"El rey Juan Carlos hizo lo que le dio la gana porque se lo permitieron todos los presidentes del Gobierno"

Avilés

"Nadie duda de que los gobiernos exigen la actuación de lo servicios secretos para ayudarlos. El problema es que a veces se traspasan los límites permitidos en un Estado de derecho". Lo dice el periodista Fernando Rueda, uno de los mejores especialistas españoles en cuestiones de espionaje, que esta semana presentaba en Avilés el libro "Al servicio de su majestad", un trabajo de investigación que saca a la luz la relación de la monarquía y el CNI y que el autor ocultó hasta el último día para sortear previsibles censuras.

Rueda ha tenido que meterse en callejones muy oscuros y picar en imprevisibles puertas para acabar contando las miserias del que durante cuarenta años, además de rey de España, fue considerado el adalid de la democracia constitucional en la noche del 23F. Unos méritos que según el autor no fueron para tanto. "Él conocía mucho más de lo que se dijo sobre los preparativos del intento de Golpe de Estado", ha apuntado en la SER.

Franco y la CIA

Juan Carlos I nació para rey y escaldado por la historia vital de su abuelo Alfonso y su padre Juan, buscó desde el minuto cero la manera de que el trono y él fuesen uno. Para escapar de la tradición familiar de exiliarse, Juan Carlos I vendió su alma al diablo. "Juan Carlos quería llegar al trono pero, sobre todo, mantenerse en él. Así que contó con el apoyo del servicio secreto de Franco, que por un lado le espiaba y por otro le ayudaba a llegar a la Monarquía, y luego él se buscó la ayuda de la CIA. Necesitaba un respaldo internacional y Estados Unidos, en plena guerra fría, necesitaba seguir teniendo a España bajo su control. Entonces Juan Carlos y la CIA encontraron intereses comunes". Por eso, una vez en la jefatura del Estado, afirma Rueda, "siempre luchó para conseguir que el director del espionaje fuera un hombre de su máxima confianza".

Fernando Rueda da fe en su libro de que el rey emérito "hizo lo que le dio la gana siempre porque además de que siempre contó con el servicio secreto para sacarle del atolladero, todas sus acciones fueron permitidas por los sucesivos presidentes españoles". Y tras 50 años que el autor etiqueta como de "conspiraciones, manipulaciones y ocultamientos", Fernando Rueda afirma que todo ha comenzado a cambiar con la llegada del rey Felipe, "un punto de inflexión en la relación monarquía-gobierno-espías".