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Alimentación

Por qué comer un pimiento picante puede llevarte directo al hospital

El consumo de la variedad de chile Carolina Reaper ha provocado asistencias sanitarias de urgencia

La variedad del chile Carolina Reaper, en su mata.(Carlos Carvajal)

La variedad del chile Carolina Reaper, en su mata.

Madrid

“Una ambulancia me llevó al hospital. No podía andar, iba en silla de ruedas. Me picaba todo y me colgaban los brazos. Quería tumbarme. Tenía mucho sueño. Al llegar logré contarles a los médicos lo que me había pasado. No podían creer que un pimiento fuera el causante de mi estado, creían que me había drogado. Me hicieron un electrocardiograma y me pusieron vía intravenosa Primperan y Omeoprazol”. Sara acababa de participar en un concurso de productos picantes en un bar. Había tomado cacahuetes picantes, cerveza picante y tacos con salsa picante. Quedaba media docena de personas de la veintena que comenzaron cuando llegó algo más fuerte: el Carolina Reaper, considerado el chile más picante del mundo por el Libro Guinness. Sara no tenía esa información. Imaginaba que sería parecido a la cayena “pero mucho más picante”. Estaba en un extremo y le tocaba probar la primera. “Quizá si hubiera visto la reacción de otros me hubiese cortado”.

La textura era parecida a una ñora seca y el tamaño de una aceituna gordal. Pensó que iba a ser difícil de tragar así que la remojó en yogurt, le quitó el rabito, se la metió en la boca y la tragó de golpe. “Comencé a sentir picazón, ardor y que algo no iba bien. Le dije a mi amigo que lo tenía al lado: ‘aquí acabo yo’. Noté el picor cuando estaba tragando y enseguida lo sentí en el estómago”, recuerda Sara. Lo peor vino después.

Carolina Reaper, la variedad de chile más picante.

Carolina Reaper, la variedad de chile más picante.

Carolina Reaper, la variedad de chile más picante.

Carolina Reaper, la variedad de chile más picante.

"Sentía como si me estuvieran desgarrando por dentro"

Fue al baño, pero no podía vomitar. “No tenía nada de líquido en el estómago. Comencé a beber agua para conseguirlo. Sentía los labios hinchados a punto de explotar, calientes y me picaba todo. Toda la boca y la laringe como si tuviera una bomba, me desgarraba por dentro”. Vomitó hasta tres veces. Se sintió algo aliviada y regresó al bar. Le dieron leche de coco templada con rodajas de plátano para recuperarse.

De poco sirvió el remedio y pronto comenzó la fase más aguda. “Me caían los mocos de la nariz, las lágrimas de los ojos y babeaba como un perro. Me ardía la cabeza, la garganta y el estómago como si me lo estuvieran reventando. Regresé al baño, pero ya no podía vomitar, no tenía nada que echar. Vino mi amigo y empecé a marearme hasta que me desvanecí. No llegué a perder la conciencia pero estaba como adormilada, sin saber si lo que estaba pasando era un sueño o estaba pasando de verdad”, explica.

Cacahuetes picantes.

Cacahuetes picantes.

Cacahuetes picantes.

Cacahuetes picantes.

La pesadilla continuó en el hospital hasta que el suero con la medicación hicieron que empezara a recuperarse. Al cabo de unas horas en observación pudo regresar a casa. El parte médico ponía que cuando llegó presentaba un cuadro vagal. Eso se debe a una estimulación fuerte del nervio vagal, que atraviesa el organismo desde el cerebro hasta el estómago. Puede producirlo la vasodilatación, justo uno de los riesgos del consumo excesivo de capsaicina, el compuesto químico que hace que piquen los pimientos.

Los efectos del picante dependen de la dosis y la tolerancia

Dos semanas después, Sara continúa con dolores de cabeza "como de resaca". José Jiménez Martínez es doctor especialista en Medicina familiar y Comunitaria y trabaja en el Servicio de Urgencias de la Fundación Hospital Calahorra (FHC). Alerta de que un consumo excesivo de capsaicina puede producir picor insoportable y vasodilatación local con la consiguiente sensación de calor intenso. Los síntomas pueden incluir náuseas, diarrea, sudoración y enrojecimiento de cuello y cabeza, lagrimeo excesivo, nariz que moquea, dolor de cabeza, gastroenteritis y necrosis hepática.

  • la capsaicina

Carolina Reaper, la guindilla más picante del mundo, se cultiva en Sierra Nevada

Un caso similar al de Sara fue conocido hace unos días en EEUU. Un hombre fue hospitalizado después de sufrir intensos dolores de cabeza tras comer la misma variedad de chiles, Carolina Reaper, durante un concurso de picantes. ¿Qué tiene este chile para ostentar el honor de ser el más fuerte del mundo? Mayor concentración de capsaicina, entre 1,6 y 2,3 millones unidades, que mide la escala Scoville. Cuando se rebasa el millón ya se considera muy picante.

Carlos Carvajal, un granadino de ascendencia californiana, cultiva esta variedad en Sierra Nevada desde hace cuatro años. “Me lo piden mucho. A Estocolmo envío cubos de 18 kilos con Carolina Reaper para Helldog, donde hacen los hot dog más picantes del mundo”. Este chile supone un cuarto de la producción total de su empresa Salsas y Especies Sierra Nevada. El año pasado fabricaron 25.000 botes solo de salsas. Las vendieron todas. El negocio marcha bien y han comenzado las obras para aumentar su producción.

"El Carolina Reaper no es para tomar en crudo"

Su amor por el picante comenzó con 18 años cuando probó el tabasco. Fabricaba salsas en California desde los años 90. “Soy de adrenalina, me gustan las cosas fuertes y el chile va con mi estilo personal muy bien”, explica Carlos.

Carlos y Cristina en plena recolección de chiles en los cultivos.

Carlos y Cristina en plena recolección de chiles en los cultivos.

Carlos y Cristina en plena recolección de chiles en los cultivos.

Carlos y Cristina en plena recolección de chiles en los cultivos.

Una de las forma de tomar el chile es hacer trocitos en un platito y tomarlo directamente. Esta es una posibilidad por la que algunos optan, pero no es lo más adecuado si hablamos de su variedad más picante. “El Carolina no es para tomar en crudo. Yo lo he probado alguna vez, pero no lo recomiendo. Al principio tiene un sabor un poco cítrico y ahumado; luego llega el calor”.

Sara firmó un documento en el bar del reto que informaba de posibles consecuencias como dolor de estómago, diarrea o náuseas. “Pensé que era lo lógico si te pones hasta arriba de guindillas, pero en ningún caso era esa mi intención. Además, yo ya conocía algún producto del proveedor, todo ecológico cultivado en Sierra Nevada. Solo quería probar”, confiesa. Sara ha dejado de ponerle tomate a las tostadas del desayuno. Está sugestionada y es incapaz de comer algo rojo. “Necesito tiempo para recuperarme del susto. Creo que voy tardar en volver a tomar picante”.

Maika Ávila

Maika Ávila

Periodista y autora de 'Conciliaqué. Del engaño de la conciliación al cambio real'. Ha formado parte...

 
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