, aún más, el estado de ánimo de los más de 83.000 habitantes de la isla.

Pero magma y tristeza no fue lo único que surgió de las entrañas de la tierra. Casi con la misma fuerza, una ola de solidaridad brotó también del interior de tantas y tantas personas de diversos rincones del mundo que empatizaron con las historias que, día tras día, les llegaban desde La Palma. Testimonios de pérdida y superación, contados en primera persona por los propios afectos; pero también de ayuda y solidaridad, transmitidos por quienes los pusieron en marcha, se beneficiaron o fueron testigos de ellos, durante los procesos de evacuación o desalojo que su sucedieron esos días de ruido y fuego.

Empatía con los afectados

El altruismo y entrega de la sociedad palmera sorprendió a propios y extraños. Vecinos como Héctor Lorenzo o miembros de los equipos de emergencias como Marc Tor, entre tantos otros, compartieron en la antena de la Cadena SER sus impresiones durante los casi meses de crisis volcánica: "Te ves rodeado de gente que no conoces, que se han sumado voluntariamente sin preguntar. Gente que lo dio todo gratuitamente, héroes sin capa que dedicaron su tiempo libre a ayudar a los demás". "Nadie pregunta, vienen de otros desalojos, paran y se ponen a cargar... Y estás cargando una nevera y donde éramos cuatro de repente somos dieciséis. Yo me quedé impresionado: lo mínimo es rendir un homenaje a la bondad, al altruismo y la solidaridad". "Empezó a llegar ropa de todos lados y en los desalojos aparecían camiones como si fueran un convoy para ayudar a la gente. Por cada damnificado veías a veinte voluntarios; había más gente ayudando que afectada. ¡Era increíble!".

Reunión en la plaza de España de La Palma de los afectados por la erupción volcánica. / Eduardo Cabrera

Hay un antes y un después de este volcán para La Palma, que Marc resume gráficamente: "Cuando vine de Madrid a la isla, tuve que buscarla en el mapa para saber a dónde iba destinado como bombero de las brigadas forestales. Ahora doy gracias al destino de haber conocido la otra cara de esta sociedad: la esencia de lo que son los palmeros se ha visto ahora".

Se refiere a la resiliencia con que los palmeros han reaccionado ante la adversidad que ha traído la última erupción. Su capacidad para sobreponerse a ella viene de atrás, cuando muchos de ellos emigraron a Venezuela y regresaron, años más tarde, para invertir en su tierra natal (especialmente en el Valle de Aridane). Afectadas como Ana y Olga, que viven en una caravana en el cerro más alto de Los Llanos de Aridane junto a otros vecinos de los desparecidos barrios de Las Manchas y Todoque, también se sorprendieron con la ola de superación colectiva de su pueblo: "Esto es muy duro, paraba mucha gente para darnos ayuda y una amiga viene a recoger mi ropa todas las semanas para lavarla… Todo esto nos ha hecho llorar muchas veces de ilusión y alegría. Sabíamos que los palmeros ya éramos así, pero ahora nos hemos dado cuenta de muchas cosas más".

Vecinos afectados por la erupción del volcán de La Palma. / Eduardo Cabrera

Más allá de las fronteras insulares, la historia de los afectados conmovió a ciudadanos de lugares diversos. Y desde las grandes ciudades a los rincones más recónditos, surgieron iniciativas de solidaridad en las aulas, en los ayuntamientos, en las cafeterías, en los comercios o en los estadios. Gracias a ellas, estudiantes palmeros que perdieron sus colegios recibieron miles de cartas de apoyo de alumnos de otros centros escolares lejanos; numerosos artistas organizaron conciertos y cantaron por la isla y deportistas de élite o de base jugaron, corrieron o se movilizaron para recaudar fondos para La Palma.

Otro turismo es posible

El volcán de Cumbre Viaje, que quedará oficialmente apagado este 25 de diciembre, ha sacado del anonimato a la denominada 'Isla Bonita', una de las ocho que integran el Archipiélago canario y que se ha resistido, como ninguna otra, a abrir la mano a un turismo masivo: antes de la erupción contaba con 47 alojamientos turísticos que sumaban apenas 3.330 plazas alojativas. Y en tiempos pre-COVID, el récord de visitantes que tuvo no superó nunca los 300.000 turistas, pese a contar con un aeropuerto con una capacidad mucho mayor.

Eminentemente agrícola, La Palma vive en gran medida gracias a la subvención comunitaria al sector platanero. Ahora, las pérdidas de su motor económico y su nuevo potencial turístico están llevando a los palmeros a replantearse la necesidad de diversificar su economía. El presidente de los hoteleros de España, el tinerfeño Jorge Marichal, resume el dilema al que se enfrenta la isla con la siguiente reflexión: "La Palma es una isla demasiado grande para ser pequeña y demasiado pequeña para ser grande. Hay que aprovechar las nuevas oportunidades que se le abren: ¿Quién no sabe ahora en el mundo que hay una isla que se llama La Palma y tiene un volcán?"

Vecinos de La Palma contemplando la erupción volcánica. / Eduardo Cabrera

Una ciencia sin fronteras ni banderas

En realidad, la última erupción de La Palma ha cambiado tanto la percepción que sus habitantes tenían del turismo como de los propios volcanes. En 1941, miles y miles de palmeros acudían a ver la erupción del Teneguía para disfrutar del espectáculo de la naturaleza. Pero aquel "volcán amigo", que no hizo daño a nadie, dio paso cincuenta años después a 'El señor': el gran destructor que llevó a los habitantes de la isla a precisar que "esto no es un espectáculo, esto es una tragedia".

Desde el punto de vista científico, el fenómeno volcánico de La Palma convocó en la isla a más de 90 expertos, procedentes de 35 centros investigadores extranjeros de 15 países distintos. De ahí que el coordinador científico del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN), Nemesio Pérez, hable de una ciencia sin fronteras ni banderas, que ha estudiado puntualmente el volcán más monitorizado del mundo.

También ha reflexionado el vulcanólogo isleño así: "Sin ciencia no hay futuro, pero sin volcanes no hay Canarias". Y quizá esto ha sido lo más sorprendente de esta crisis volcánica para los propios canarios, descubrir cómo ha sido el proceso de creación de las islas que habitan. Mirar cada una de sus playas, costas rocosas, montañas, valles o calderas e imaginar que son el resultado de una violenta combinación de fuego, lava, ceniza y ruido. El silencio, de momento, ha vuelto... hasta la próxima erupción.

Los gases letales de la erupción volcánica de La Palma. / Eduardo Cabrera

 
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