"Una lágrima de más"

Sevilla

En la víspera de la Inmaculada de 1996, Cruz de Guía nos contaba que la Virgen de la Caridad en su Soledad de la Hermandad del Baratillo tendría una lágrima más en su rostro. Escucharemos las voces del restaurador, Juan Manuel Miñarro, y del hermano mayor del Baratillo, José Luis Cantalapiedra que durante la Cuaresma anunciaba que, tras efectuarle cambio de candelero y la colocación de la lágrima, la imagen de la Virgen debería ser sometida a una restauración que no tendría lugar a corto plazo. Quién sí se iba a someter a un cambio de candelero era la Virgen de la Piedad.

De restauraciones por hacer a restauraciones por terminar. Durante los últimos meses de 1996 y primeros del 97, coincidieron varias imágenes en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico para su restauración, como ya hemos escuchados en otras entregas de este podcast. La última imagen en salir sería la del Cristo de Burgos. Era Navidad cuando el hermano de la cofradía del Miércoles Santo, Francisco Corredera nos hablaba de la necesidad de proceder a esta restauración con una intervención tan profunda, que descubría otras intervenciones anteriores no muy afortunadas.

En la festividad del Día de Andalucía, el encargado de la restauración, Enrique Gutiérrez Carrasquilla anunciaba que los trabajos estaban terminados.

Durante el podcast, escucharemos cómo el palio de la Virgen de la Cabeza, de la hermandad de las Siete Palabras, estaba la calle Laraña llegando a la calle Orfila. Las obras en la parroquia de San Vicente, motivaron que ese año la cofradía saliese de la iglesia de la Misericordia. Eran las nueve y cuarto de la noche. A esa hora debería salir la Cruz de Guía de la Hermandad de los Panaderos. El delegado de día era un recién llegado al Consejo y que ahora es su presidente, Francisco Vélez. Allá por el mes de febrero confirmaba que, si bien el compromiso era el de cumplir todos los horarios, habría cierta tolerancia con la llegada del palio de la Virgen de la Cabeza al final de Orfila.

Los itinerarios por Orfila el Miércoles Santo, una cuestión problemática de décadas. El flamante delegado adelantaba como medida para ese lugar lo que años más tarde evolucionaría hacia aforar un itinerario, nuestro ya habitual aforamiento. Al tratarse de los mismos itinerarios que la Semana Santa anterior, la medida se quedaba en cortar accesos cuando se llenara de público el lugar en cuestión tal y como se había intentado un año antes en la zona de Francos y Cuesta del Rosario con no muy bien resultado.

Al final, en la Semana Santa de 1997, el Miércoles Santo se cerraba en La Campana con mas de media hora de retraso.