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Claves para entender el 'Rusiagate'

Las presuntas presiones de Trump al destituido director del FBI para que archivara la investigación a Michael Flynn por su relación con Rusia durante la campaña podrían costarle la presidencia

Trump niega haber tratado de interferir en la investigación sobre Rusia / KEVIN LAMARQUE Reuters

Madrid

El nombramiento de Robert Mueller como Fiscal independiente para investigar la trama rusa ha sido el peor golpe que ha recibido Donald Trump en sus apenas cuatro meses de mandato. Se queja de “la mayor caza de brujas que se le ha hecho a un político en Estados Unidos”. Trump ha dicho que la investigación va a demostrar que no hubo ninguna colusión entre su equipo y el Kremlin. La figura del Fiscal especial, nombrado por el departamento de Justicia y comunicado a Trump sólo media hora antes de que se hiciera público, ha calmado tanto a demócratas como a republicanos al ofrecer una mayor confianza en que la investigación del FBI sea independiente.

Para entender cómo hemos llegado a este punto hay que remontarse a la dimisión de Michael Flynn como Consejero de Seguridad Nacional, el 13 de febrero, por no haber dicho la verdad al Vicepresidente Mike Pence sobre su reunión con el Embajador ruso en Washington Sergei Kislyak. El FBI abre una investigación sobre sus relaciones con Rusia durante la campaña electoral. Más tarde se ha sabido que Trump conocía que Flynn estaba bajo investigación antes de su nombramiento, y que en abril le escribió un mensaje de apoyo a su ya exconsejero.

Despido de Comey

El desencadenante de toda la trama llega el 10 de mayo. Trump destituye fulminantemente al Director del FBI James Comey alegando que hacía un mal trabajo y que la base del FBI había perdido la confianza en él, algo que el Director en funciones del FBI, Andrew McCabe desmintió horas después, dejando claro además que “el FBI no tolerará ninguna injerencia en la investigación sobre Rusia”. El shock por la destitución se acrecienta cuando Trump recibe al día siguiente en la Casa Blanca al Ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, y al embajador Serguéi Kisliak sin permitir el acceso de la prensa.

Trump había mantenido a Comey en su puesto mientras investigaba los emails de Hillary Clinton durante la campaña presidencial, pero no le gustó tanto cuando comenzó a investigar si los miembros de la campaña de Trump conspiraron con Rusia para influir en los resultados. Especialmente en los últimos días, cuando Comey estaba avanzando en la investigación, recibía actualizaciones diarias en lugar de semanales, y había solicitado más presupuesto.

Lealtad Vs honestidad

El problema se complica aún más cuando la prensa publica que Trump había exigido lealtad a Comey cuando llegó a la Casa Blanca y que éste le prometió sólo honestidad, algo que habría enfadado al Presidente y que sería presagio de la caída de Comey, según su propia percepción. A partir de estas publicaciones Trump lanza amenazas contra los medios de comunicación y contra Comey desde su cuenta de Twitter diciendo que “más vale que no haya grabaciones de sus conversaciones antes de que él empiece a filtrar a la prensa”. En su carta de despido Trump agradecía a Comey que “hasta tres veces” le hubiera informado de que no estaba bajo investigación por los vínculos con Rusia, algo que algunas personas cercanas a Comey han negado que hiciera.

Revelación de información secreta

Un nuevo varapalo llega el 15 de mayo, cuando se publica que Trump habría revelado información altamente clasificada a Lavrov y Kisliak en la reunión que mantuvieron. Una información, sobre los planes de Estado Islámico de atentar contra aviones usando ordenadores portátiles, que podría poner en peligro una fuente clave de inteligencia. La Casa Blanca niega esas acusaciones, pero Trump publica en twitter que “como presidente quiso compartir con Rusia hechos sobre terrorismo y seguridad aérea, por razones humanitarias y porque quiere que Rusia aumente su lucha contra ISIS”.

Presiones al FBI

Un día más tarde se descubre que el Presidente presionó a James Comey para que archivara la investigación al exconsejero de seguridad nacional Michael Flynn. “Espero que puedas dejarlo pasar”, le dijo, según las notas de la conversación recogidas por el propio Comey, y también le pidió que considerara encarcelar a periodistas que publicaran informaciones clasificadas filtradas. En este punto se empieza a hablar de un posible ‘impeachment’, un proceso de destitución del Presidente por haber incurrido en un delito federal por obstrucción a la justicia. El escándalo se ha llegado a comparar con el ‘Watergate’ que costó la presidencia a Richard Nixon. Los abogados de la Casa Blanca ya han comenzado a preparar el terreno para un posible 'impeachment', aunque todavía lo ven remoto.

El Presidente ruso, Vladimir Putin se ha ofrecido a entregar la transcripción de la reunión que mantuvo su equipo con Trump a la vista de que “en Estados Unidos se está desarrollando una esquizofrenia política”. Putin incluso bromeó sobre esa supuesta información secreta. Más tarde el Ministro Lavrov asegura que no hubo colusión y que la información que le proporcionó el Presidente estadounidense no es ningún secreto. Ante el escándalo, el Departamento de justicia decide el 18 de mayo nombrar al Fiscal independiente para supervisar las investigaciones del FBI sobre las relaciones con el Kremlin.

"No hay colusión"

El último capítulo de la trama ha llegado el jueves. El día en el que se conocía que el equipo de Trump ha estado en contacto hasta en 18 ocasiones durante la campaña electoral con mandatarios rusos, Donald Trump ha negado su relación con la trama y haber tratado de interferir en la investigación del FBI. "No hubo connivencia mía ni de mi campaña, pero solo puedo hablar por mí”, ha afirmado en una conferencia de prensa.

Avanza la investigación

Este fin de semana Trump ha emprendido su primera gira internacional mientras continúa la tormanta política en Washington. El New York Times publica un documento que resume la reunión que mantuvo Trump con Lavrov y en la que el Presidente le habría dicho al Ministro Ruso que Comey "está loco, le falta un tornillo" y que con su despido "se ha quitado un peso de encima" porque tenía mucha presión por Rusia.

Mientras, la investigación del FBI avanza deprisa. El diario Washington Post ha informado este sábado de que el buró investiga a un funcionario de la Casa Blanca cercano al Presidente y, por tanto, con capacidad de presionarle. Lo califican de "persona de interés", aunque no se ha revelado ningún nombre.

Trump se encontrará a la vuelta de su viaje con la comparecencia de Comey en una sesión pública ante el Comité de Inteligencia del Senado, que investiga la relación de la campaña del Presidente con Rusia. Ese comité ha pedido también la comparecencia de Michael Flynn, pero éste se ha negado a colaborar sin previa impunidad.

 
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