Santa Cruz Año Cero
Cada semana, en Hoy por Hoy Tenerife, Miguel Ángel Clavijo bucea junto a Juan Carlos Castañeda en los anales de la historia del Archipiélago en 'Crónicas canarias'
Crónicas Canarias 11 Febrero
Santa Cruz de Tenerife
Crónicas Canarias ha contado esta semana con la intervención del arquitecto Carlos Payés para acercarse a los primeros años de la historia de Santa Cruz de Tenerife, una etapa de la que se cuenta con pocas crónicas. El primer Santa Cruz, el que surge justo después del trauma de la conquista, sin embargo, aparece retratado en los trabajos de destacados historiadores como Torriani o Cioranescu.
La capital tinerfeña fue una de las tres ciudades que el Adelantado se comprometía a fundar en sus capitulaciones con los Reyes Católicos, junto a Santa Cruz de La Palma y San Cristóbal de La Laguna. Bartolomé Fernández fue su primer alcalde y quedó bajo la protección de tres iglesias: la de San Telmo; la de Consolación; y la de San Sebastián.
En un primer momento fue una ciudad de segundas residencias y en su ADN figuraban como actividades destacadas el comercio y la prostitución. De hecho, en los registros sobre las viviendas de la ciudad en la época (una valiosa fuente de información) aparecen como tenedoras de numerosas viviendas las prostitutas que llegaron en la expedición. Tanto Payés como Clavijo apuntan que hay que contemplar esta circunstancia tratando de no perder de vista la moral del siglo XV, cuando la presencia de estas mujeres en cualquier campaña militar era extremadamente frecuente. Por eso, el Adelantado les otorgaba casas al llegar a la ciudad que se fundaba como real de conquista y están recogidos sus nombres y apellidos junto a la data del Adelantado en la que se hacía la concesión.
En esos primeros datos que hablan de los esfuerzos por poblar Santa Cruz de Tenerife sobresale también el nombre de la primera enfermera documentada en Canarias, Ana Rodríguez, que llegó con la expedición y se quedó en la ciudad.
Entre los primeros en habitar esta ciudad se encontraban también bastantes indígenas de otras islas; además de un número destacable de franceses.
Los primeros pasos de Santa Cruz de Tenerife se vieron lastrados también por los estragos de la peste, además de por el número de víctimas que supusieron las cabalgadas sobre dos berberías, acontecimientos que significaron una despoblación muy importante en la ciudad portuaria. Crece y se expande, como era usual en aquellos años, hacia la costa. Desde el puente de El Cabo hasta lo que hoy conocemos como la plaza de La Candelaria se extendía la llamada calle Real.
Una de las curiosidades que los historiadores nos desgranan es que el lugar donde se halla hoy en día la parada del tranvía que lleva nombre de Fundación es el emplazamiento más probable en el que se situó la cruz de la ciudad.